La violagambista cubana nos trae una de las colecciones más exquisitas de cuantas se escribieran en la Europa del XVII para el instrumento, en unas lecturas repletas de energía y lirismo.
Tyd
en Konst-Oeffeningen, Op 2. Música
de Johannes Schenck. Lixsania
Fernández | Recondita Armonia Ensemble. Brilliant Classics, 1 CD [94635], 2014.
T.T.: 63:09.
Es bien cierto que la viola da gamba, al menos como
instrumento solista, suele asociarse de manera automática con la Francia del
XVII y XVIII. Sin embargo, en la Europa del XVII se produjo un importante
desarrollo del instrumento con papel protagonista, gracias especialmente a algunas
figuras que a lo largo y ancho del continente ayudaron a que este instrumento
se desarrollara en forma y fondo. Uno de
los casos más destacados es el del holandés Johannes Schenck [1660-d. 1710], de quien se guarda uno de los
retratos con el instrumento que tañía y para el que componía más célebres de la
historia, junto al de Marin Marais. Aunque de familia alemana, Schenck nació en
Amsterdam, ciudad en la que desarrolló gran parte su carrera. De hecho, fue
gracias a algunos ciudadanos adinerados residentes en la capital holandesa que
Schenck pudo editar sus colecciones de piezas en ediciones de una gran calidad.
Su manera de tocar era ensalzada por todos, hasta el punto de que incluso se le
llegó a mencionar en algunos poemas de la época como la persona que tañía con
mayor destreza y delicadeza el instrumento. Parece que permaneció en su ciudad
natal al menos circa 1696, cuando
obtiene un puesto en la corte de Johann Wilhelm II –que gustaba de tocar la
viola da gamba– en Düsseldorf. Se mantuvo aquí hasta que en 1710 que obtuvo el
nombramiento de consejero de cámara. Se cree que estuvo presente en la
coronación del Emperador Karl VI en Frankfurt al año siguiente, pero a partir
de este momento se le pierde totalmente la pista, hasta el punto de que no
sabemos ni la fecha exacta ni el lugar de su fallecimiento.
La obra de
Schenck se estructura en torno a diez opus, los Op. I, IV y V dedicados a la
música vocal, en los que la viola da gamba también adquiere una presencia
notable, mientras que el resto, Op. II, III, VI, VII, VIII, IX y X lo están
únicamente a la instrumental. Su corpus instrumental, dedicado en su mayor para
la viola da gamba como instrumento solista –incluso a dúo, como encontramos en
su Op. VIII, intitulado Le nymphe di
Rheno– es uno de los más importantes de cuantos se compusieran en la Europa
de los siglos XVII y XVIII. Es interesante comprobar como en él se reflejan
fielmente los cambios estilísticos de importancia que se produjeron en el norte
de Europa en aquel momento, aunque esto quizá no haya resultado muy positivo
para el Schenck compositor en la posteridad. Su Op. II, Tyd en Konst-Oeffeningen, publicado en Amsterdam en 1688, contiene
un total de 15 sonatas en varios movimientos de danza, a la manera de suites. A
pesar de ser su primera colección instrumental, así como para la viola da gamba
solista, se encuentra en ella un virtuosismo realmente considerable y una
exigencia técnica elevada. Para unos –Ubail
Zamora, autor de las notas críticas del disco– sigue aquí el estilo italiano
que conducirá a una nueva y más virtuosa dimensión de la escritura para la
viola da gamba, especialmente gracias a su expansión en el registro del
instrumento. Para otros –Pieter Dirksen–,
el virtuosismo de estas piezas parece reflejar la influencia del lenguaje
desarrollado por los ingleses William Young y Henry Butler, además del de la
escuela violinística alemana de Heinrich Ignaz Franz von Biber y Johann Jakob Walther,
e incluso el de la escritura polifónica para cuerda del belga Carolus Hacquart
y el alemán David Petersen. En mi opinión, aunque no desarrolla aquí una
influencia francesa tan marcada como en su colección Scherzi Musicali, Op. VI [Amsterdam, 1698], sí podemos observar
algunos ejemplos cercanos a los del lenguaje galo para el instrumento,
especialmente en los movimientos lentos. Con este total de influencias, la
música de Schenck se convierte en una de las más idiomáticamente personales de cuantas
se hayan escrito para el instrumento.
La versión
parcial aquí ofrecida –únicamente se han registrado seis de las quince sonatas,
las números 1, 5, 9, 11, 12 y 15–, que nos ofrece la gambista cubana –aunque
formada posteriormente en España– Lixsania
Fernández resulta absolutamente convincente a la hora de plasmar todas estas
influencias en el lenguaje del autor. Las maneras de Lixsania son dulces y
delicadas, más dotada en mi opinión para plasmar el lirismo de los movimientos
lentos que para el exigente virtuosismo técnico de los pasajes más rápidos e intrincados.
Pasa, no obstante, con una excelente nota por los escollos y las idas y venidas
que por el diapasón platea el compositor holandés. La complejidad de la
escritura en cuanto a los registros es realmente elevada, necesitando del
intérprete una destreza y un dominio del registro agudo más que notables. Es
cierto que con algunos problemas más en el registro agudo, las agilidades no
suponen en ningún momento un obstáculo insalvable en la presente grabación.
Se acompaña
de los instrumentistas que componen Recondita
Armonia Ensemble –fundado y liderado por ella misma–, quienes saben aportar
el color y carácter adecuados para cada una de las piezas. Así, tanto Maria Alejandra Saturno al cello
barroco, como Estaban Mazer al clave
y el gran Eduardo Egüez a la tiorba,
aportan cada uno el mejor de sus saberes para componer un todo armonioso y
elegante. Destaca especialmente la labor de Egüez, siempre tan adusto y
delicado, sabiendo poner el punto justo a cada pasaje, aportando en muchos
momentos tanto como el instrumento solista en cuanto a la expresión de las
emociones.
Sin duda,
estamos ante una grabación muy notable, que se merece una segunda parte en la
que registrar las nueve sonatas restantes, pues supondría –que sepamos– la
primera grabación completa de la que es, sin duda, una de las colecciones más
interesantes para la viola da gamba fuera de Francia. Bravo por Brilliant, que sigue sorprendiendo y
acertando con cada novedad, realizando aquí una feliz conjunción entre
compositor e intérpretes, en un camino que está, en este caso, dirigido a
descubrir un poco más a ambos, lo cual siempre es de celebrar. Lo esperamos,
pues.
Publicado en Doce Notas el 10-IX-2014.
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