Europa Galante se estrena en Glossa con un extraordinario monográfico dedicado a honrar la memoria de las magníficas instrumentistas que en el XVIII habitaron La Pietà veneciana.
Il Diario di Chiara. Music form La Pietà in Venice in the 18th Century. Obras de Giovanni Porta, Antonio Vivaldi, Nicola Porpora, Antonio Martinelli, Gaetano Latilla, Fulgenso Perotti y Andrea Bernasconi. Europa Galante | Fabio Biondi. Glossa, 1 CD + 1 DVD [GCD 923401], 2014. T.T.: 72:30 + 32:00.
Venezia, 1718. Un pequeño bebé de dos meses
es depositado delante de la puerta de Il Pio Ospedale della Pietà veneciano. Hasta
aquí todo normal, teniendo en cuenta que esta institución –al igual que los
otros ospedali de la ciudad: dei Derelitti, dei Incurabili y dei
Mendicanti–, tenía como función precisamente eso, ayudar a los necesitados.
La Pietà, fundada en el año de 1335, era un centro que hacía las veces de
orfanato, convento y, lo que sin duda le haría excepcional, de conservatorio. Allí,
especialmente durante los siglos XVII y XVIII, se fue conformando una orquesta de
mujeres cuyo nivel realmente asombroso no tenía nada que envidiar al de
cualquiera de las orquestas profesionales de la Europa del momento.
Una
de esas figlie di coro –rango
concedido a aquellas mujeres con mejores cualidades vocales e instrumentales
que participaban en estos conciertos– era Chiara
o Chiaretta del violino [1718-1791], pues así se las llamaba, añadiendo a
su nombre de pila el del instrumento que tañían. Nuestra protagonista empezó a
tañer el violín con 12 años, probablemente de la mano de Anna Maria, la célebre
alumna predilecta de nada menos que el gran Vivaldi. A tenor de los escritos de
la época y de la gran cantidad de piezas que algunos de los maestros de La
Pietà compusieron para ella, Chiara fue la gran violinista de la institución tras
su propia maestra, lo que nos puede dar una idea de su exquisita calidad
interpretativa.
Se
presentan en este registro nueve obras de autores que ejercieron su magisterio
en la institución veneciana a lo largo de buena parte del siglo XVIII. Así,
comenzamos por Giovanni Porta [c. 1675-1755], compositor veneciano
y alumno de Francesco Gasparini, maestro
di coro en La Pietà entre 1726 y 1737, de quien se interpreta su breve pero
hermosa Sinfonia per archi en Re mayor, cuyo Largo intermedio sirve de maravilloso puente –repleto de elocuencia
emocional–, entre movimientos extremos de una escritura tremendamente ágil y
rítmicamente muy marcados.
De
Antonio Vivaldi [1678-1741], sin
duda el compositor más notable y cuya impronta se dejó notar de manera más
evidente en la institución veneciana en los años que ejerció magisterio en la
misma –entre 1713 y 1740–, se nos ofrecen dos piezas: su Sinfonia per archi en Do
mayor RV 149, que probablemente hiciese las veces de sinfonía introductoria en
su cantata Il Coro delle muse
–estrenada en 1740 ante el Príncipe-Elector de Saxony, Frederick Christian–,
con un estilo marcadamente «vivaldiano» en sus tratamiento melódico, las
progresiones armónicos o ese bajo tan característico. Además, se nos ofrece su Concerto per violino en Si bemol mayor RV 372, intitulado Per la S.ra Chirara, en una clara dedicatoria
para nuestra protagonista y su intérprete, en el que hay de todo, pues los
movimientos primero y tercero son un claro ejemplo del dominio que Chiara debía
tener sobre el instrumento: pasajes virtuosísticos, dobles cuerdas, dominio de
las posiciones altas; mientras que su segundo movimiento es un dechado del
lirismo y la capacidad melódica que Vivaldi poseía sobre la cuerda y que Chiara
debía poseer a la hora de interpretarlo.
Nicola Porpora [1686-1768], autor
napolitano, sin duda más ligado a otras instituciones y países –no en vano solamente estuvo en el ospedale el año de
1742–, que destaca además por sus composiciones vocales más que las puramente
instrumentales. Sin embargo, legó a la institución alguna pieza, como su
hermosa Sinfonia a tre en Sol mayor, preciosa obra en dos movimientos
que se conserva en el Ms. Dresden, y
que tiene como especial reclamo su Adagio
inicial, bellísimo juego de contrapunto entre los dos violines y el continuo.
El
siguiente maestro activo en el centro por orden cronológico –maestro di cappella entre 1744 y 1753–
es Andrea Bernasconi [1706-1784],
del que se ofrece Sinfonia per archi
en Re mayor, del que se ha reconstruido
su parte de viola para la ocasión, y que representa en buena medida la pujanza
del estilo napolitano en la Italia del momento, demostrando un escritura
enérgica y un buen manejo del contrapunto.
El
otro autor más representado en el presente registro en Antonio Martinelli [c. 1702-1782], quien fuera nombrado maestro di strumenti y permaneciera en
el ospedale desde 1750 hasta 1781. Se
graban aquí su Concerto per viola d’amore
en Re mayor, Per la S.ra Chiara, además de Concerto
per violino en Mi mayor, dedicato all S.ra Chiara. Ambas son
obras de un calado técnico considerable, que nos muestran ya un contraste
interesante, pues se aprecia en el primer concierto un avance evidente hasta el
style galant, mientras que el
lenguaje del segundo permanece aún anclada a los preceptos de la escritura
barroca, aunque con algunos toques que miran ya hacia el futuro –qué efectiva
la jovialidad de su Allegro spiritoso
final–. Es extraordinario poder escuchar en pleno siglo XXI la cadencia
original del tercer movimiento del concierto para viola d’amore que la propia
Chiara concibió para ser interpretado, de una factura notable.
Gaetano Latilla [1711-1788], maestro di coro en el centro entre
1753-1765, compuso su Sinfonia per archi
en Sol mayor mostrando en ella su
capacidad melódica, además de su interesante mezcla de estilos: napolitano por
un lado, pero con ciertos toques norteños por otro. Se presenta aquí como un
compositor más dotado para la búsqueda de la riqueza sonora que para la consecución
de la emoción.
El
último de los compositores aquí presentados es Fulgenso Perotti [fl. siglo
XVIII], que estuvo activo en La Pietà entre 1759 y 1763, y del que se graba
su maravilloso Grave per violino e organo
en Do menor, en el que el juego de
tú a tú entre los dos instrumentos resulta de un colorido y una capacidad
expresiva realmente soberbios.
Estamos
ante un álbum absolutamente fabuloso. No solo por la calidad de las piezas,
muchas de las cuales son –hasta donde sabemos– primeras grabaciones mundiales,
sino porque la interpretación corre a cargo de Europa Galante y Fabio
Biondi. Qué magnífica unión la de este fantástico conjunto italiano con el
sello escurialense. Reducida su plantilla a la mínima expresión –un intérprete
por parte–, el conjunto que fundara Biondi allá por 1990, es, sin ninguna duda,
uno de los máximos exponentes en cuanto a la interpretación historicista se
refiere a nivel mundial, además de unos embajadores inmejorables para el
patrimonio musical italiano de los siglos XVII y XVIII. Las interpretaciones
del propio Biondi –solista, como es habitual–, así como de Fabio Ravasi y Andrea
Rognoni [violín barroco], Stefano
Marcocchi [viola barroca], Antonio
Fantinuoli [cello barroco], Riccardo
Coelati [violone], Giangiacomo
Pinardi [tiorba] y Paola Poncet
[clave y órgano] se nos antojan insuperables. Todos los temores que puedan albergarse
al comprobar lo escueto de la formación se disipan de manera instantánea al
escuchar los primeros compases. La capacidad técnica y expresiva es tal, que
consiguen que la sonoridad parezca multiplicarse. No se echan en falta más
efectivos, lo cual es un mérito descomunal por su parte. Calidad y calidez
fantásticamente logradas. Las cuerdas suenan como una sola y el continuo es
absolutamente demoledor. Todo un ejemplo de cómo interpretar este repertorio.
El
trabajo de Biondi es en este caso triple, pues a lo exquisito de sus
interpretaciones como solista –pocos violinistas barrocos están, desde hace
tantos años, a este nivel– hay que sumar su capacidad para dirigir al grupo
desde el instrumento –Europa Galante es uno de los conjuntos con más feedback que recuerde–, y especialmente
su trabajo de investigación para llevar a cabo la revisión de las obras, la
reconstrucción de algunas de las partes que estaban perdidas e incluso la
composición de algunas de las cadencias interpretadas. Es loable y digno de
mención el trabajo del equipo de cuatro personas del Conservatorio di Venezia, que junto al archivero a cargo de su
conservación y el inevitable apoyo económico de la Regione Veneto, han hecho
posible el catálogo y reconstrucción de todas las piezas cuyas partes aparecían
en Il Diario di Chiara, libro que
contiene varias de las piezas aquí grabadas y que perteneció a nuestra
protagonista.
El
registro se completa con la adición de un DVD en el que se aporta el breve
documental que sobre la institución y Chiara dirige Lucrezia Le Moli, que lleva a imágenes de manera elocuente la idea
concebida por el propio Biondi. Música extraída de este y otros álbumes,
imágenes de bella factura y un concepto que aúna la Venezia del XVII con la del
siglo XXI, poniendo en liza un trasfondo para la reflexión que va más allá de
lo puramente artístico y cultural. Tienen que verlo para saber de qué les
hablo.
Sin
duda, un evento discográfico de dimensiones monumentales, que sirve, además,
como digno y necesario tributo a la memoria de tantas y tantas mujeres que
dedicaron su vida única y exclusivamente a la música, pues entre aquellos muros
no había muchas más posibilidades que ello y la oración. Mujeres sobre las que
se ha especulado mucho, sobre las que la historiografía no siempre ha sido
justa, y que obtienen aquí, gracias al esfuerzo de varias partes y el inmenso
talento de Glossa Music –que vuelve
a demostrar por qué es, sin duda, uno de los tres mejores sellos discográficos
del mundo–, el homenaje que la historia quizá les tenía todavía reservado. Se
quedarán impresionados. Tienen mi palabra.
Publicado en Codalario el 13-XI-2014.
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