Las
voces masculinas que dirige Da Col no presentan un entramado de polifonistas
flamencos.
De Passione. Odhecaton - Paolo Da Col. Cantus Records [C 9637], 2012. TT. 73’42. Obras de Jacob Obrecht, Loyset
Compère, Josquin Desprez, Gaspar Van Weerbecke.
Poco o nada se puede descubrir a estas alturas de la
partitura en relación a la excelencia que los compositores franco-flamencos
demostraron sobradamente durante los dos siglos que el Renacimiento permitió su
desarrollo en la cultura musical Europea. Este disco es un nuevo y exquisito
ejemplo de ello. Y no es posible comprender este desarrollo sin detenerse por
un instante en la figura de Ottaviano
Petrucci, el gran impresor musical del momento, que desarrolló el sistema
de impresión de tipos móviles para la música, y cuyo libro Harmonice Musices Odhecaton fue el primer libro de música impreso
en la historia, allá por 1501 –véase el homenaje que el conjunto que
protagoniza este disco le rinde con su nombre. Dos años después, tras aquel
libro que recogía únicamente chansons
de compositores franco-flamencos, Petrucci publica Motetti De passione De cruce De sacramento De beata Vergine et
huiusmodi –marcado posteriormente como Motetti
B, puesto que ya existía previamente un primer grupo de motetes–, al que
pertenecen las piezas que aquí han sido registradas –excepción hecha del último
motete del gran Josquin, Miserere mei,
Deus.
En este álbum
encontrarán un estilo alejado del contrapunto tan intrincado por el que
destacaron estos compositores del norte, pues realmente se trabajan las piezas
con un estilo polifónico cercano a lo homofónico, en el que el gusto por la
escritura vertical y acordal es claramente apreciable. Estamos ante piezas en
las que las cuatro voces discurren de una manera paralela, contribuyendo de
este modo a la extraordinaria comprensión del texto cantado. Largo y tendido
puede hablarse sobre la influencia nórdica o la italiana en este tipo de obras,
pero realmente es un tema complejo, como fantásticamente queda explicado en las
extraordinarias notas críticas escritas por el propio Paolo Da Col.
Están
representados aquí algunos de los máximos representantes de la escuela
franco-flamenca, concretamente de la tercera generación, como son Josquin Desprez, Jacob Obrecht o Loyset
Compère, excelsos ejemplos de eso que algunos denominaron Ars Perfecta. Destacan principalmente
los ciclos de motetes de Josquin y Compère dedicados a la Pasión: O Domine Iesu Christe [Officium de Passione] y Qui velatus facie fuisti, del primero, e
In nomine Iesu [Officium de Cruce], del último. Obras concebidas como una
conjunción de breves motetes que componen un ciclo unitario relacionado con un
tema concreto. Música tremendamente expresiva, realmente descriptiva en algunos
momentos, culmen de lo que supuso esta manera de escribir polifonía en la
historia de la música. Se completa el registro con motetes breves de Jacob
Obrecht –deslumbrante su Parce Domine,
cruda invocación de perdón– y Gaspar Van
Weerbecke –Tenebrae factae sunt,
que relata de manera fascinante el momento exacto en el que Cristo deja el
mundo terrenal colgado de la Cruz.
Además, una
pequeña muestra de música más cercana en el tiempo es introducida como absoluto
contrapunto en el disco. Clara Murtas
interpreta O triste fatale die, un
canto de tradición sarda –sonoridad muy evocadora– en el que se la representa
como una auténtica Mater dolorosa.
Concluye el
disco con el impactante y sobradamente conocido Miserere mei, Deus, de Josquin, auténtico monumento musical, repleto
de fervor y expresividad.
Las once
voces que componen Odhecaton nos
presentan unas lecturas pulcras, con sonoridad contenida y una expresividad honda,
alejada de cualquier tipo de vanos artificios. Todo en su fantástica
interpretación está en clara consonancia con lo que las piezas supusieron en
momento. No hay lugar para la pirotecnia. La Pasión y su visión renacentista en
estado puro. Paolo Da Col sabe
manejar con sobrada solvencia las voces, equilibrando bien las líneas y dando
un sentido unitario al disco –algo más complejo de lo que podría parecer. Los
italianos destacan por evitar un sonido brillante, sino que lo carnal y terrenal se deja entrever en
cada acorde, cada línea. Música elevada, pero bajada a la tierra. Olvídense de
sonido británico, ni tan siquiera belga, pues aquí encontrarán una interesante
mezcla de la pasión mediterránea combinada con la pulcritud nórdica.
Quien busque
un disco rebosante de complejidad, contrapunto, imitación, intrincados cruces
de líneas o matemática pura, que no se detenga aquí. Ahora bien, para aquellos
que persigan emoción, belleza, contención, pasión y fervor, este es su disco. No
se arrepentirán, pues como siempre en los discos de Cantus, encontrarán una selección musical fascinante, unas
interpretaciones fabulosas, una toma de sonido exquisita, un diseño cuidado y
hermosísimo, y unas notas críticas de lujo. Poco más se le puede pedir a un disco.
Publicado en Codalario el 12-XI-2013.
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