La
Grande Chapelle recupera una misa inédita del compositor español Alonso Lobo en
un exquisito disco en todos los sentidos.
Misas «Prudentes
virgines» y «Beata Dei genitrix».
Obras de Alonso Lobo. La Grande Chapelle │ Albert Recasens. Lauda, 1 CD
[LAU013], 2013. T.T.: 61:08.
El compositor sevillano [Osuna], Alonso Lobo [1555-1617] es uno de esos paradigmáticos ejemplos de
cómo la música española se ha desentendido durante siglos de todos aquellos
compositores que no estuvieran dentro del canon de lo que se consideraba digno
de ser interpretado. No ha sido hasta hace relativamente poco cuando en España
se han comenzado a interesar por la figura de este compositor, del que hoy día
sabemos que fue uno de los maestros más grandes del XVI español, lo cual no es
decir poco, teniendo en cuenta que ese siglo ha sido probablemente el que
mayores talentos haya legado a la historia de la música española. De la mano de
la musicología, que fue quien primero puso su lupa sobre este tipo de autores,
y siguiendo por los intérpretes británicos, quienes ya en la década de los 90
–antes ya había habido algún acercamiento, pero de manera casi anecdótica–
grabaron algunas de las piezas que hoy día son las más conocidas y valoradas
del autor, la figura de Lobo ha ido recobrando la importancia y el lugar que
por derecho propio le corresponde.
En España ha
habido que esperar algunos años más –Musica Ficta grabó un par de misas allá
por el 2006–, que curiosamente utilizaban un concepto similar al que hoy vemos
en este nuevo registro. Relacionándolo en cierta manera con El Greco, de quien,
como es bien sabido, se celebra este año el 400 de su desaparición, puesto que
se interpretan dos misas de su «Liber
primus missarum [1602], para el servicio de la Catedral de Toledo en
tiempos de El Greco» –como reza en el propio libreto–, surge este fantástico
disco. Estas dos misas son composiciones que se encuentran dentro de aquello
que vino a denominarse misas parodia o «ad imitationem», es decir, que se
basaban en una obra preexistente, bien fuera del propio compositor autor de la
misa, o tomando como inspiración obras de otros autores. La última de las
opciones es la que nos ocupa, pues hay que tener en cuenta que cinco de las
seis misas que están contenidas en ese Liber
primus missarum de 1602 son parodias de piezas preexistentes de otro autor,
en este caso de Francisco Guerrero
[1528-1599] –otro de los más grandes polifonistas que España diera a Europa en
el XVI. Se graban aquí el motete original y la misa parodia, lo que facilita la
comprensión del material reutilizado. El modelo es lógico, sobre todo si
tenemos en cuenta que Lobo y Guerrero convivieron largo tiempo en la Catedral
de Sevilla, donde Lobo se formaba [1566], para pasar posteriormente a colaborar
con Guerrero como asistente y maestro de seises [1591-1593], terminando por
sustituirle en el cargo más importante del centro –maestro de capilla– ya en
1604. Por lo tanto, y teniendo en cuenta las costumbres de la época, estas
misas deben verse casi como un sincero homenaje del alumno al maestro.
El motete de
este, Prudentes virgines a 5,
publicado en 1570, sirvió de inspiración a Lobo para su pieza homónima, Missa Prudentes virgines a 5. Para la segunda
de sus misas, Missa Beata Dei genitrix
a 6, el sevillano Lobo se basa en el motete homónimo que su paisano publicara
en 1589. Sin poder entrar en demasiados detalles, diremos que la capacidad que
tiene Lobo para crear «ad imitationem» estas dos misas es absolutamente
arrolladora. El material del motete de Guerrero se deja entrever
constantemente, siempre resuena, pero a veces es tratado de manera tan
ingeniosa y compleja desde el punto de vista contrapuntístico, que la imitación
se convierte al final en una mera inspiración creadora. A pesar de que el uso
del material preexistente es muy elevado, no suele citarlo de manera literal,
sino que lo hace a través de pequeños fragmentos, frases, que bien sea en su
forma original o bien reelaborados, sirven para acompañar a materiales
completamente nuevos. La Missa Beata Dei
genitrix a 6 es más novedosa y está menos ligada al material preexistente
que la Missa Virgines prudentes a 5. En
la última se pueden encontrar diversos recursos compositivos de los más
complejos en la época: politextualidad; cánones enigmáticos, realizados mediante
el uso de retrogradaciones, disminuciones, voces inexistentes que han de
crearse a través de breves acertijos propuestos por el autor… Quizá en esta
complejidad a la hora de recrearla con solvencia encontramos el porqué de que
dicha misa no se haya grabado con anterioridad a este registro –cuando las
otras de este mismo libro han obtenido una atención mayor. Fantástica labor,
pues, la de Mariano Lambea, José María Llorens y el propio Albert Recasens a la hora de
transcribir y editar la partitura para su ejecución. En la Missa Beata Dei genitrix a 6 encontramos otro tipo de sonoridades,
en una búsqueda centrada más en los aspectos textuales y armónicos que en los
puramente contrapuntísticos y simbólicos. Es una pieza con un carácter
homofónico mucho más marcado, que sin embargo no le resta exquisitez
compositiva, pero que si la hace palidecer un tanto ante la exigencia y sobre
todo la belleza que los cánones de la misa anterior desarrollan.
La
interpretación de La Grande Chapelle
es realmente notable. Contando en buena parte con voces británicas, el conjunto
está formado aquí por algunos de los cantores más especializados y con mayor
talento del panorama mundial en este repertorio. Gran Bretaña aporta al
conjunto la mitad de sus miembros: Anna
Dennis, Clare Wilkinson y Simon Wall, bien conocidos por
cualquier apasionado seguidor de los conjuntos británicos de primer nivel a
nivel mundial. Su aporte resulta fundamental, dotando a las lecturas de un
sonido British que tan bien sienta a
esta música. Su capacidad para hacer suya esta música no deja de resultar
absolutamente impresionante –lo de Clare y Simon es absolutamente impresionante.
Las otras tres voces se completan con el contratenor español Gabriel Díaz –a pesar de que cumple
bien con las exigencias, uno no puede dejar de preguntarse el porqué de su
elección, cuando hay decenas de contratenores fabulosos en la «pérfida Albión»–,
el tenor estadounidense David Munderloh
y el bajo austriaco Uli Staber,
habituales en formaciones de polifonía renacentista de prestigio –este último
nada menos que en Cinquecento. Quizá las interpretaciones con una voz por parte
no sean las que más me agradan –a veces el equilibrio y el balance textural se
puede ver comprometido–, sin embargo, el contar con voces tan capaces y
experimentadas supone que no haya aristas. El sonido es limpio, cuidado, y la
afinación y el fraseo están realmente muy bien logrados. Se ha tomado, además,
la opción de hacer una estricta interpretación a cappella –en su sentido estricto–, que desde mi punto de vista
siempre favorece la comprensión de las líneas y el contrapunto, por lo que se
cuenta con la participación de Herman
Stinders al órgano, que realiza una fantástica labor, sustentando las voces
desde la base armónica y aportando un toque tímbrico que enriquece
considerablemente el color.
Fantástica
labor, pues, la de Albert Recasens,
tanto en la concepción de la idea como en su realización. Dirigir este tipo
música resulta siempre una tarea complejísima –más en una obra como la Missa Virgines prudentes a 5–, por lo
que debemos aplaudir el valor y el resultado final, que como digo, es realmente
poderoso. La música fluye con naturalidad, suena reposada, expresiva.
Además, el
disco resulta visualmente hermoso. Hay que dar la enhorabuena a Lauda por afanarse en crear un disco de
este calibre. El diseño, debido a Gonzalo
Serrano, toma para la parte externa del disco y libreto imágenes de Vista y
plano de Toledo [c. 1610] de El Greco –evidente vinculación. Además se añaden
otras hermosas imágenes: portada del libro de misas de Lobo, así como una serie
de grabados de Crispijn van de Passe y Maerten de Vos, que resultan realmente
evocadoras. Las notas críticas son de una excelencia considerable, firmadas por
el musicólogo español Javier Marín
–en un personal homenaje al gran Robert Stevenson. Se nota la vertiente
musicológica de Recasens, pues no es común en los discos encontrar tanto
cuidado en la información de las fuentes, la bibliografía utilizada, descripción
de las imágenes… Y no podemos olvidar la labor en la ingeniería de sonido,
debida en este caso Stephan Schellmann
y Tritonus, que logran un sonido
casi perfecto, eficaz y en el que se pueden apreciar todos los detalles.
Un trabajo elaboradísimo, que convierte a este disco,
amén de por su exquisita música y una interpretación de primer nivel en el
panorama mundial, en algo imprescindible. La figura de Alonso Lobo tiene que
seguir poniéndose en el lugar que le corresponde, y es merced a discos como
este que se irá consiguiendo. Gracias.
Publicado en Codalario 16-III-2014.
2 comentarios:
Me llama mucho la atención el tono de reproche que subyace en su comentario acerca de la presencia del único cantante español, máxime cuando Gabriel Díaz no es sólo un excelente intérprete habitual en La Grande Chapelle y en otros conjuntos españoles y extranjeros. En todo caso, debería reclamarse una mayor presencia de intérpretes españoles en los grupos españoles, como el que nos ocupa, y no al revés puesto que en España hay excelentes cantantes tanto de polifonía como de otros estilos y épocas.
Hola:
En absoluto hay tono de reproche alguno por la presencia de un cantante español en el conjunto de los integrantes de esta grabación, pero sí sorpresa ante una plantilla repleta de extranjeros y con esa presencia.
Tampoco dudo de la excelencia de este cantante –aunque, como les pasa a todos, no llegue al nivel de un cantor británico; pero eso es común entre los españoles.
Y si la presencia de españoles no es todo lo que elevada que debiera, temo que desde luego en eso mi «culpa» es poca. Quizá este tipo de comentarios deberían ir dirigidos a aquellos que deciden sobre tales cuestiones.
Gracias y un saludo.
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