Díaz Latorre y Estevan realizan un brillante repaso por algunos de los mejores momentos de la obra para guitarra española de Gaspar Sanz.
Sones
de palacio y danças de rasgueado. Laberintos
Ingeniosos. Cantus Records, 2013. T.T.: 65’16. Obras de Gaspar Sanz.
Instrucción
de Música sobre la guitarra española y Método de sus primeros rudimentos, hasta
tañerla con destreza, con dos laberintos ingeniosos, variedad de sones y dances
de rasgueado y punteado, al estilo español, italiano, francès, y inglès, con un
breve tratado para acompañar con perfección sobre la parte muy esencial para la
guitarra, arpa y organo, resumido en doze reglas y exemplos los más principales
de contrapunto y composición, dedicado al Serenissimo Señor, el Señor Ivan,
compuesto por el Lecenciado Gaspar Sanz, aragones, natural de la Villa de
Calanda, Bachiller en Teologia por la Insigne Vniversidad de Salamanca.
Con este
inmenso título, y en el año de 1674, presentaba Gaspar Sanz al mundo su libro de guitarra española, uno de los más
influyentes e importantes de toda la historia del instrumento –y de los más
personales, pues fue el mismo Sanz el encargado de publicar, preparando y grabando
incluso las planchas que se utilizarían en la edición. Lo que se sabe acerca de
su vida es prácticamente nada, y en muchas ocasiones casi contradictorio, por
lo que su figura es en cierta manera enigmática. Ni siquiera se saben con
seguridad las fechas vitales más importantes de cualquier ser humado, si bien
se cree que pudo nacer en el año de 1640. Poco o nada de su formación se conoce,
excepción hecha del viaje que realizó a Italia y que le llevó a conocer Roma y
a ser alumno del gran Cristofaro Caresana, un viaje que sí se sabe realizó después
de publicar este libro para su instrumento, no obstante, se aprecia en ella
influencia de los Kapsberger o Corbetta, pues ya se sabe que él conocía de
antemano los manuscritos de estos grande autores, así pues, la influencia que
tuvo este viaje es su obra es otro enigma más que sumar a la ingente lista.
La
importancia de este libro es realmente sustancial, sobre todo porque en la
edición de 1674, que contenía el primer libro –a su vez compuesto por dos
tratados–, se encuentra una detallada información acerca de la manera en que
tañer la guitarra con todo lujo de detalles, desde la preparación del
instrumento, hasta su afinación y el manejo con las tablaturas. Además nos
presenta sus dos laberintos ingeniosos,
a través de los cuales, por medio de un sistema de columnas y filas, se crean
una serie de casillas que admiten todas las posibilidades de acordes y sus
inversiones, además de un detallado listado de las ornamentaciones más
necesarias y comunes. Además adjunta una serie de láminas en las que
encontramos una serie de grabados con todas las posibles posiciones de los
dedos para crear todos los acordes. Y sobre todo, Sanz aporta una información
indispensable para realizar las dos técnicas interpretativas fundamentales del
instrumento: el punteado y el rasgueado. Todas estos datos serán ejemplificados
a través de los numerosas piezas musicales que Sanz plantea, algunas de los
cuáles podemos escuchar en esta grabación, y a las que añadiría otras más en la
publicación del segundo y tercer libros –de 1675 y 1697 respectivamente.
Del autor
aragonés se interpretan aquí una serie de 19 piezas, organizadas por
tonalidades, de la manera tan curiosa en la que eran clasificadas en su época: por
la E, la C, la O, la D, la Cruz y la B. Hay aquí todo un catálogo del manejo de
las danzas que en la música instrumental del XVII podían encontrarse en Europa
y por supuesto en España. Así desfilan por este registro: xácaras, pasacalles,
zarabandas, canarios, alemandas, jigas, pavanas, tarantelas, correntes o
marionas. El dominio a la hora de caracterizar cada una de ellas es
absolutamente demoledor por parte del autor zaragozano. Su dominio de la
técnica interpretativa es superlativo, lo que le lleva a explorar las últimas
posibilidades del instrumento. Esto convierte a la música de Sanz en auténtica
piedra de toque para todo aquel que desee dedicarse al noble arte de tañer la guitarra
española de cinco órdenes.
Sin poder
detenernos a detallar cada una de las piezas, sí que es necesario destacar que
en Sanz se produce una interesante conjunción entre el estilo europeo
–influencias de otros autores y mirada a ellos que se aprecia en el nombre de
algunas piezas y su tratamiento musical– y el más puramente hispánico,
apreciable en el tratamiento melódico y en el aspecto rítmico, con soluciones
muy particulares que no encontraremos en el resto de la música europea.
La
interpretación en este álbum, de la música tan paradigmática y evocadora de
Sanz, es de primer nivel, de principio a fin. No obstante, Xavier Díaz Latorre es actualmente uno de los mayores expertos en
este tipo de repertorios. Su exquisitez en la pulsación, pero sobre todo su
profundo conocimiento de la época, las normas interpretativas, los tratados y
la música europea del momento, es lo que le hacen convertirse en un experto,
cualificado como el que más para cometer la obra de Sanz de la manera más
brillante posible, como es el caso. Es riguroso, pero a la vez imaginativo;
delicado y refinado, pero a la par que contundente y «popularesco». Lo
extraordinario en las versiones de Díaz Latorre es que son capaces de
trasladarle a uno a las calles de cualquier ciudad española en pleno siglo XVII
y visualizar en ellas a los tañedores de guitarra que dominaban tanto el
lenguaje más culto, pero también el popular. Una mezcla que pocas veces llegará
a producirse de una manera tan diáfana.
Se suma al
pulsista catalán la figura de Pedro
Estevan, celebérrimo percusionista y compañero de aventuras –junto al
propio Latorre– del sempiterno Jordi Savall. El aporte de Estevan es
considerable, y decimos bien, aporte, porque en este tema de la percusión
histórica es muy común encontrar intervenciones que restan más que suman, por
lo que siempre es de agradecer comprobar que las cosas pueden hacerse bien. Es
importante tener en cuenta que Estevan no interviene en todas las piezas del
disco, sino en únicamente en aquellas en las que ambos consideran más adecuada
su inclusión. El resultado es imaginativo, variado, aportando un colorido
tímbrico y rítmico que sienta realmente bien a estas piezas, incluso para
aquellos que no gustan de las percusiones excesivamente festivas en este tipo
de lecturas –es mi caso, sin ir más lejos.
El maridaje
entre ambos es casi de simbiosis. La relación es de años, y el talento de ambos
se une en aras de un fin común, el de resaltar la figura de Gaspar Sanz, uno de
nuestros grandes maestros del XVII, que merece ser puesto en el lugar que
legítimamente se ganó con piezas tan exquisitas como las que pueden encontrarse
en esta grabación. Como siempre cuando hablamos de Cantus, debemos sumarle a lo meramente musical un apartado estético
y musicológico de primer orden, convirtiendo este disco en un objeto cultural
completo. El diseño es hermoso, sobrio y elegante en su punto justo. Se remata
con unas fantásticas notas críticas realizadas por el creador del sello, José Carlos Cabello, sobre texto del
propio Díaz Latorre. Delicias de cinco órdenes…
Publicado en Codalario el 26-XII-2013.
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