martes, 22 de junio de 2010

Unas vísperas "arpegiadas"


Fecha: 25 de abril de 2010. 20:30 horas.
Lugar: Sala Pau Casals, L'Auditori, Barcelona.
Contexto: Segundo concierto del XXXIII Festival de Música Antiga de Barcelona, intitulado Europa 1610:Les Noves Musiques.
Programa: Claudio Monteverdi, Vespro della Beata Vergine.
Intérpretes: L'Arpeggiata - Christina Pluhar, dirección.


El conjunto francés L'Arpeggiata, de sobra conocido por todos, se presentaba en Barcelona, dentro de su gira europea, para dar cuenta de la que había ido su reciente grabación discográfica -aún sin presentar y realizada en la localidad francesa de Metz-, dedicada de manera monográfica a las vísperas monteverdianas.
Poco o nada se puede decir ya de ese monumento sacro de Il Divino Claudio, publicado en el año 1610 y que no sea ya conocido, así pues, aquí os dejo un enlace en el que conocer algún detalle más, para aquel que no tenga tan claros los entresijos de esta magna obra.

Me centraré, pues, en la interpretación del concierto.
Teniendo en cuenta la profusión de grabaciones discográficas de esta obra, algunas de ellas de impresionante calidad musical y totalmente referenciales, como pueden ser las versiones de Herreweghe, McCreesh, Garrido, Jacobs, Parrott e incluso Savall, es más que probable que la necesidad de un nuevo registro resulte, a todas luces, más que innecesario, a no ser que dicho registro tenga algo nuevo y muy bueno que ofecernos; me temo que el registro de L'Arpeggiata no va a cumplir tales expectativas, a no ser que gusten de un Monteverdi desenfrenado, rítmico, casi jazzístico y algo folclórico -sí, hasta en la música sacra-. Y es que la visión de Pluhar para estas vísperas resulta similar a su visión monteverdiana mostrada en el disco Teatro d'Amore, que grabara hace un par de años.

Digamos que Pluhar gusta de recalcar los acentos de esta música, e incluso alterarlos en cierta manera, para lograr un desarrollo discursístico distinto del natural y que ella cree adecuado. Por ello no resulta extraño encontrarse con un walking bass realizado por los instrumentos graves de la cuerda. Tengo que admitir que iba con ciertas reticencias ante este concierto, pues ya conocía esta faceta de la arpista y tiorbista francesa -que se acrecentaron al observar la presencia de un psalterio en el conjunto instrumental, aunque finalmente no se contase con su concurso-, pero finalmente se contuvo, supongo que ese carácter sacro y más formal de estas piezas la echarían para atrás, y no se le fue la mano en exceso, aunque sí hubo toques de su hacer habitual que, para un servidor, desvirtuaron un tanto las bellas páginas del cremonés.

El apartado vocal rindió a un altísimo nivel.
La participación de Nuria Rial fue algo más que testimonial, pero pese a todo, nos volvió a demostrar que es una excelente cantante y que controla infinitamente el repertorio del seicento.
Raquel Andueza estuvo realmente inconmensurable. Otra auténtica especialista en la música italiana del XVII y a la que su continua formación polifónica ayudó muchísimo en los pasajes a tutti, a la hora de encarar las piezas on el carácter que merecen.
Muy bien también la inglesa Miriam Allan, con un timbre precioso y gran elegancia en su línea de canto.
Una grata sorpresa fue la de la mezzo Luciana Mancini, a la que no conocía. De timbre carnoso, supo hacerse un hueco y estuvo muy presente en la sonoridad del conjunto -lo que no siempre es fácil para la línea de alto-. Pascal Bertin pasó desapercibido, tanto por su breve concuro en el concierto, como por su más que discreta actuación.
Los tenores rindieron a un excelente nivel -globalmente y junto a las sopranos, la mejor cuerda-. Merecen especial mención Emiliano Gonzalez-Toro, realmente extraordinario en el Nigra sum sed formosa y el ya veterano y mítico Jan Van Elsacker, muy solvente y dramático en el Audi coelum. Los otros dos tenores, Markus Brutscher y Fernando Guimaraes, estuvieron bastante bien, pero a un nivel inferior que los dos anteriores. Cabe destacar la fluidez de los agudos del primero de ellos, aunque no destacasen por su delicadeza. En general, los tenores resultaron excesivamente rudos en ciertos pasajes a tutti, mostrando muy poca delicadeza y elegancia.
Los bajos también rindieron a gran nivel.
El barítono Fulvio Bettini, estuvo muy discreto y poco participativo -no es una voz que acabe de gustarme para estos repertorios-. Algo mejor, pero tampoco brillante, resultó la participación de Hubert Claessens. Quien, sin embargo, si bordó su presencia, fue el bajo portugués Joao Fernandes, que estuve sensacional, sobre todo en los graves.
En general un nivel más que bueno en las voces, sobre todo en las participaciones solísiticas más que en los pasajes más corales, donde se nota la presencia de cantantes solistas cantando en un conjunto y esto no siempre funciona.

El apartado instrumental también rindió a un nivel realmente elevado.
El continuo estuvo realmente brillante. Muy bien Pluhar -sentada de espaldas al público- y Daniel Zapico en las tiorbas -excelente el joven asturiano-, así como Christine Plubeau en la gamba. Los dos órganos positivos, a pesar de ser un número más elevado de lo normal, no se mostraron excesivamente presentes en la sonoridad global -incluso se les echó de menos en ciertos momentos-.
La parte de viento estuvo realmente bien representada. Doron Sherwin siempre es una garantía en el cornetto, a pesar de su galopante imaginación improvisatoria, y el resto de instrumentistas estuvo más que notable; recordemos que ahí hay figuras de la talla de Gebhard David.
Para terminar, la parte alta recayó en las manos de Mira Glodeanu y Veronika Skuplik, dos de las grandes figuras del violín barroco de nuestros días. Realmente estuvieron muy solventes, y salvo algún que otro pequeño problema de afinación en cierto momentos, su actuación fue muy notable. Se nota la gran complicidad que existe entre ellas.

En resumen, una buena interpretación, muy personal en lo que al concepto de la obra se refiere, muy buena en lo solísitico y no tanto en lo grupal y que en definitiva no pasará a los anales del tiempo como una visión magistral de una obra, esta vez sí, más que maestra. Esperaremos al registro, pero temo que aún puede empeorar en relación a este concierto. Veremos...



Claudio Monteverdi (1567-1643): Dixit Dominus
Álbum: Vespro della Beata Vergine
La Chapelle Royale, Collegium Vocale gent & Les Saqueboutiers de Tolouse - Philippe Herrewege
Harmonia Mundi 1987



Claudio Monteverdi (1567-1643): Pulchra es
Álbum: Vespro della Beata Vergine
La Chapelle Royale, Collegium Vocale gent & Les Saqueboutiers de Tolouse - Philippe Herrewege
Harmonia Mundi 1987

jueves, 10 de junio de 2010

Entrevista a una fonoteca


Hace algunos días, mi estimado y admirado Pablo, creador del blog La Lira de Orfeo, un extraordinario blog dedicado a sus pasiones musicales -que os recomiendo sin reservas-, me propuso un interesante proyecto para una entrada de su "lira", un proyecto que me pilló un tanto de sorpresa y me halagó realmente. Se trataba de realizarme una entrevista -¡sí, a mí!- en la que preguntarme sobre algunas cuestiones básicas de mi musicoteca y algunas más concretas, enfocadas a mi actividad musical más directa, como es el canto y en concreto el canto coral en dicha discoteca.
Esta entrevista forma parte de una serie, bajo el título de Mi discoteca personal, que mi amigo chileno está realizando a diversos personajes que él considera de interés dentro del mundo musical y cultural -lo que me hace preguntarme qué diantres hago yo ahí- y que haya ha llevado a cabo con el crítico musical Pablo J. Vayón y a la escritora e intelectual Ana de la Robla.

Pues bien, para aquellos que deseen conocer un poco más acerca de mi musicoteca y algunas opiniones acerca de la música coral del Renacimiento, barroco y el siglo XX y XXI, aquí os dejo el enlace a Mi discoteca personal: Mario Guada G.

Termino agradeciendo a Pablo su interés en mi persona, pues me siento muy honrado y ha sido un enorme placer responder a su cuestionario, el cual me ha traído de cabeza en algunas de sus preguntas. Espero que os guste.