Glossa edita un extraordinario estuche, de edición muy limitada,
que recoge la integral de los nueve libros de madrigales de Claudio
Monteverdi en las magistrales y absolutamente referenciales lecturas del
conjunto italiano.
The Complete Madrigal Books. Música de Claudio Monteverdi. La Venexiana | Claudio Cavina. Glossa, 12 CDs [GCD 920929], 1998-2008 [2014]. T.T.: 797:12.
Decir madrigal nos lleva de manera irremediable al nombre de
Monteverdi. Quizá los estudiosos, los expertos en el género profano y
los oyentes apasionados de la música de los siglos XVI y XVII piensen en
otros nombres, como Carlo Gesualdo, Luzzasco Luzzaschi, Luca Marenzio,
Cipriano de Rore, Jacques Arcadelt, e incluso puede que se vayan hasta
los británicos que practicaron la forma: Thomas Weelkes, Thomas Morley,
Orlando Gibbons o Thomas Tomkins. De cualquier manera, Claudio Monteverdi [1567-1643]
ha pasado a la historia como el desarrollador más genial del género y
especialmente como aquel que lo renovó de manera más impactante y cuya
vida estuvo indisolublemente unida a la evolución del madrigal, con su
paso entre la manera de hacer renacentista a la barroca.
Y es así con absoluto merecimiento, pues su
tratamiento del género profano puede colocarse a la altura de cualquiera
de las sustanciales aportaciones a un género a lo largo de la historia
de la música occidental. Así como las sinfonías son Haydn o Beethoven;
las pasiones, Bach; las óperas son Händel o Mozart; o los concerti
grossi, Corelli o Stradella; el madrigal es Monteverdi. Hablar de los
madrigales «monteverdianos» es hacerlo de las pasiones, de la humanidad,
de la palabra y la música, es hablar de la capacidad para glosar en
menos de diez libros el arte máximo de la composición para un género
concreto.
Sus madrigales siempre han estado presentes en la
primera línea de la interpretación desde que su comenzase a prestar
atención a su figura, de manera más notable con la llegada de los
criterios históricos y de la discutida autenticidad que promulgaba la
HIP [Historically Informed Performance], que privilegió en un
primer momentos las obras para la escena del autor cremonés, pasando
después a los madrigales. Ha sido especialmente a finales del siglo XX
cuando algunos de los conjuntos europeos más importantes en el ámbito de
la música antigua se centraron en este repertorio. Fueron especialmente
los italianos –que reconocían como propio el género– los que más acento
pusieron en los madrigales, aunque no los únicos, como demuestra el
notable caso de los británicos The Consort of Musicke | Anthony Rooley,
quienes grabaron entre la década de 1980 y principios de 1990 la
totalidad de los madrigales de Monteverdi –a excepción del Libro Nono–,
que supuso probablemente la aproximación discográfica más pronta de
notable interés.
Fue así hasta que hicieron su aparición en escena
dos de los conjuntos italianos más destacados de cuantos se hayan
formado para interpretar repertorio barroco. El primero en hacerlo fue
Concerto Italiano, quien de la mano de Rinaldo Alessandrini comenzó a
descubrir los madrigales del cremonés con una visión más mediterránea,
contando en el conjunto con algunos de los intérpretes que años después
acompañaron al contratenor Claudio Cavina en su aventura de crear su propio grupo [1998]. Así nació La Venexiana,
sin duda el conjunto más influyente en lo que a la interpretación del
género madrigalesco de la Italia de los siglos XVI y XVII se refiere. Su
visión de la obra de Monteverdi, Carlo Gesualdo, Luzzasco Luzzaschi o
Luca Marenzio dio un giro a la manera de comprender el género. Como
base, un carácter más cercano al de los propios compositores –una visión
más pasional, luminosa, terrenal, y alejada de la cierta frialdad y
lejanía que las lecturas de la Europa central y del norte reflejaban–,
con dominio del lenguaje que se canta –algo tan fundamental para
interpretar estas obras–, unos tempi menos arbitrarios, una comprensión
más exacta del concitato y la sprezzatura. En definitiva, una visión que
terminó por hacerse absolutamente referencial.
Cuando el conjunto pasó de su estancia en el sello parisino Opus 111 al escurialense Glossa,
se crearía sin duda una de las uniones intérprete/discográfica más
fructíferas e influyentes de finales del siglo XX y principios del XXI.
Nació así la Monteverdi Edition, que ambos pusieron en marcha para
grabar, en un comienzo, la totalidad de los madrigales que Monteverdi
compusiera. Así, entre enero de 1998 y julio de 2006 se registraron
estos ocho álbumes que ponían en liza la integral de los nueve libros
que Monteverdi vio editados entre 1587 y 1638 –incluyendo el noveno que
se editó póstumamente en 1651–. Pasados, pues, 6 años desde que el
último de los discos saliera al mercado [2008], el sello con sede en San
Lorenzo de El Escorial edita esta exquisita caja, en una edición muy
limitada, que recoge todos esos álbumes, a los que se añade un disco
titulado Live in Corsisa, que fue editado en 2003. Para la
ocasión se presenta los discos en unos plásticos no demasiado
agradables, aunque útiles –quizá unos cartones impresos con la carátula
original de cada disco hubiera supuesto la guinda del pastel–, así como
un libreto amplio que recoge las pistas, intérpretes y datos básicos de
cada uno de los discos, además de unas excelsas notas críticas –escritas
ex profeso por Stefano Russomanno–, que
recogen la evolución del género en las manos de Monteverdi. No obstante,
el último de los discos contiene en su interior el gran tesoro que
supone la presencia de todos y cada uno de los libretos originales –sin
la portada–, con las fantásticas notas que el mismo musicólogo italiano
fuese redactando para cada ocasión.
Estamos ante una caja que recoge la mayor exhibición
creadora y performativa de este género profano. Una procesión de
intérpretes de primera línea, entre los que se encuentran algunos de los
verdaderos maestros del género, como las sopranos Rossana Bertini,
Nadia Ragni, Roberta Mameli o Emauella Galli; los altos Claudio Cavina y
Gloria Banditelli; los tenores Giuseppe Maletto, Sandro Naglia o Raffaele Giordani; y los bajos Daniele Carnovich y Matteo Bellotto, por poner algunos ejemplos. Se acompañan de algunos de los más experimentados instrumentistas, como Svetlana Fomina, Elissa Citterio, Cristiano Contadin, Rodney Prada, Franco Pavan, Paul Beier, Gabriele Palomba o Fabio Bonizzoni. En definitiva, un auténtico dream team
de la interpretación histórica al servicio único de la genialidad
«monteverdiana». Es por eso que los discos suponen un auténtico tesoro.
Es de justicia, como siempre, resaltar el fantástico trabajo de Carlos Céster en la producción ejecutiva, además de la producción artística de Sigrid Lee, que junto al trabajo de sonido –pulcrísimo, que eleva las grabaciones al Olimpo– de Davide Ficco y Roberto Meo y la exquisita labor de Valentín Iglesias [00:03:00] en el diseño, hacen de estos una colección imprescindible en todos los aspectos.
Esta es, sin duda, la mejor integral que puede
encontrarse en el mercado y la más influyente de cuantas se hayan
realizado en la historia de la fonografía, lo que es decir mucho. Glossa
demuestra su magnífica visión al reeditar de manera conjunta una serie
de 12 compactos que suponen el alpha y el omega del
madrigal y de Monteverdi, pues así como los madrigales son a Monteverdi,
La Venexiana | Claudio Cavina son a los madrigales.
Publicado en Codalario el 03-II-2015.
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