Por los caminos de la palabra
Un
fantástico manual que nos acerca un poco más al complejo mundo de la retórica musical
en el Barroco europeo.
Música
y retórica en el Barroco. Rubén López Cano. Barcelona, Amalgama Edicions [Amalgama
textos, 1], 2011, 239 pp. ISBN: 978-84-89988-67-5.
Si
acudimos al DRAE, a propósito del presente libro, podemos encontrar lo
siguiente:
Retórica.
Retórica.
(Del
lat. rhetorĭca, y este del gr. ῥητορική).
1. f. Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover.
2. f. Teoría de la composición literaria y de la expresión hablada.
3. f. despect. Uso impropio o intempestivo de este arte.
4. f. pl. coloq. Sofisterías o razones que no son del caso. No me venga usted a mí con retóricas.
Aparentemente, el concepto de retórica puede estar claro para casi cualquiera de nuestros lectores, al menos en lo referente a su acepción puramente lingüística. Lo que ya quizá no todos conozcan es la relación, realmente estrecha, que esta y la música tuvieron desde bien entrado ya el Renacimiento en la Europa del siglo XVI. Los compositores de los siglos XVI, XVII y XVIII estaban realmente muy versados en el arte de la retórica, pues su formación humanística era profunda. Aunque puesto en práctica notable desde 1535, fue especialmente en el Barroco cuando los compositores europeos se preocuparon por aplicar los conceptos de aquello que se entendía por retórica clásica sobre el estudio de algunos aspectos de la música de su tiempo. El autor da como dato interesante que el primer análisis que se conoce sobre una obra completa, en el que se aplican las figuras y conceptos de la retórica, es el realizado por Joachim Burmeister [1564-1629] sobre el motete In me transierunt a 5 de Orlandus Lassus [1532-1594], que fue realizado en 1599, pero publicado en su tratado Musica poética: definitionibus et divisionibus breviter delineata, de 1606.
El presente libro, escrito por Rubén López Cano en el año 2000, pero publicado en España en 2011 por la editorial barcelonesa Amalgama Edicions –que inaugura, además, la serie Amalgama textos–, supone el acercamiento en español más sustancioso y referencial a la ya comentada interconexión entre ambas artes.
Por medio de dos partes claramente diferencias, pero cohesionadas, el autor mexicano –musicólogo especialista, entre otros ámbitos, en semiótica y retórica musical– nos va desgranando los aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de acercarse a la retórica musical. La primera parte, que se divide en tres capítulos, se centra en los fundamentos de la retórica como disciplina propia –dando así cuenta de su nacimiento y evolución–, pero también en su relación con el arte musical en el Barroco, para terminar explicando el sistema retórico musical. Esta parte es quizá la de lectura más ardua, pues contiene aspectos muy técnicos –algunos harto complejos–, que pueden echar a priori para atrás al lector. Sin embargo, el conocimiento profundo del tema tratado, además del buen hacer en la escritura, hacen que los capítulos no resulten tediosos, sino que los conceptos parezcan clarificarse paso a paso según avanzamos por las páginas. En un asunto como el de la retórica, la implicación de los conceptos previos es vital para que la asimilación de los conocimientos posteriores sea adecuada. Si existen lagunas, la tormenta de datos y la exigencia intelectual de la propuesta a nivel global supondrá un absoluto caos.
La segunda parte, sin ninguna duda destinada en mayor medida –aunque no solo– a la praxis, se detiene –también a través de tres capítulos– en la explicación de la decoratio literaria y la musical, es decir, básicamente lo referente a las figuras retóricas, para terminar con un enorme apartado, que no es otra cosa que un catálogo detallado de la mayor parte de las figuras retóricas existentes, que han sido extraídas de los principales tratados europeos desde principios del siglo XVII hasta la segunda mitad del XVIII. Además, la manera de presentarlas resulta todo un acierto. Primero por su estructuración por tipos, dependiendo si afectan a la melodía, armonía o a varios elementos musicales, y después por el desarrollo en ellos de una serie de subapartados que resultan muy clarificadores y útiles a la hora de localizar a cada una de las figuras –aunque haya muchas que puedan comprenderse en varios de estos a la vez–. Cada una de las figuras se presenta con su nombre original, su nombre en español, las diversas ortografías del mismo, además de los otros nombres con que aparecen denominadas en varios de los tratados. Esto de por sí ya es todo un hallazgo que facilita muchas cosas, pero es que además en la mayoría parte de la figuras aparecidas se añade una definición de la misma desde el punto de vista de la retórica oratoria y la literaria, amén de los indispensables ejemplos musicales en los que se puede aplicar de manera práctica todo el corpus teórico desarrollado previamente –solo cabe lamentarse por el hecho de que algunas figuras carecen de estos–. Concluyen esta magna obra una serie de apéndices de gran utilidad e interés máximo: una breve relación biográfica sobre los diversos autores aparecidos a lo largo del libro, además de la correspondiente bibliografía –extensísima, lo que nos da buena muestra del gran trabajo realizado por el autor–, así como un índice de las figuras retóricas descritas que nos facilita en mucho la búsqueda directa.
1. f. Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover.
2. f. Teoría de la composición literaria y de la expresión hablada.
3. f. despect. Uso impropio o intempestivo de este arte.
4. f. pl. coloq. Sofisterías o razones que no son del caso. No me venga usted a mí con retóricas.
Aparentemente, el concepto de retórica puede estar claro para casi cualquiera de nuestros lectores, al menos en lo referente a su acepción puramente lingüística. Lo que ya quizá no todos conozcan es la relación, realmente estrecha, que esta y la música tuvieron desde bien entrado ya el Renacimiento en la Europa del siglo XVI. Los compositores de los siglos XVI, XVII y XVIII estaban realmente muy versados en el arte de la retórica, pues su formación humanística era profunda. Aunque puesto en práctica notable desde 1535, fue especialmente en el Barroco cuando los compositores europeos se preocuparon por aplicar los conceptos de aquello que se entendía por retórica clásica sobre el estudio de algunos aspectos de la música de su tiempo. El autor da como dato interesante que el primer análisis que se conoce sobre una obra completa, en el que se aplican las figuras y conceptos de la retórica, es el realizado por Joachim Burmeister [1564-1629] sobre el motete In me transierunt a 5 de Orlandus Lassus [1532-1594], que fue realizado en 1599, pero publicado en su tratado Musica poética: definitionibus et divisionibus breviter delineata, de 1606.
El presente libro, escrito por Rubén López Cano en el año 2000, pero publicado en España en 2011 por la editorial barcelonesa Amalgama Edicions –que inaugura, además, la serie Amalgama textos–, supone el acercamiento en español más sustancioso y referencial a la ya comentada interconexión entre ambas artes.
Por medio de dos partes claramente diferencias, pero cohesionadas, el autor mexicano –musicólogo especialista, entre otros ámbitos, en semiótica y retórica musical– nos va desgranando los aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de acercarse a la retórica musical. La primera parte, que se divide en tres capítulos, se centra en los fundamentos de la retórica como disciplina propia –dando así cuenta de su nacimiento y evolución–, pero también en su relación con el arte musical en el Barroco, para terminar explicando el sistema retórico musical. Esta parte es quizá la de lectura más ardua, pues contiene aspectos muy técnicos –algunos harto complejos–, que pueden echar a priori para atrás al lector. Sin embargo, el conocimiento profundo del tema tratado, además del buen hacer en la escritura, hacen que los capítulos no resulten tediosos, sino que los conceptos parezcan clarificarse paso a paso según avanzamos por las páginas. En un asunto como el de la retórica, la implicación de los conceptos previos es vital para que la asimilación de los conocimientos posteriores sea adecuada. Si existen lagunas, la tormenta de datos y la exigencia intelectual de la propuesta a nivel global supondrá un absoluto caos.
La segunda parte, sin ninguna duda destinada en mayor medida –aunque no solo– a la praxis, se detiene –también a través de tres capítulos– en la explicación de la decoratio literaria y la musical, es decir, básicamente lo referente a las figuras retóricas, para terminar con un enorme apartado, que no es otra cosa que un catálogo detallado de la mayor parte de las figuras retóricas existentes, que han sido extraídas de los principales tratados europeos desde principios del siglo XVII hasta la segunda mitad del XVIII. Además, la manera de presentarlas resulta todo un acierto. Primero por su estructuración por tipos, dependiendo si afectan a la melodía, armonía o a varios elementos musicales, y después por el desarrollo en ellos de una serie de subapartados que resultan muy clarificadores y útiles a la hora de localizar a cada una de las figuras –aunque haya muchas que puedan comprenderse en varios de estos a la vez–. Cada una de las figuras se presenta con su nombre original, su nombre en español, las diversas ortografías del mismo, además de los otros nombres con que aparecen denominadas en varios de los tratados. Esto de por sí ya es todo un hallazgo que facilita muchas cosas, pero es que además en la mayoría parte de la figuras aparecidas se añade una definición de la misma desde el punto de vista de la retórica oratoria y la literaria, amén de los indispensables ejemplos musicales en los que se puede aplicar de manera práctica todo el corpus teórico desarrollado previamente –solo cabe lamentarse por el hecho de que algunas figuras carecen de estos–. Concluyen esta magna obra una serie de apéndices de gran utilidad e interés máximo: una breve relación biográfica sobre los diversos autores aparecidos a lo largo del libro, además de la correspondiente bibliografía –extensísima, lo que nos da buena muestra del gran trabajo realizado por el autor–, así como un índice de las figuras retóricas descritas que nos facilita en mucho la búsqueda directa.
Estamos, sin la más mínima
duda, ante un libro absolutamente referencial, que si bien va más dirigido
hacia la práctica interpretativa –como el propio autor señala en la
introducción–, no debe ser pasado por alto por cualquier estudioso, no ya de la
retórica musical –para quien debe ser un manual de cabecera–, sino para
cualquiera relacionado de manera directa o indirecta con la musicología, la
interpretación histórica, la praxis interpretativa de otros períodos, la
interrelación texto-música. Incluso, a pesar de ser un tema tan específico, recomendamos
su lectura para todos aquellos alejados de la musicología o de la práctica
musical, pero que quieran abrirse a experiencias intelectuales complejas de
carácter multidisciplinar. En cualquier caso, este es sin duda el mejor texto
en español para acercarse desde cualquiera de los puntos de interés.
Publicado en Codalario el 03-XI-2014.
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