Fantástico estudio sobre la vida de uno de los compositores ingleses
menos transitados por la musicología, que muestra además una extraordinaria perspectiva del mundo
de la edición e impresión musical en las islas británicas.
Thomas Morley. Elizabethan Music Publisher. Tessa Murray. Woodbridge, Boydell Press, 2014. 285 pp. ISBN: 978-1-84383-960-6.
Los avances que han tenido lugar en la musicología en las últimas
décadas son realmente fascinantes. Echar una vista atrás –sin desmerecer
en absoluto el trabajo que muchos estudiosos llevan realizando desde
bien entrado el siglo XX en esta disciplina– para comprobar cuál era la
visión de un musicólogo al acercarse al estudio de una figura
compositiva y su contexto, y pasar a continuación a compararlo con la
praxis actual en el mismo caso supone todo un ejercicio de
clarividencia. El grado de contextualización y la forma en que los
autores de los textos son capaces de sumergirse en el mundo humano y
profesional de aquel al que estudian supone todo un lujo para los
lectores y otros estudiosos. El libro que presentamos aquí es un claro
ejemplo de ello, pues resulta, a todo punto, una referencia
imprescindible para el estudio de Thomas Morley [c. 1557-1602],
uno de los autores ingleses más importantes del Renacimiento, que sin
embargo pasa por ser uno de los menos estudiados por los expertos, al
igual que de los que menos se interpretan –la ausencia casi total en su
catálogo compositivo de piezas sacras le ha afectado notablemente en
este aspecto–.
Encuadrado dentro de la colección Music in Britain, 1600-2000 –un poco justa su presencia aquí en lo temporal, hay que decir–, que coeditan Byron Adams, Rachel Cowgill y Peter Holman, este Thomas Morley. Elizabethan Music Publisher
supone un fascinante viaje a la Inglaterra de la segunda mitad del
siglo XVI, ahondando con absoluto rigor y una fluidez textual
considerable en los aspectos biográficos del autor, uniéndolos de manera
muy natural con su desarrollo profesional, cediendo especialmente el
protagonismo, como no podía ser de otra forma aquí, a su faceta de
editor e impresor.
Estructurado en torno a once capítulos el texto comienza con los
habituales apartados previos al estudio. Un prefacio breve, los
correspondientes agradecimientos, lista de ilustraciones aparecidas, así
como de las tablas de datos que se adjuntan en el texto, un apartado
dedicado a las abreviaturas usadas, y el que me parece de mayor interés,
un apartado dedicado a las convenciones editoriales, en el que la
autora apunta los aspectos a tener en cuenta en relación con la
transcripción de los textos originales, los nombres, los títulos de las
obras, la conversión de las monedas en los datos originales, las fechas –por el tema de la adopción del calendario Juliano– y el uso para las
referencias de página y folio. Breves subapartados que facilitan en
mucho la lectura y la comprensión de los datos.
Los dos primeros capítulos están dedicados a la etapa formativa de Morley,
el primero de ellos a su infancia como cantor en Norwich –su ciudad
natal–, así como su posterior nombramiento como maestro de los niños
cantores en la catedral de dicha localidad; mientras que el segundo se
centra más en su etapa juvenil, cuando fue admitido para estudiar música
en la Oxford University, aunque parece que nunca llegaría a asistir
como alumno presencial, y especialmente su salto de músico de iglesia al
de empresario, sin duda el más sustancial de su carrera. Dos capítulos
que sirven para aclarar algunas dudas que estaban pendientes en cuanto a
su fecha de nacimiento, su infancia en Norwich y su desempeño
profesional en la iglesia, además de su formación o no en Oxford y su
relación alumno/maestro con William Byrd –quien le influyó de manera muy
notable–.
Los capítulos tres y cuatro se detienen en el aspecto del contexto musical, especialmente el editorial, el primero de ellos en lo referente al mercado de la música que la autora denomina recreativa –entendiendo el concepto en su contexto–, dedicando apartados muy
esclarecedores en cuanto a la impresión musical en Inglaterra antes de
1590 –recordemos que en Inglaterra la primera publicación real completa
data de 1575, con las Cantione Sacræ de Tallis y Byrd, cuando
en Europa ya se estaba editando e imprimiendo desde comienzos del siglo
XVI–, además del tipo de consumidores musicales que encontramos en la
Inglaterra en este siglo, la manera en que la música circulaba por el
país, el cambio de gustos y manera de consumir por el nuevo público;
mientras, el siguiente capítulo se centra en la organización de la
imprenta musical centrada en la capital británica, como se controlaba y
gestionaba la impresión musical, así como el monopolio establecido por
la reina Elizabeth I en manos de Byrd y el final de este.
Los capítulos cinco, seis y siete se dedican íntegramente a
la carrera desarrollada por Morley en lo referente al mundo editorial e
impresor. El primero de ellos narra la consecución del
monopolio de Morley por parte de la reina, no sin antes hacer alusión al
sistema establecido para la consecución de un monopolio, para terminar
con un apartado dedicado al monopolio tras la etapa de Morley. El sexto
lo dedica al negocio editorial del autor, la economía de la editorial y
lo ingresos de sus publicaciones. El séptimo capítulo se centra en el
negocio como impresor –es necesario diferenciar entre el del editor y
este–, refiriéndose al proceso a seguir a la hora de imprimir, el
establecimiento de la imprenta, la rentabilidad económica de la misma y
haciendo alusión a algunos casos particulares que supusieron un punto de
inflexión en su desarrollo profesional.
Los capítulos 8 y 9 analizan en que forma Morley
responde a las necesidades del mercado a través de la elección de obras
para sus clientes. Primeramente en relación al madrigal, dedicando
apartados a la propagación del género y otras formas relacionadas, así
como su acercamiento como compositor a dicho género profano –sus
diversas publicaciones, las transcripciones que realizó y las antologías
que editó e imprimió–. El noveno se centra en otros géneros, pues tras
haber copado y establecido por completo el mercado de los madrigales
ingleses se centró en otros géneros, especialmente dedicados a la música
para consort y los ayres para laúd, aquello que se consumía de manera recreativa. Además se nos habla de la publicación de su A Plaine and Easie Introduction to Practicall Musicke, un manual musical de autoinstrucción que supuso la culminación de su proyecto editorial más ambicioso y que concluyó en 1597.
Los dos capítulos finales [diez y once] sirven como fabuloso epílogo a
toda la carrera de Morley, pues en ellos se nos da cuenta de su la
importancia real que tuvo su labor en el mundo de la impresión, el
impacto que tuvieron sus publicaciones, en definitiva, cuál fue su
legado –su modelo sirvió como patrón editorial en los siguientes veinte
años a su desaparición–.
Se cierra el libro con una serie de cinco apéndices inteligentemente
introducidos por la autora, que sirven de guía en el camino para la
mejor comprensión de diversos aspectos: una tabla con las dedicatorias
de Morley en sus publicaciones; la transcripción de la patente musical
del autor en 1588; una tabla con los ingresos percibidos de por vida por
sus publicaciones; una relación con las publicaciones llevadas a cabo
por Morley y William Barley como impresores en Little Saint Helnes; las
publicaciones de Morley como compositor. Los detalles de las colecciones
son excelentes, con el título completo y todos los detalles de las
piezas contenidas.
Este es, pues, un libro de absoluta referencia ya no solo en el
tratamiento de la figura de Thomas Morley y su labor como editor e
impresor –más que la de compositor–, sino que lo es también en cuanto a
la situación de la edición e impresión musical en la Inglaterra de
finales del XVI. Un trabajo excelente el llevado a cabo por Tessa Murray, que Boydell Press ha sabido publicar para el solaz de los apasionados estudiosos, intérpretes y lectores de este período tan fascinante.
Publicado en Doce Notas el 06-II-2015.
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