Brilliant
edita la integral de una de las colecciones organísiticas fundamentales de
finales del XVII.
Complete Aparatus Musicus-Organisticus. Obras de Georg Muffat. Adriano Falcioni. Brilliant Classics, 2 CD [94493], 2013. T.T.: 110:21.
Fueron pocos los compositores en la segunda mitad del
XVII que obtuvieron una influencia tan marcada de dos estilos en cierta manera
opuestos: el francés y el italiano, siendo considerado, por otro lado, como un
compositor alemán. Georg Muffat
[1653-1704] fue un caso excepcional en ese aspecto. Nacido en Megève –Alta
Saboya–, pasó una etapa en Paris entre 1663-1669, estudiando entonces nada
menos que con Jean-Baptite Lully, de quien comenzó a absorber el estilo francés
de una manera profunda. Posteriormente pasó un tiempo en Strasbourg, donde fue
organista titular de su catedral, pasando posteriormente pos varias ciudades
europeas: Wien, Praha, y Salzburg, ciudad en la que obtiene el puesto de
organista y maestro de música [cubicularius]
de la archidiócesis. Ya en 1682 se traslada a Italia, donde estudiará y formará
su vertiente italiana, primeramente con Bernardo Pasquini y parece que tuvo contacto
con Arcangelo Corelli –curiosamente ambos tenían la misma edad–, que pudo
influir poderosamente en su obra, aunque otros autores defiende también la influencia
del propio Muffat sobre Corelli, lo que nos sugiere un camino de ida y vuelta. Tras
un período entre Italia y Salburg, viajó también a Munich, para terminar en
Passau, donde obtuvo el puesto de Kapellmeister.
Para muchos
estudiosos, Muffat es considerado como el primer compositor realmente
«internacional», en el que se aprecia una mezcla de tres estilos claramente
definidos. Es además, un adelantado a su tiempo, en la medida que fue el
primero que acercó el Concerto Grosso italiano y la Suite francesa a los
países de habla germánica, que curiosamente coincide con la opinión que el
mismo Muffat tenía sobre sí, como queda patente en alguno de sus prólogos de
las ediciones impresas de sus colecciones. Su obra, que no se ha conservado
hasta la primera edición de una obra en 1682 –salvo una sonata para violín de
su etapa italiana, la única manuscrita y autógrafa que se conserva, además–,
con la impresión de su célebre Armonico
tributo –colección de cinco sonatas para orquesta, que posteriormente
serían reelaboradas y ampliadas en una colección de 12 «Concerti Grossi»
[Passau, 1701]. Destacan también sus dos colecciones de Suite orquestales: Florilegium primum [Ausburg, 1695] y Florilegium secundum [Passau, 1698].
Sin embargo,
el registro que traemos aquí nos muestra la vertiente del Muffat organista. Su Apparatus Musico-Organisticus es una
colección de piezas para órgano, publicadas en Salzburg en el año de 1690. Contiene
una serie de doce toccate en su edición original, que en la ampliada un año
después añadía una passacaglia, una ciaccona y una pieza conclusiva bajo el
sugerente título de Nova Cyclopeias
Harmonica. La colección tenía como dedicatario al emperador Leopold I, y
fue presentada en Ausburg en la coronación de Joseph, hijo de este. La
colección alcanzó gran fama, hasta el punto de que se la consideró como una de
las colecciones organísticas más importantes del sur de Alemania, a la altura
de las composiciones de Johann Jakob Froberger o Johann Kaspar Kerll. En ellas podemos observar un Muffat alemán,
al menos en el tratamiento de las toccate, en las que desarrolla un estilo en
cierta manera arcaico, propio del género, con fragmentos más propios de las canzone y otras formas fugadas propias del lenguaje para órgano del momento. En
las primeras ocho toccate se puede apreciar la presencia de los ocho modos eclesiásticos,
estando las últimas cuatro compuestas por cuartas descendentes –Mi menor, Re mayor, Do
menor y Si bemol mayor–, lo que
plantea un problema a la hora de su interpretación, pues esta no es posible es
órganos con afinación mesotónica. La escritura de estas doce piezas, con
estructura multiseccional, contrastes muy marcados y una variedad en la
figuración extrema dentro de una obra, son reminiscencias del lenguaje de Girolamo
Frescobaldi –que por cierto es mencionado por Muffat en el prólogo como uno de
sus precursores. Otra clara influencia parece ser la de Bernardo Pasquini,
quién acercó el lenguaje camerístico y del bajo continuo italiano a la música
para teclado. También acude Muffat al estilo francés, como sucede en la Toccata Decima, en la que la forma
tripartita y la figuración con puntillo nos trasladan de manera inmediata a la ouverture francesa.
Las tres
piezas añadidas en la edición de 1691 son quizá, las más célebres de la
colección. Su Ciaccona, compuesta
claramente en un estilo italiano, sobre un bajo descendente de cuatro compases,
es un hermosos ejemplo de su escritura más elegante y delicada. La Passacaglia, sobre un bajo ascendente de
ocho compases, es un claro ejemplo de la mezcla francesa e italiana de Muffat:
«rondeau» francés y forma variación libre italiana. Ambas piezas carecen de
indicación alguna de pedal, por lo que se deduce que fueron escritas
indistintamente para órgano o clave. La Nova
Cyclopeias Harmonica es una curiosa pieza que cierra la colección –de una dulzura
ciertamente arrebatadora, por lo demás–, y que se inspira en Pitágoras como
inventor de los intervalos musicales, ayudándose de aquella especie de yunque
que le servía para investigar, por lo que para algunos ha supuesto como un
precedente del celebérrimo Harmonious
Blacksmith –El herrero armonioso–
de Georg Friedrich Händel.
Las
interpretaciones del italiano Adriano
Falcioni están llenas de contrastes, dominando muy bien todos los recursos
y registros que la escritura de Muffat ofrece. Grabadas en el órgano de la
Iglesia de Santa Maria Assunta, de la localidad italiana de Giove, que fue
construido en 1998 por Cortinovis y Corna, cobran vida con la más poderosa de
las sonoridades. La facilidad técnica de Falcioni consigue que la música fluya
con soltura, resultando unas lecturas con unos tempi muy acertados, que remarcan mucho los contrastes de agógica
existentes en la escritura.
La música
desarrollada por Muffat en su Apparatus
es realmente compleja, tanto por su escritura llena de obstáculos técnicos,
como por esa mezcla tan interesante pero extraña de estilos, lo que hace que no
esté a la altura de cualquier intérprete. Considero que Falcioni logra aquí un
trabajo realmente bueno, siendo capaz de mostrar con naturalidad cada aspecto
alemán, francés e italiano que se encuentra a lo largo de las quince piezas que
constituyen tan excelsa colección. Indispensable, pues, para todos los
apasionados del órgano, también para los seguidores incondicionales de Muffat
–me consta que los hay– e incluso para aquellos que quieran explorar nuevos
territorios sonoros. Otro punto para Brilliant
Classics; y van…
Publicado en Codalario el 06-IV-2014.
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