El conjunto británico celebra sus cuarenta años de carrera con un formidable disco que recoge una de las piezas más exquisitas de la polifonía europea del Renacimiento.
Missa
Gloria tibi Trinitas. Obras de John Taverner. The
Tallis Scholars | Peter Phillips. Gimell,
1 CD [CDGIM 045], 2013. T.T.: 79:03.
Decir The Tallis
Scholars es decir polifonía renacentista. Y es que a lo largo de estos
cuarenta que ya llevan de carrera –pensemos el valor que supone para un grupo
de estas características mantenerse durante tanto tiempo en la élite– su nivel
de excelencia superlativa les ha llevado a lo más alto, a ser considerados como
el máximo exponente a nivel mundial en la interpretación de la polifonía
europea de los siglos XV y XVI. No hay prácticamente cantor de coro con un
cierto dominio del panorama mundial que no conozca y admire la labor realizada
por este conjunto y su director, Peter
Phillips.
Pues bien, el
disco que tenemos entre manos salió al mercado el 4 de noviembre de 2013,
coincidiendo justamente con la fecha en la que el conjunto dio su primer
concierto allá por 1973. Y no podía ser de otra manera que con música inglesa,
aquella que tantos oyentes han descubierto gracias a sus numerosos conciertos y
grabaciones a lo largo y ancho del mundo. El propio Phillips justifica la
elección de la Missa Gloria tibi Trinitas
a 6, de John Taverner, de la siguiente manera: «la elegí para celebrar nuestro
40 aniversario porque creo que es una de las mejores composiciones que jamás se
hayan escrito en Inglaterra –un perfecto embajador del repertorio que hemos
hecho nuestro. También es espectacularmente difícil de cantar, pues requiere un
altísimo grado de experiencia para su interpretación. Sentí que no había una
pieza mejor para mostrar lo que The Tallis Scholars lleva cuarenta años
haciendo en su dedicación a la polifonía: la suma del arte de Taverner así como
la nuestra propia.» Resulta imposible explicarlo de una manera mejor.
John Taverner [c. 1490-1545] es uno de
los compositores más talentosos de la Inglaterra del XVI. Personaje curioso,
cuyos aspectos biográficos han sido frecuentemente fuente de animados debates
musicológicos –aún hoy no se acaban de poner de acuerdo en algunos aspectos. Su
música destaca por un estilo melódico muy característico y una estructura muy
particular y personal, que sentó las bases para varios de los compositores de
las siguientes generaciones, pero que además hacen de su música algo realmente
complejo a la hora de interpretarla.
Como explica
el propio Phillips, la Missa Gloria tibi
trinitas a 6 es un auténtico tour de
force en la interpretación de polifonía renacentista, merced al reto que
sus líneas suponen a la hora de cantar las tesituras: sopranos [trebles y means] extremadamente agudas; líneas de alto con un registro
amplísimo y no demasiado habitual en la época, tanto en el agudo como en el
grave; tenores y bajos con una tesitura más habitual, pero que requieren de una
capacidad especial para mantener el equilibrio y el balance adecuado con las
otras voces que «sufren» más en su registro. Además, lo virtuosístico de su
escritura es evidente en el uso de enormes melismas en los que la figuración es
compleja y el uso de las intrincadas escalas está a la orden del día. Estructuralmente
la misa resulta un dechado de frases extraordinariamente largas con un sentido
unitario, lo que requiere de la compleja capacidad de acometer dichas frases
con un sentido global, pero sin perder la esencia de los pequeños «motivos»
internos de la misma y manteniendo el tactus
en su punto justo. Esta misa, junto a su otra misa a 6, Missa Corona spinea, suponen la culminación de la misa celebrativa
inglesa, destacando por su absoluto dominio en la habilidad contrapuntística,
el inefable control del diseño extraordinariamente largo –incluso sin constar
del Kyrie– y un desarrollo exquisito
de la inventiva y la variedad en sus recursos.
Se añaden a
la misa las composiciones que Taverner realizase sobre el texto del Magnificat. Se trata de tres piezas, a
cuatro, cinco y seis partes respectivamente. En ellas se observa un estilo
similar al que desarrolla en las antífonas votivas más extensas. En del de
cuatro partes y en el de seis se observa un caso especialmente interesante en
la música inglesa del período, por usar el canto precedente como cantus firmus en la propia pieza. Desgraciadamente,
tanto en las piezas a cinco y seis partes faltan algunas partes: el Magnificat a 5 no consta de la parte de
tenor II, y en el Magnificat a 6
sucede lo mismo con la parte de treble
[soprano], por lo que se ha optado por reconstruir esas partes que faltaban
utilizando otros fragmentos originales y otras fuentes que se conservaron de
las obras. De este modo, Timothy Symons
ha realizado dicha reconstrucción de una manera absolutamente ejemplar y
razonablemente explicada y sustentada desde el punto de vista musicológico –una
vista a sus ediciones así lo atestigua. En los tres se ponen en polifonía los
versos impares, dejando los pares en el cantus
planus original. Es probable que los tres Magnificat no fuesen concebidos de manera unitaria. Parece que el
primero en ser compuesto pudo ser el de cinco partes, puesto que se basa en la
técnica del fauxbourdon sobre un cantus planus y no usando directamente
este canto preexistente sin alterar. En los de cuatro y seis, Taverner usa los
tonos originales del salmo, con lo que garantiza que la melodía esté presente
con mayor claridad, técnica que fue muy utilizada posteriormente. Todos ellos
son realmente bien distintos en su carácter, lo que apoya la teoría de que no
fuesen compuestos de manera unitaria: el de cuatro partes es más compacto, con
un uso muy común del contrapunto imitativo –esto sugiere que su fecha de
composición sea más tardía; mientras, el de cinco es el más reflexivo y calmo
de todos, con el uso de una tesitura más grave y una longitud de frases mucho
mayor; el de seis voces es el más brillante y parecido en cuanto a su plantilla
y presentación a la Missa Gloria tibi
Trinitas a 6, además de que su virtuosismo lo coloca en el punto de ser una
de las piezas más audaces en este aspecto de cuántas se hayan creado en el
Renacimiento.
La
interpretación de The Tallis Scholars
no puede ser más descriptiva de sus cuarenta años de incansable y encomiable
labor. El sonido es marca de la casa, ese que se convirtió en el modelo a
seguir por todos y que es reconocible como sonido British, esto es, absoluta brillantez y con un tono blanquecino en
voces agudas; altos muy poderosos, mezclando contraltos y contratenores;
tenores con un registro agudo bien definido, incisivo y elegante; bajos
contundentes en el que el sonido puede contener un cierto toque «agresivo». Además
se utilizan dos cantores por parte –aunque introduce la novedad en este registro
de utilizar en algunas líneas a tres cantores, para resaltar aquellas partes
que resultan más complejas, con el fin de que puedan escucharse con la misma
claridad que las otras. Pura técnica, pero que en mi opinión no desmerece lo
expresivo. Mucho se ha achacado a este conjunto que, en su perfección técnica,
descuidan el aspecto emocional de la música. Escuchen este disco y comprobarán
que no es en punto alguno así. La plantilla de cantores presentes en esta
grabación es de las que impactan. Transitan por ello alguno de los mejores
cantores de conjunto que puede haber en el mundo. Al tratarse de un disco para
conmemorar toda una carrera se ha contado con la presencia de cantores que ya
no forman parte del conjunto de manera estable, por lo que resulta un verdadero
lujo poder escuchar juntos de nuevo a algunos de esos cantores a la par con los
que actualmente son miembros estables del grupo. Creo que los lectores
interesados merecen una lista de todos los que participan en esta grabación: Janet Coxwell, Amy Haworth, Amanda Morrison,
Cecilia Osmond y Alice Gribbin [sopranos]; Caroline Trevor, David Gould, Patrick Craig,
Kim Porter y Emma Ashby [altos]; George
Pooley, Mark Dobell, Christopher Watson, Simon Wall, Nicholas Todd [tenores]; Stephen
Charlesworth, Rob Macdonald, Robert Rice, Donald Greig y Tim Scott
Whiteley [bajos].
The Tallis
Scholars no serían tal si no tuvieran al frente a Peter Phillips, que pasa por ser, indudablemente, uno de los
mayores expertos en todo el mundo en la polifonía del Renacimiento. Todo en él
es clarividencia, búsqueda de la perfección sonora y artística, de honrar como
merecen a aquellos compositores que durante este período dedicaron su vida a
componer tan extraordinaria música. Cuando uno conoce de cerca a Phillips –afortunadamente
tengo ese honor– se da cuenta de que su pasión por esta música es desaforada,
la cual contagia como pocos. Su vida está entregada desde hace cuarenta años a
ella. La base del éxito es evidente: talento, trabajo, mucho trabajo, y no cejar en la búsqueda de la excelencia
constante.
Este disco de
su sello Gimell no es solo un disco
conmemorativo de un cuarenta aniversario. Es todo, es The Tallis Scholars y
Peter Phillips en esencia. Todo lo que oímos es inigualable, insondable,
indescriptible. Uno no puede evitar sentirse tan ínfimo ante un tridente tan
bien avenido: Taverner-TTS-Peter Phillips consiguen lo que parecía imposible,
superarse cuando esto ya no parecía creíble, lograr elevar su nivel de
excelencia un punto más. No se puede decir más; todos los lectores deberían
tener este disco.
Publicado en Codalario el 08-VI-2014.
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