Desde la Antípodas se nos presenta un fantástico
recital centrado especialmente en dos de los grandes representantes del
instrumento hispánico, que vuelve a demostrar que estamos ante un
repertorio único y valorado por muchos fuera de nuestras fronteras.
Intimate vihuela. Obras de Enríquez de Valderrábano, Miguel de
Fuenllana, Alonso Mudarra, Luis de Narváez y Esteban Daça. John
Griffiths. Contrastes Records, 1 CD [CR 2201405], 2014. T.T: 56:31.
Si hay una época a la que la historia de la música española le deba
realmente mucho –más de lo que los estudiosos han querido/podido ver a
lo largo de los años–, esa es la del Renacimiento. No solo porque de
ella provenga probablemente el que es el mejor compositor español de
todos los tiempos, Tomás Luis de Victoria, sino porque en lo vocal la
España del XV y especialmente del XVI legó a la humanidad algunas de la
páginas más sublimes, escritas por algunos de los maestros que pasarán a
la historia como genios de la creación universal. Pero es que, además,
en la España del XVI se desarrolló de manera increíble un instrumento
único, que tuvo un desarrollo tan fascinante como fugaz, pero que ha
supuesto uno de los casos más singulares en la historia de la música en
Occidente. Y es así porque la vihuela, este maravilloso instrumento de
cuerda pulsada, de evidente parecido con la guitarra española y de
sonoridad absolutamente delicada, elegante y evocadora, es un
instrumento nacido en España y que podemos decir se practicó casi
exclusivamente en este país durante cuarenta años, los que van desde que
se publica el primer libro dedicado al instrumento, Libro de música de vihuela de mano intitulado El Maestro, de Luys de Milán [Valencia, 1536], hasta el último de ellos, Libro de música de cifras para vihuela, intitulado El Parnaso,
de Esteban Daça [Valladolid, 1576], aunque actualmente sabemos que
parece que la primera tablatura para vihuela data de 1514, concretamente
por una obra para vihuela sin finalizar que se encontró dentro del Epistolarum familiarum de Lucius Marineus Siculus, y que a finales del XVI todavía se encuentran algunos ejemplos en Ramillete de flores o colección de varias cosas curiosas [1593].
Sin embargo, puede decirse que el grueso de los libros de piezas para
vihuela se cifra en siete, que, contando con los dos ya mencionados de
Milán y Daça, son los siguientes: Los seys libros del Delphin de musica de cifras para tañer vihuela | Luis de Narváez [Valladolid, 1538]; Tres libros de música en cifra para vihuela | Alonso Mudarra [Sevilla, 1546]; Libro de música de vihuela intitulado Silva de Sirenas | Enríquez de Valderrábano [Valladolid, 1547]; Libro de música de vihuela | Diego Pisador [Salamanca, 1552]; Libro de música para vihuela, intitulado Orphénica Lyra | Miguel de Fuenllana [Sevilla, 1554].
En el presente recital se nos presentan piezas sobre todo de los libros de Enríquez de Valderrábano [c. 1500-c. 1557] y Miguel de Fuenllana [c. 1500-1579],
que aunque de calidad superlativa, han permanecido en cierta forma a la
sombra de los libros de Milán, Mudarra o Pisador. Un total de 18
piezas, de las cuales 7 pertenecen a Valderrábano y 6 a Fuenllana,
quedando las cinco restantes para Luys de Narváez [c. 1500-c. 1550/60] [2], Alonso de Mudarra [c. 1510-1580] [1], Esteban Daça [c. 1537-1591/96]
[1] y un anónimo. Hay aquí arreglos de chansons francesas –sobre
Josquin– y canciones hispánicas, de villancicos –sobre Flecha–, de
secciones de misas polifónicas –sobre Josquin–, pero sobre todo
composiciones originales, como fantasías [7], variaciones sobre temas
populares [3] y tres sonetos de Valderrábano –piezas sin nombre, a las
que se denominaba sonetos–.
El encargado de acercarnos este «ramillete» de extraordinarias obras es John Griffiths,
intérprete y musicólogo australiano, al que el siglo de Oro español y
especialmente el repertorio para vihuela le han obsesionado desde hace
años, de tal forma que ha sido uno de los que más estudios han realizado
sobre el instrumento, sus autores y las obras, además, como podemos
comprobar en el presente registro, de ser un fantástico intérprete de
las mismas. Es curioso el caso de los australianos, un país tan
absolutamente alejado y con personas a priori tan distantes de
la cultura hispánica, que sin embargo se han convertido en potentes
embajadores de la música del XVI español. Me refiero al propio Griffiths –para la música instrumental– y a Michael Noone –quien hace lo propio
con la producción vocal sacra–. Es obvio que la música española del
Renacimiento tiene una calidad superlativa y algo muy especial que hace a
personas acercarse desde miles de kilómetros para su estudio e
interpretación.
Griffiths se acerca a estas obras de la única manera que parece
posible hacerlo: la calidad interpretativa, por supuesto, la técnica
solvente que no emborrone lo exquisito de las líneas, pero especialmente
el carácter y la expresividad, sabiendo aportar la calma y la
delicadeza que subyacen en este repertorio, y especialmente esa
capacidad expresiva, ese poder tan sugerente y la hondura que hay
realmente detrás de cada pieza. Como bien se señala en las notas
críticas del disco –redactadas por él mismo–, la música para vihuela
puede resultar a veces realmente asequible al oído, siendo posible
distinguir y seguir cada una de las líneas, pero también puede ser
tremendamente compleja, con una densidad textural y una concepción
contrapuntística verdaderamente intrincada que hacen que su audición se
torne más exigente. Lo que sí es seguro, en cualquiera de los casos, es
que al escuchar una vihuela, así como la música que se compuso para ella
en la España del XVI, uno siente un enorme placer, una inmensa paz
interior. Resulta una música tremendamente introspectiva, que invita a
la reflexión, al disfrute intelectual, y eso supone siempre un ejercicio
tan necesario como habitualmente ignorado. Cabe destacar el precioso
sonido de la vihuela en La tañida por Griffiths, construida por Ian Watchorn en 2012 sobre modelo de Belchior Dias.
Un fantástico registro con el que Contrastes Records –reciente discográfica, con sede en London, pero relación estrecha con
Sevilla–– anota una primera referencia dedicada a la vihuela y a los
repertorios pretéritos en su curioso e interesante catálogo, dedicado en
exclusiva a la cuerda pulsada –especialmente la guitarra–. El disco
cuenta con una límpida y fabulosa toma de sonido –llevada a cabo por Thomas Grubb y Mano Music– y una presentación muy interesante, sencilla, casi minimalista, concebida para la ocasión por Morpheus Communications Inc.
Sin duda la música de nuestros vihuelistas merece esto y muchísimo más.
Los hay que seguimos esperando con ansia desmedida una integral de los
siete libros de vihuela publicados en el XVI. Griffiths sería una buena
opción para llevarla a cabo, sin duda, aunque también tenemos en España
grandes intérpretes capaces de ello. No son tiempos que ayuden a tal
empresa, pero seguiremos soñando.
Publicado en Doce Notas el 20-II-2015.
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