lunes, 28 de octubre de 2013

De arias y... [crítica para Codalario del último disco de Raquel Andueza y La Galanía]

De arias y almas
La gran soprano pamplonica y el conjunto La Galanía nos acercan la figura de Antonio Cesti en un impresionante recital repleto de belleza.

Alma mia. Raquel Andueza [soprano] & La Galanía - Jesús Fernández Baena. Anima e Corpo [AeC003], 2013. TT. 60’30. Obras de Antonio Cesti.


  Qué bueno es cuando un intérprete es sincero, y no solo ya en lo musical. Así, en las notas al programa del presente podemos leer cómo la propia Raquel Andueza recelaba en un primer momento de grabar un monográfico dedicado al no muy conocido Antonio Cesti. Eso, sí, afortunadamente para todos, dejó rápido la negación en cuanto vio ante lo que se estaba enfrentando. Y es que la música del compositor aretino es de una belleza y calidad que lo sitúan en el Olimpo de la creación operística del Seicento.

  De Il Padre Cesti, miracolo della música, tal y como fue elogiado por el dramaturgo Francesco Sbarra, se graba aquí una selección de algunos de los mejores momentos que el maestro italiano creó para la escena. Un total de 16 pistas, que recogen diez arias de ópera, dos cantatas y cuatro fragmentos instrumentales –sinfonie avanti l’opera, que dirían los italianos.

  Entre las óperas representadas aquí, encontramos algunas de las piezas maestras del de Arezzo, como L’Argia, Orontea, La Dori e Il Tito –las tres primeras de su etapa en Innsbruck, aunque con algunos añadidos para representaciones en Venezia; la última estrenada ya en la ciudad de los canales. No se ha grabado aquí nada de su ópera Il Pomo d’Oro, lo que en cierta medida es de agradecer, pues es la obra más conocida e interpretada del autor –dentro de lo poco conocida que en general es su música. Temas amorosos en los que el trasfondo del dolor, la muerte, el engaño y la esencia del ser humano están más que presentes, destacando así en la elección de los textos que tan maravillosamente paladea Raquel. En la música: ostinati de lo más habituales en la Italia del XVII, bassi dolenti, tetracordos descendentes, descensos cromáticos… todo un despliegue de recursos compositivos, que hacen de la obra de Cesti, no solo un dechado de maestría en la factura, sino piezas de una variedad y una belleza absolutamente deslumbrantes.

  Dos cantatas de la etapa romana completan el apartado vocal, una de ellas [Non si parli più d’Amor] con acompañamiento de cuerda y continuo, quedando la segunda [Ò quanto concorso] únicamente para acompañamiento del continuo. Música con carácter moralizante, muy apropiada para el momento romano en el que fueron compuestas –como bien se destaca en las notas críticas. Fantásticas piezas que nos dan una visión más completa del Cesti compositor en lo vocal, y no solamente para la escena; obras de escritura virtuosística y carácter dinámico, en los que destacan los tempi rápidos.

  En el apartado puramente instrumental, se interpretan cuatro Sinfonie pertenecientes a dos de sus óperas [La Dori y L’Argia], con escritura a tres –dos violines y continuo–, en la que el juego entre las dos líneas altas y el continuo es de una belleza fascinante, y en el que encontramos pasajes lentos de una hondura significativa, mientras que otros destacan por el corretear de las notas y el cruce de las líneas. 

  Intentar hablar de Raquel Andueza a estas alturas, y no tener que «echarse» prácticamente a sus pies, es tarea casi imposible. Y es que no sabemos cómo lo hace, pero la soprano se supera una y otra vez. En este registro escucharemos una Andueza que para muchos resultará novedosa, alejada del repertorio que le va como un guante y qué más suele transitar –voz y continuo–, pues la encontraremos moviéndose por arias de bravura –dentro de lo que Cesti se permite en su arias en general sosegadas y de gran intensidad dramática–, haciendo un uso ya más latente de la coloratura, los adornos, las agilidades. ¡Y qué fantástico escucharla así también! Eso sí, por mucho que las notas se multipliquen por doquier en algunas de las arias, la ejemplar dicción de Andueza sigue mostrándose inquebrantable, insuperable para el resto de cantantes que hay en la escena mundial en este momento. De cualquier manera, para un servidor, Raquel sigue brillando con especial luz en las arias más lentas, en las que puede dar rienda suelta a esa increíble expresividad, esa profundidad que es capaz de subrayar con tanta naturalidad, y sobre todo esa capacidad tan sorprendente de hacer suyo lo que canta hasta un extremo en el que parece vivir cada uno de los pesares, dolor y llantos, pero también los regocijos de los personajes que interpreta; incluso los mensajes que sirven de voz de la conciencia. Pocos como Andueza son capaces de mostrar un nivel de empatía tan sobrenatural.

  La Galanía, en su versión más amplia, suma aquí un total de ocho instrumentistas. José Manuel Navarro y Pablo Prieto son los encargados de los violines barrocos, consiguiendo una afinación y un empaste entre sí fabuloso, extrayendo un sonido realmente terso y brillante de sus instrumentos –gran trabajo en las Sinfonie. Marta Vila y Vega Montero son las encargadas de las líneas bajas en la cuerda frotada, siempre presentes, manteniendo el aparato armónico del conjunto con su cello barroco y violone respectivamente, muy precisas y delicadas en los momentos que así lo exigen, y robustas cuando la música lo requiere. Gran trabajo de profundidad sonora en las arias más expresivas.

  El otro gran apartado del continuo lo constituye la cuerda pulsada, que cuenta aquí con el concurso de César Hualde [guitarra barroca], Manuel Vilas [arpa] y Jesús Fernández Baena [tiorba], tres continuistas de probada eficacia, por otra parte. Un despliegue de colorido tímbrico que sirve a la música de Cesti a las mil maravillas. Magnífica la elección de los diversos instrumentos en cada parte, creando para ellos unas líneas muy imaginativas que no afectan al entendimiento del texto, sino que incluso mejoran la comprensión del carácter de cada aria. Es fantástico comprobar cómo, incluso prescindiendo del clave para el continuo –un instrumento tan fundamental para esa labor en este momento–, se consigue crear un continuo sólido, variado, contundente y numeroso, pero que ni se supedita a la música ni agacha la cabeza ante las partes melódicas, sino que va de la mano de estas líneas y de la misma voz. Un exquisito trabajo de conjunción tímbrica y todo un ejemplo de cómo el trabajo y el cuidado de los detalles pueden conseguirlo prácticamente todo.

  Excelso el trabajo de Fernández Baena en su labor de recolector y transcriptor de las obras seleccionadas, además de coordinador de todo el aspecto artístico en las interpretaciones que se nos brindan en este fascinante registro. Qué bueno es comprobar cómo la visión del sevillano parte desde la línea más grave de la partitura y va construyendo sobre ella todo la estructura expresiva y musical que a posteriori conseguirá emocionarnos.

  Completan el disco unas fantásticas notas críticas, escritas mano a mano por Raúl Angulo y Antoni Pons, así como un moderno pero precioso diseño, que harán las delicias de quien lo tenga entre sus manos en el aspecto intelectual y visual.

  Un disco de esos que hay que tener, sí o sí. No duden y háganme caso: compren ya este disco, porque no se arrepentirán. No es común encontrar un registro con música de tal calibre interpretada de una manera tan ejemplar, y además por intérpretes únicamente españoles –mensaje directo para aquellos que opinan que la música antigua en España no está a la altura del resto de Europa. Raquel Andueza y La Galanía no fallan, porque consiguen, una y otra vez, llegarnos a lo más profundo, a ese punto justo en el que se remueven los instintos más puros del ser humano. Primero fue Yo soy la locura, después In Paradiso, y finalmente este Alma mia. SI alguien puede demostrarme que esto no es un trío de ases, le espero sentado.
  Lo dicho, si no consiguen emocionarse –incluso puede que hasta el llanto– con momentos como Alma mia, Intorno all’idol mio, Disserratevi abissi o Dormi, ben mio, que les devuelvan el dinero. Pero créanme, pocas veces lo habrán invertido mejor. 

Publicado en Codalario el 25-X-2013.


sábado, 26 de octubre de 2013

The Choir Project al día [26-X-2013]

BBC Sacred Music [I]: III. Tallis, Byrd and the Tudors.
The Sixteen - Harry Christophers.
A choral history on video.


  BBC is, probably, the best national broadcasting company in the world. British are able to put all their technical quality and talent at the service of culture and music.
This is one of the most fantastic examples of this. "Sacred Music BBC Series" is a wonderful journey through the history of choral music from the Middle Ages to our days.
The Sixteen put to the service of this company his musical knowledge and high choral quality.

  In the third episode, The Sixteen performed music by golden age of English polyphony. Two great masters of history of music, master and pupil; two geniuses.
Wonderful music, composed by two of the most impressive of choral music masters in history of music.
 

  Enjoy choral music!



viernes, 25 de octubre de 2013

A la excelencia se... [crítica en Codalario del concierto que el Ensemble Organum ofreció en el FIOCLE]

A la excelencia se llega por la controversia
El Ensemble Organum presenta en la Pulchra Leonina su personal y siempre espinosa versión de la polifonía medieval. 

León. Catedral de Santa María. 19-X-2013, 21:00. Entrada libre y gratuita.
Ensemble Organum – Marcel Pérès. Programa: Peregrinatio III  París-Limoges-Moissac-Compostela: Peregrinaje musical en la Europa del siglo XII. Obras de Perotin, Saint Martial de Limoges, Codex Calixtinus, Leonin, Albertus [Magister] Parisiensis y provenientes de la Catedral de Toledo o Moissac.

Foto: Ensemble Organum

   Cuando, allá por 1982, Marcel Pérès regresa de su periplo estudiantil, por países como Gran Bretaña y Canadá, funda el Ensemble Organum en la Abbaye Notre-Dame de Sénanque, con el que pretendía poder dar salida interpretativa a sus investigaciones en el campo de la música vocal medieval. Ya han pasado 31 de aquello, y el Ensemble Organum es considerado hoy día como uno de los máximos exponentes de este tipo de repertorios en el panorama mundial. Además, la sapiencia de Pérès en este campo no es puesta en duda por nadie. Sin embargo, una de las características que ya adornaban cualquier apuesta del conjunto desde sus inicios sigue sin cambiar un ápice: la controversia está siempre servida.

   Los principales postulados interpretativos que Pérès pone al frente de sus versiones se basan en una concepción clara y firme que este defiende con uñas y dientes: los cantos medievales de Europa estaban fuertemente influidos por toda una serie de liturgias que marcaron de manera decisiva al canto gregoriano y la posterior e incipiente polifonía, los cuales provienen de multitud de cantos de diversas regiones, muchos de corte africano y del Oriente próximo, por lo que se ven rebosantes de melismas de corte mucho menos conservador y puro de lo que Solemes comenzó a promulgar hace ya varias décadas. Así, todas estas piezas monódicas, pero también las polifónicas, se convierten en una amalgama de sonidos que a uno le pueden hacer trasladarse a lugares mucho más lejanos de lo que Limoges, Moissac, Notre-Dame de Paris o Compostela le pueden sugerir -no así quizá Toledo, por razones obvias.

   De esta manera se presentaba así el conjunto francés en la hermosa catedral leonesa, para cerrar el breve ciclo que el Centro Nacional de Difusión Musical ha coproducido con el Festival Internacional de órgano Catedral de León y que bajo el título de Peregrinatio, llevó a este lugar conciertos de Alia Mvsica, Eloqventia y este que hoy comentamos aquí. Conformado por cinco miembros -la crisis se sigue notando en la sensible rebaja en el número de miembros de los conjuntos a la hora de viajar-, nos trasladaron literalmente a pleno siglo XII -algo que, salvando una pequeña brecha temporal, es, por otra parte, bastante fácil en esa localización extraordinaria-, haciendo un recorrido por algunos de los grandes códices y piezas de la música vocal del siglo XII europeo. Desde las piezas que Perotin y Leonin compusieron para la célebre École de Notre-Dame, hasta otras contenidas en el Codex Calixtinus, pasando por algunas de orígenes variados: Moissac, Toledo y Limoges. Usando la catedral como un medio acústico formidable, los cinco cantores procesionaron de manera incesante por las naves catedralicias, teniendo el coro como «base de operaciones» -todo un privilegio poder escuchar el concierto desde ese lugar, no solo por lo acústico, sino por el valor histórico-artístico del mismo [agradezco enormemente a la organización del FIOCLE dicho privilegio].

   Pues bien, para cualquier que conozca mínimamente lo que es el Ensemble Organum, el concierto del pasado sábado pudo sorprenderle en la medida en que algunas de la tesis desarrolladas por Pérès y los suyos pueden seguir resultando, cuando menos, arriesgadas. Y es que esos bordones, el juego con las diferentes estrofas y, sobremanera, el uso de los melismas de claro corte orientalizante, puede seguir sacando de sus cabales a más de uno -el debate acerca del uso de estos melismas para repertorios septentrionales, o la adecuación de los melismas para unos repertorios en detrimento de otros, sigue estando más que vigente. No es que el conjunto francés haya ido nunca en busca de una técnica pulcra, sino que el efecto sonoro está por encima de la brillantez técnica. En eso no han cambiado, pero los años no pasan en balde, y la avanzada edad de sus miembros, sumada al escaso número de componentes, hicieron que en muchos momentos el timbre no resultase todo lo depurado que pudiera, o que la afinación adoleciese de severos desajustes en muchos momentos. Además, la tendencia de Pérès a terminar algunas palabras y frases unos pequeños instantes antes que el resto de los cantores resultaba -escuchada de cerca- algo molesta.

   Sin embargo, fueron otras las cualidades que el conjunto desprendió durante su actuación: la pasión por lo interpretado, el interpretar directamente de copias de originales, el profundo conocimiento de los repertorios, su capacidad evocadora y su variedad interpretativa, entre otras muchas, consiguieron crear un ambiente de esos que es difícil lograr para otro muchos artistas. Fantástico el juego de solistas con todo el conjunto, así como la solvencia de estos cantores en las obras en la que se exigía el concurso de un solo cantor por parte -destacando especialmente entre todos el cantor con la tesitura más aguda del conjunto, que se mostró impecable en todas sus intervenciones. El aspecto «escénico» es siempre un factor a destacar entre las cualidades de los franceses, puesto que con sus túnicas, velas y deambular consiguen trasladar a los oyentes a un período tan lejano en lo temporal, pero también en lo intelectual como es el Medievo.

   La música, de gran belleza, tuvo algunos de sus picos en el Vellvs rore u Ora pro nobis Sancta Maria, de Sain Martial de Limoges, en el Benedicamvs Domine, de Leonin o en el celebérrimo Congaudeant Catholici, del Codex Calixtinus -cualquier parecido con el resto de numerosas versiones que hayan podido escuchar es casi pura coincidencia. Una música que, aún con todo, brilló con luz propia en las personales y siempre controvertidas versiones del Ensemble Organum.

   Punto y aparte merece el público leonés. Uno se cansa ya de plantearse si la cultura y la música son realmente tan «para todos» como algunos promulgan. Personalmente, después de muchos años acudiendo a conciertos como este, cada vez debo reafirmarme más en la idea de que no. Y es que un programa de estas características a veces ni siquiera es fácilmente asumible por un público experto, y a fe que el leonés no es tal, por lo que el «peregrinaje» del título se trasladó también a muchas de las personas que comenzaron a abandonar sus asientos tras las primera piezas -el goteo fue constante. Además, la falta de sensibilidad y raciocinio llevó al propio Pérès a tener que gritar silencio en dos momentos de la actuación, ante los inoportunos aplausos que el «respetable» emitía. Incluso entre algunos de los VIPs hubo que sufrir constantes cuchicheos, ruidos y actitudes fuera de lugar. Lástima, porque, aunque el FIOCLE consigue hacer rebosar de gente las naves de la catedral leonesa, no lo hace quizá con el público deseable. Puede que cuando el cabildo deje que este tipo de actuaciones puedan realizarse cobrando una mínima entrada, dicho problema deje de suponer un auténtico incordio y un agravante para los oyentes especializados y conscientes que también son.

   En definitiva, un concierto que sorprendió sobremanera a aquellos neófitos en lo que al Ensemble Organum se refiere, y que no dejó indiferente a los muchos que ya sabían de sus andanzas, pues si bien la excelencia sigue siendo marca de la casa para Pérès y sus cantores, el paso de los años van haciendo mella y la calidad del conjunto se ha resentido en los aspectos más técnicos de sus lecturas.