El clavecinista español acomete la integral para el instrumento de uno de los grandes desarrolladores del mismo en la Francia del XVIII.
Complete Music for Harpsichord. Obras de Pancrace Royer. Yago Mahúgo. Brilliant Classics, 1 CD [94479], 2013. T.T.: 61:57.
Joseph-Nicolas-Pancrace
Royer [c. 1705-1755] es
considerado en nuestros días como uno de los grandes maestros que ayudaron a desarrollar
la escritura clavecinística en el barroco francés. Y lo es, curiosamente, con
una producción para dicho instrumento realmente breve. Tan solo se conservan de
él estas 14 piezas incluidas en su Premier
Livre de Pièces pour Clavecin, publicadas en 1746, así como una pieza
suelta, adaptación de un fragmento de su ópera Zaïde [acto II], que lleva por título La Chasse de Zaïde –otras piezas también son adaptaciones de esta
ópera, así como de su otro ballet Le
pouvoir de l' amour. Personaje de formación y oficios varios, destacó como
compositor, clavecinista y organista, pero también como administrador, además
de obtener importantes cargos musicales, como Maître de Musique en la ópera de Paris [1730-1733; regresaría en
1753 como inspector general]. Destacó también por ayudar al desarrollo del Concert Spirituel, en los que trabajó
para cambiar y mejorar su administración, normas y repertorios –gracias a él
hubo algunas obras obtuvieron un prestigio elevado, como su revisión del Requiem, de Jean Gilles, el motete In Convertendo, de Jean-Philippe Rameau
o la primeras versiones francesas del Stabat
Mater, de Giovanni Battista Pergolesi. Fue un destacado compositor de
óperas, tratando diversos géneros: ballet, tragédie –se acaba de editar en el
sello Alpha una versión de su Phyrrus–,
pastorale…
Y sin
embargo, realmente su fama –relativa, por supuesto– en la historia se debe a
estas quince piezas para el teclado. Algo muy bueno tiene que haber en ellas. Y,
en efecto, encontramos una calidad realmente elevada en la escritura
clavecinística de Royer. Esta suele transitar por los caminos que la danza
–género tan francés– le permite, generando a partir de esta piezas de un
marcado carácter enérgico, en el que se potencian los contrastes rítmicos y
dinámicos. Algunos piezas son de puro furor –escúchense el Rondeau Le Vertigo o La Marche des Scythes–, mientras que en
otras se puede apreciar esa elegante dulzura sugerida que tan bien saben crear
los franceses –maravilloso el Rondeau
de La Zaïde. En su escritura se nota
una evolución, más alejada ya de lo que pudo hacer François Couperin en sus
cuatro libros para clave, y relativamente cercana a lo que, por su parte,
realizase Jean-Philippe Rameau en sus libros para el instrumento, con un manejo
más rico de las sonoridades y lo rítmico, de los registros del clave y sobre
todo un desarrollo mucho más imaginativo y arriesgado de la armonía. El dominio
de la ornamentación, muchas veces en aras del virtuosismo puro, resulta
apabullante.
Con estos
antecedentes se presenta ante nosotros Yago
Mahúgo, cuyo nombre no les sonará muy francés. Se trata, sí, de un
intérprete español, que comenzó su carrera como pianista –lo lógico hasta hace
no demasiado tiempo–, pero posteriormente se decantaría por los instrumentos
históricos, formándose, nada menos, que con Robert Hill o Christophe Rousset.
Muchos tenemos en la cabeza aquella integral que este último grabase para
L’Oiseau-Lyre, siendo aún un joven prometedor, e incluso aquella que William
Christie registrase para Harmonia Mundi. Pues bien, hete aquí que la versión de
Mahúgo realmente no se queda atrás en lo excelso de sus interpretaciones. Es
Mahúgo un intérprete realmente solvente en lo técnico –sobrepasar con audacia
los escollos que Royer saltea en sus partituras así lo requiere. Sin embargo, lo
que más destaca en sus lecturas es su capacidad para asumir el estilo francés
tan marcado y característico que esta música contiene, y que siempre ha hecho a
los franceses como los mejores para saber llegar a su esencia. Se nota que el
clavecinista español ha pasado y reflexionado mucho tiempo con su maestro
Rousset sobre esta música. La obra de Royer cobra todo su significado en sus
manos, lo cual es decir mucho.
Brilliant
Classics sigue por la camino de la excelencia. Ya sabemos que
nos encontraremos diseños de lujo ni aditamentos que otros se pueden permitir,
pero encontrar una música de este calibre a un precio así sigue siendo algo
absolutamente imposible de dejar pasar. No se lo hagan, pues, porque querrán
escucharlo una y otra vez. Gracias, pues, a Royer, Mahúgo y Brilliant por
hacernos ver, de nuevo y para aquellos que aún tienen esa creencia, que la
música para clave no es un conjunto de fragmentos aburridos conectados en la
búsqueda de una sonoridad arcaica y singular. Nada más lejos. Aquí un
extraordinario ejemplo de ello.
Publicado en Codalario el 25-II-2014.
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