Segundo volumen de la música para cuerda pulsada del maestro francés en adaptaciones para conjunto de cámara.
La Musique de la Chambre de Roy – Volume II. Manuel Staropoli, Massimo Marchese, Rosita Ippolito y Manuel Tomadin. Brilliant Classics, 2013. TT. 54’29. Obras de Robert de Visée.
Para muchos, Robert
de Visée es el gran maestro francés de la música para cuerda pulsada. Y es
que sus colecciones: Livre de Guitarre
dédié au Roi [1682] y Livre de Pièces
pour la Guitarre [1686] son dos de los ejemplos más sustanciosos en la
escritura para dicho instrumento –y los que se le acercaban tipológicamente–
que se hayan dado en la historia de la música occidental. Poco es lo que se
sabe con exactitud del, sin embargo ínclito de Visée, pues ni tan si quiera sus
fechas de nacimiento [c. 1655] y fallecimiento [1722/1723] están completamente
claras. Sí sabemos que fue un intérprete prolífico, pues dominaba con soltura
el laúd, la guitarra, la théorbe,
pero también la viola da gamba, además de ser un excelente cantor. Se cree que
fue alumno de Francesco Corbetta,
uno de los grandes tañedores de guitarra de todo el Barroco. También se sabe
con cierta seguridad que estuve al servicio de Louis XIV, como musicien de chambre, y que en 1719 fue
nombrado maestro de guitarra del «Rey Sol». Por lo demás, era realmente
valorado por algunos de sus contemporáneos, siendo descrito como un célèbre Jouer de Théorbe.
En este
disco, continuación de un primer volumen dedicado a esta misma faceta del francés,
no se graba, sin embargo, parte de su célebre corpus solístico para guitarra
española o tiorba, sino que se centra en una colección algo posterior, que
lleva por título Pièces de Théorbe et de
Luth mises en partition, dessus et basse [1716], es decir, una serie de
piezas –organizadas en diez suites por la tonalidad de las mismas– que no son
sino una amalgama de algunas de las obras de sus dos anteriores colecciones
para instrumento solista, puestas en esta ocasión en varias partes, para un
conjunto de cámara típico de este período. De este modo, las obras se componen
de una línea a ejecutar por un instrumento de tesitura aguda [dessus] que debe ir acompañado del
correspondiente bajo continuo [basse].
Parece que en el Avertissement que
precede a la colección el propio de Visée recomienda el clave, la viola da
gamba y el violín para el dessus, sin
embargo, el autor no explicita un instrumento concreto para la interpretación
de esa línea alta, por lo que la libertad de los intérpretes hoy día es grande
en este aspecto. Era una práctica común en la época el conceder cierta holgura
al intérprete a la hora de escoger el instrumento, incluso en aquellas
colecciones que sí iban dedicadas a un instrumento concreto –la celebérrima
intercambiabilidad instrumental del XVII. Como explican los intérpretes del
presente registro, se ha optado por la presencia de la flauta de pico, pues se
trata de uno de los instrumentos más utilizados durante este período en toda
Europa, con gran literatura escrita para esta como solista. Se utiliza aquí
prácticamente toda la familia: desde la flauta soprano [Fa’], hasta la bajo [Fa],
pasando por la alto. La tablatura de la parte de la cuerda pulsada en esta
colección está lamentablemente perdida, además debemos tener en cuenta que las
partes de dessus y basse se encuentran escritas en
partituras diferentes, por lo que la tarea de interpretación no es todo lo asequible
que cupiera pensar.
La música de
de Visée es siempre de hermosa factura, sin embargo, encontramos que en estos
arreglos que la brillantez, delicadeza y elegante melancolía de sus obras a
solo se pierde por el camino. Quizá la elección de la flauta de pico no sea la
más adecuada, pues es este un instrumento con el que resulta complejo entrar en
un ambiente más sosegado y reflexivo, como así necesitan las obras del francés.
El uso de un único instrumento solista da unidad al disco, qué duda cabe, pero
quizá hubiese mejorado los efectos retóricos una variedad mayor en la elección
del instrumentario. Es bien cierto, por otro lado, que algo se consigue con el
concurso de un bajo continuo poderoso, sobre todo con la presencia de la propia
tiorba y la siempre nostálgica voz de la viola da gamba.
Contamos con
cuatro intérpretes de solvencia probada, pues Manuel Starapoli [flautas de pico], Massimo Marchese [tiorba de 14 órdenes], Rosita Ippolito [viola da gamba] y Manuel Tomadin [clave] son bien conocidos en el panorama de la
música antigua italiana. Sin poder achacar problemas técnicos a sus lecturas,
tampoco es fácil destacar ninguna de ellas por su brillantez. La conjunción de
los cuatro es buena, hay entendimiento y las líneas transcurren con fluidez,
respetándose unas a otras. Sin embargo falta algo, y es que me temo –reitero–
que la música de de Visée sale perdiendo absolutamente en este tipo de arreglos
camerísticos. De hecho, desde mi punto de vista, los momentos más brillantes
del disco son precisamente aquellos dos en los que la tiorba actúa de manera
solista [Entrée d’Apollon y Chaconne],
sin estar, dicho sea de paso, ante las lecturas más brillantes que hayamos
escuchado de dichas piezas.
Un
disco interesante –la música de este autor siempre lo es–, pero que deja
bastante indiferente al oyente, pues en general se tiene la sensación de estar
ante una música liviana, menor, cuando en realidad es precisamente todo lo
contrario. Estoy seguro de que los «deviseeianos» –como el que firma– tampoco
quedarán satisfechos.
Publicado en Codalario el 28-XI-2013.
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