viernes, 17 de septiembre de 2010

Puro sonido "british"



Heavenly Harmonies
Thomas Tallis (c.1505-1585) & William Byrd (c.1540-1623)
  1. Tallis: Why fumth' in fight
  2. Byrd: Vigilate
  3. Tallis: E'en like the hunted hind
  4. Byrd: Ne irascaris Domine
  5. Tallis: Let God arise
  6. Byrd: Exsurge, Domine
  7. Tallis: Expend, O Lord
  8. Byrd: Infelix Ego
  9. Tallis: God grant with grace
  10. Byrd: Laetentur coeli
  11. Tallis: Man blest no doubt
  12. Byrd: Quis est homo
    Byrd: Mass Propers for Pentecost
  13. Introit: Spiritus Domini
  14. Offertory: Confirma hoc Deus
  15. Communion: Factus est repente
  16. Tallis: Why brag'st in malice
  17. Byrd: Tribulationes civitatum
  18. Tallis: O come in one
  19. Byrd: Laudibus in sanctis

    Stile Antico

    Harmonia Mundi (Production USA) 2008

    78'51


Con el sugerente y muy adecuado título de Heavenly Harmonies, Stile Antico presentaba su segundo disco. Un segundo disco que hacía presagiar muchas cosas, como así ha sucedido a posteriori. Como ingleses, el repertorio de Tallis y Byrd lo asumen como propio y realmente se les adecúa a la perfección.
Manteniendo su estructura natural de tres cantores por parte -a excepción de la adición de una soprano más en las pistas 14-16 y 20 y de los bajos, con cuatro cantores, dividos en dos bajos-barítonos y dos bajos puros- nos acercan piezas a cuatro voces del maestro Tallis, en concreto sus 9 Psalms Tunes for Archbishop Parker's Psalter. Son piezas que Tallis compusiera a cuatro partes y que poseen un marcado carácter homofónico y muy austero, al estilo de los Anthems de tradición anglicana. Son piezas cantadas en lengua vernácula y que Tallis dedicara al nuevo psalterio del Arzobispo Matthew Parker en 1567. A pesar de su modestia compositiva, Tallis no deja de sorprendernos con ciertas audacias y un lenguaje bastante avanzado, como puede comprobarse en su God grant with grace, por ejemplo.

El grueso del disco lo componen piezas latinas del otro gran genio de la Inglaterra renacentista, William Byrd. De él se nos ofrecen piezas extraídas de sus Cantiones Sacrae I, de 1589 -sobre todo-, Cantiones Sacrae II, de 1591 y Gradualia II, de 1607.
Los motetes latinos de Byrd son de una maestría compositiva realmente elevadísima y en pocas obras de otros maestros de la época encontramos algo parecido. Compuestos en su inmensa mayoría a cinco partes y con una estructura de líneas bastante variada -aunque nos encontremos con que la distribución: svperivs, altvs, tenor, tenor, bassvs, suele ser usada con mayor asiduidad-, Byrd despacha textos de interesante factura -alguno de ellos de excelente calidad literaria, me atrevería a decir- de una manera exquisita. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en el melancólico y glorioso Ne irascaris Domine a 5.
Resulta admirable comprobar el inmenso talento con el que Byrd musicaliza los diveros textos latinos y de qué manera va adecuando el cariz de la pieza a la exigencias textuales. De esta manera tenemos, por un lado, exultantes piezas como el Vigilate a 5, Luadibus in sanctis a 5 y el Exsurge Domine a 5, mientras que del otro lado nos encontramos con piezas de carácter más íntimo y quejumbroso, tales como Infelix ego a 6 o el propio Ne irascaris ya nombrado.

Destacar a estas alturas la absoluta genialidad de estos dos maestros resultaría, casi por completo, innecesaria, del mismo modo que lo haría el explicar porqué Stile Antico se ha convertido en tan poco tiempo en uno de los conjuntos punteros en la interpretación de la polifonía del Renacimiento. Escuchando este disco, todo tipo de dudas quedarán resueltas.
La claridad de líneas, la enorme calidad técnica y el conocimiento estilístico serían suficiente para alzarlos entre los mejores, pero es que además debemos sumarle la increíble hondura y expresividad con la que interpretan las piezas. Su sonido es british, sin duda, pero van un paso más allá, y esa frialdad que a veces se achaca a esos conjuntos británicos, excelentes técnicamente, pero a veces supuestamente superficiales, queda aquí absolutamente erradicada de cuajo.
Realmente no deja de sorprender la gran madurez vocal e interpretativa que demuestra este conjunto, más teniendo en cuenta la juventud de sus componentes, que en la grabación de este disco rondaba una media de tan sólo 25 años.

En definitiva, un disco absolutamente maravilloso, que no defrauda y que en opinión de este apasionado "byrdiano" contiene el mejor Byrd que jamás haya escuchado y uno de los mejores momentos discográficos que sus oídos hayan percibido, en el impresionante, hermoso por demás y subyugante Ne irascaris -y eso quiere decir mucho, créanme-.



William Byrd: Vigilate a 5


William Byrd: Ne irascaris Domine a 5

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