Dolce
Rima debutan en el mundo discográfico con un recital dedicado a la voz y la
vihuela.
Al
alba venid. Dolce Rima. GadGad Music, 2013. TT. 20’30. Obras de Diego
Pisador, Luys de Milán, Estaban Daça, Antonio de Ribera, Luys de Narváez y
anónimos.
Dos jóvenes cuyos caminos se juntaron componen Dolce Rima. Ambas valencianas, pero que
fueron a conocerse en Sevilla, donde ambas estudiaban: la una, Paula Brieba del Rincón, cuerda pulsada
con Juan Carlos Rivera; la otra, Julieta
Viñas Arjona, canto histórico con Claudine Ansermet, canto lírico con Rosa
María de Alba y viola da gamba con Ventura Rico. Allí comenzaron esta preciosa
aventura. Y es que es de agradecer que haya jóvenes que aún se preocupen por el
repertorio que hizo de nuestros vihuelistas una de las cumbres de la música
española en la historia.
Este disco,
que supone su primer registro discográfico, es, como ellas mismas relatan, un
sueño cumplido, no sin mucho esfuerzo. Como es comprensible, grabar un disco
para dos jóvenes que están terminando su formación no resulta un ejercicio
simple, sobre todo en lo económico. Por ello, contaron con la inestimable ayuda
del sistema de crowdfunding
–micromecenazgo–, por medio del cual unas
cuantas decenas de mecenas hicieron posible, con sus aportaciones más o menos
cuantiosas, que los gastos de la grabación y edición pudieran asumirse. Así
nace este Al alba venid, un disco de
pequeño formato –dura apenas veinte minutos–, pero de gran intensidad. En él se
graban obras de algunos de los vihuelistas más representativos del XVI, además
de obras de uno de los cancioneros más importantes con música hispánica: el Cancionero Musical de Palacio.
Se abre el
disco con una pieza de Diego Pisador
–ubicada en su Libro de música de vihuela–,
la preciosa Si la noche haze escura.
Del compositor salmantino se interpretan también Para que’s dama tanto quereros –una de las piezas más hermosas de
su producción; véase, si no, la parte en la que se canta sobre el texto «más
valiera nunca veros»– y su versión de Dezidle
al cavallero –uno de esos temas tan populares durante todo el Renacimiento
en España.
Luys de Milán, el primer maestro que
compuso un libro para vihuela –el célebre Libro
de vihuela de mano intitulado El Maestro–, está representado aquí a través
de su versión del vilancico portugués
Falai miña amor, de preciosa factura.
Luys de Narváez fue otro de los grandes
maestros de la vihuela, merced a su trabajo Los
seys libros del Delphin de música de cifra para tañer vihuela. De este
maestro granadino se registra aquí su visión del Guárdame las vacas, otros de esos bajos renacentistas sobre el que
se compusieron decenas de variaciones.
Esteban Daça fue el último gran maestro
de la vihuela. En 1576 vio la luz el último libro dedicado a dicho instrumento
que ha llegado hasta nosotros, su Libro
de música de cifras para vihuela, intitulado El Parnaso. De este escuchamos
la profunda Nunca más verán mis ojos,
con hermosísimo texto.
Del Cancionero
Musical de Palacio se interpretan tres obras: Por unos puertos arriva, del ignoto Antonio de Ribera, que muestra
el típico lenguaje esencialmente acordal del romance del momento; el movido y
esclarecedor Qué me queréis caballero,
de autor anónimo; así como el también anónimo Al alba venid –que da título al disco, de calmada y delicada
hermosura.
Paula y
Julieta nos presentan unas lecturas elegantes, repletas de dulzura. Paula
muestra sus dotes técnicas en la vihuela por medio de una pulsión solvente, en
la que la línea se plantea sin aristas, como un continuum que acoge a la voz en su seno y la arropa con la
delicadeza de una madre. Se hubiera agradecido algún fragmento a solo por su
parte –quizá para la próxima. Por su lado, Julieta nos regala unas lecturas
repletas de expresividad. Su voz resulta tremendamente evocadora y sensual,
sobre todo en el registro medio. Solo cabe lamentar algunos desajustes en el
registro más agudo, aunque esto no emborrona en absoluto su participación. Destaca
totalmente su límpida dicción, que favorece de una manera brillante el
entendimiento del texto –algo absolutamente fundamental en este repertorio–, y
que lamentablemente no es un valor en alza entre las cantantes actuales. La
participación del dúo se completa con la colaboración de la percusión histórica
de Carlos Peiró, atinada y discreta,
dos cualidades que no siempre se encuentran entre los percusionistas dedicados a
la música antigua.
Estamos, pues, ante un disco realmente prometedor, que se hace corto, y del que esperamos haya pronto una parte complementaria. La fusión entre ambas es prácticamente perfecta, denotando en ella un trabajo serio y arduo de fondo, pero además un entendimiento a nivel personal realmente férreo. Música de exquisita belleza, que vuelve a poner sobre la mesa la impresionante calidad que atesoraron los vihuelistas del XVI, y que, desgraciadamente, todavía debemos poner en valor de una manera mucho más evidente. Precioso el diseño de portada –ilustración a cargo de David González–, con un discreto y escueto libro de información –el dinero, claro. Cabe lamentarse, sin embargo, por algunos problemas de sonido, sobre todo en la saturación de los agudos. Bienvenidas, Dolce Rima, y esperemos que sea para quedaros.
Estamos, pues, ante un disco realmente prometedor, que se hace corto, y del que esperamos haya pronto una parte complementaria. La fusión entre ambas es prácticamente perfecta, denotando en ella un trabajo serio y arduo de fondo, pero además un entendimiento a nivel personal realmente férreo. Música de exquisita belleza, que vuelve a poner sobre la mesa la impresionante calidad que atesoraron los vihuelistas del XVI, y que, desgraciadamente, todavía debemos poner en valor de una manera mucho más evidente. Precioso el diseño de portada –ilustración a cargo de David González–, con un discreto y escueto libro de información –el dinero, claro. Cabe lamentarse, sin embargo, por algunos problemas de sonido, sobre todo en la saturación de los agudos. Bienvenidas, Dolce Rima, y esperemos que sea para quedaros.
Publicado en Codalario el 23-XI-2013.
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