El contratenor argentino, uno de los astros rutilantes en el panorama actual del canto histórico, nos presenta un impresionante recital de arias dedicado al que fuera el gran maestro de’ cantanti.
Porpora il maestro. Obras de Nicola Porpora. Franco
Fagioli • Academia Montis Regalis | Alessandro de Marchi. Naïve, 1 CD [V5369],
2014. T.T: 77:05.
Ninguna figura en el canto a lo largo de la historia ha sido tan tremendamente inspiradora como la de los castrati. Esas superestrellas de la ópera en los siglos XVII y XVIII creadas de manera antinatural por el afán del ser humano en traspasar siempre la frontera de lo moralmente asumible. Esos niños de voces angelicales convertidos en cantantes de fama continental, pero de vidas realmente complicadas y de salud mental más que frágil y desequilibrada, son los cantantes que más han querido imitarse a lo largo del siglo XX y XXI, especialmente desde que el movimiento historicista hiciese por recuperar la técnica del falsete y la figura del contratenor. De este modo, parece que no hay falsetista que se precie –bien sea contratenor o sopranista– que no dedique en algún momento de su carrera algo de tiempo para interpretar arias dedicadas en su momento a alguno de los castrati más afamados.
Pero nada hubiera sido de los castrati sin una música para interpretar. Y es por eso que, especialmente en el XVIII, fueron muchos los compositores que dedicaron gran parte de su corpus compositivo para estos cantantes, consiguiendo así engrandecerles, pero del mismo modo darse fama como compositores a nivel europeo y pasar en gran medida a la historia gracias a ello. Algunos de estos compositores son conocidos hoy día casi de manera exclusiva por sus composiciones operísticas para los castrati, mientras que otros fueron grandes compositores que dedicaron poco o gran parte de su tiempo para la composición de óperas en la que la carga de este tipo de voces era muy elevada.
Uno de los ejemplos más destacados entre estos últimos es el de Nicola Antonio Porpora [1686-1768], autor napolitano que fue uno de los grandes representantes de la ópera italiana durante la primera mitad del XVIII. Reconocido históricamente como el maestro de’ cantanti por antonomasia, especialmente por su labor con los castrati, como hiciera con Farinelli o Caffarelli. El musicólogo Frank Walker llegaba en 1951 a la conclusión de que Porpora había sido «el gran profesor de canto entre los compositores, y el gran compositor entre los profesores de canto». Y así fue, porque como decimos, resultado de sus clases y sistemas pedagógicos –sobre los que se ha debatido ampliamente– surgen no solo algunos de los cantantes más afamados en su momento, sino también aquellos que han permanecido en la historia de la música como las grandes estrellas de la ópera del XVIII. Pero además, su fama como maestro y compositor le llevó a ocupar puestos de suma importancia en varias de las ciudades que musicalmente jugaban un rol primordial en la Italia del momento: Napoli, Roma y Venezia, llegando incluso a obtener gran fama como maestro y autor de grandes óperas en ciudades tan distantes como London –acudió para llevar dirigir la Opera of the Nobility, que rivalizó durante tres temporadas con la gran compañía operística del todopoderoso Händel– y Dresden –fue maestro de canto de Maria Antonia Walpurgis, Princesa Electora de Saxony–.
Del compositor napolitano se graban en este Porpora il maestro doce arias extraídas principalmente de alguna de sus óperas más destacadas [nueve], pero también una de un oratorio y dos de sendas cantatas, con el aliciente de que todas excepto una suponen novedad en registro discográfico alguno. El modelo de aria aparecido es el da capo, comúnmente utilizado en la ópera italiana del momento en cualquiera de sus variantes: da capo, da capo pentapartita, da capo al segno, esto es y resumiéndolo mucho, arias que comienzan con una parte A –que se abre con una introducción orquestal que anticipa el tema, en la que se desarrolla todo la línea de canto básica del aria–, seguida de una parte B –contrastante a la anterior en tempo, carácter e incluso tonalidad–, a la que sigue una parte A’ –vuelta al inicio, pero esta vez con ornamentaciones vocales, que podían ser improvisadas por los propios cantantes, y que servían para mostrar toda su capacidad técnica y expresiva–. Básicamente se trata de arias en las que el cantante pueda lucirse, llegando a ello por dos medios principales: I. arias de bravura, en las que la coloratura y la figuración pirotécnica exigen todo a nivel técnico; II. arias lentas, en las que la capacidad del cantante es requerida en este caso por el lado expresivo, con el que conseguir emocionar a través del legato y una línea delicada y emotiva.
La capacidad de Nicola Porpora en cualquiera de los casos es realmente apabullante. No es vano es, en mi opinión, uno de los compositores más dotado como «melodista» –en el mejor sentido del término– de toda la historia de la música. Fue un excepcional creador de líneas realmente hermosas, capaces de extraer lo mejor del texto sobre el que se pone música, y especialmente de los cantantes, para que puedan mostrar todas sus capacidades de manera realmente fluida y nada artificial. Nos quedamos con su lado más expresivo, ese que clama a la tristeza, el llanto o la desesperación, pero tampoco desdeñamos esas arias joviales, brillantes y repletas de cabriolas vocales que hacen levantarse del asiento.
Pocos cantantes hoy día pueden asumir un recital de este tipo con tantas garantías como Franco Fagioli. El contratenor argentino, que está en el mejor momento de su todavía corta carrera, realmente luce de manera deslumbrante en el presente registro. Desde que sorprendiera al mundo con su rol de Arbace en la producción de Artaserse, de Leonardo Vinci –grabada posteriormente en Erato–, y poco tiempo después con su recital dedicado a Caffarelli en Naïve, parece que su carrera ha terminado de despegar de manera fulgurante. Y es que Fagioli es un contratenor –él se autodenomina mezzosoprano– realmente excepcional. Dotado de un hermoso timbre, con el toque justo de feminidad, pero sin estridencias, es más que capaz para librar con toda solvencia el escollo de las agilidades –sin duda uno de sus puntos fuertes–, pero también es una artista muy capaz para la expresión. Con un registro más que envidiable, se muestra aquí sobrado en el agudo –impresionante el DO#6 en Nell’attendere il mio bene, de la ópera Polifemo–, consiguiendo siempre un sonido homogéneo, pulido y brillante; pero también en el grave –no menos impresionante su SI2 en Spesso di nubi canto, de la ópera Carlo il Calvo–, aunque quizá muestre aquí un timbre algo más obscuro de lo que fuera deseable, especialmente en el cambio de registro. Quizá le quede por mejorar en un punto su dicción –talón de Aquiles para los cantantes–, pero en general su rendimiento es absolutamente excepcional.
Le acompañan en esta empresa el conjunto italiano Academia Montis Regalis, orquesta barroca creada en la región de Piamonete allá por 1994 para cubrir de manera especial el repertorio de los siglos XVII y XVIII. Compuesta en esta ocasión por 29 instrumentistas –si contamos a los encargados de las máquinas de viento y truenos–. Su nutrida sección de cuerda [4/4/3/3/2] es la que se lleva la gran parte del papel protagonista, consiguiendo un resultado exquisito sosteniendo fabulosamente los violines barrocos toda la orquesta –impresionante labor de Olivia Centurioni como concertino–. Gran papel también el realizado por el viento-metal cuando Porpora les asigna ese papel virtuoso, especialmente a las trompetas [Jonathan Pia y Michele Santi] y trompas [Ermes Pecchinini y Dimer Maccaferri]. Fabuloso, por lo demás, el rol cumplido por las flautas de pico de Maria de Martini y Aviad Ghersoni en el aria de corte pastoral Il pastor se torna aprile, de la ópera Semiramide riconosciuta, cuyos dos intérpretes atienden también otras necesidades a lo largo del disco –la primera en el fagot barroco y el segundo acompañando a Pier Luigi Fabretti al oboe barroco, con hermoso resultado aunque en muchas ocasiones estos doblen alguna de las líneas de la cuerda–. Completan tan fantástica plantilla el continuo realizado por Josep Maria Martì [tiorba], Mariangiola Martello [clave y órgano] y Alessandro de Marchi [clave], que es a su vez el director del conjunto, como viene siendo habitual desde hace años.
Su labor como director en esta ocasión es digna de alabanza. Sabe traducir de manera muy adecuada el lenguaje operístico de Porpora, asumiendo en cada momento el color y carácter oportuno que cada una de las arias requiere. Aporta energía, fuerza y bravura a las arias de coloratura, manteniendo una postura de firme contundencia, pero conteniendo el posible aluvión de exceso de sonido y los problemas de equilibrio que tanta agilidad puede provocar. Mantiene, además, el motor rítmico con rigor, asumiendo que es un punto fundamental para lograr mucho de lo expresivo en la música –obsérvese la introducción orquestal de Torbido intorno al core, de Meride e Salinunte, por ejemplo–. Por otro lado se afana en la búsqueda de la expresión por medio de un sonido en cierta manera reprimido, con el toque justo de sutilidad y terciopelo que requieren los momentos álgidos del registro, como la célebre Alto giove, de Polifemo o Distillatevi a cieli, del oratorio Il verbo in carne.
Un disco fabuloso, que supone todo un acierto en la voz de mezzosoprano de Fagioli –que de nuevo vuelve a recordar de forma increíble la voz de Cecilia Bartoli–, pues tiene aquí terreno para lucirse en todas las facetas canoras que domina actualmente como pocos. No sabemos si es el mejor disco de su todavía relativamente corta discografía –quizá en pugna con su álbum Arias for Caffarelli–, pero desde luego si nos parece el más exigente en lo técnico y lo expresivo. Salir no solo indemne, sino fortalecido de este reto supone un verdadero punto de inflexión en su carrera. Naïve ha acertado de pleno con el fichaje de este extraordinario cantante, al que mima en cada producción con una presentación cuidada, digna de la altura del contenido sonoro, y un libreto con un elegante diseño, notas críticas de sumo interés escritas por Stefano Aresi y una toma de sonido y producción [Peter Ghirardini y Julian Schwenkner, de Realsound] que hacen justicia a la calidad interpretativa del mismo. Aunque no seamos muy partidarios de este tipo de discos recopilatorios, estamos ante un álbum espectacular, que supone un acto de justicia para la figura de Porpora. Todo un obsequio auditivo, un ejemplo de buen hacer y de evocación sonora que no hace sino refrendar el estratosférico estado de forma que presenta Fagioli actualmente. Un precioso regalo para las fechas venideras, sin duda.
Publicado en Doce Notas el 14-XII-2014.
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