domingo, 17 de noviembre de 2013

Menos es más... [crítica en Codalario del disco de Odhecaton y Da Col para Cantus]

Menos es más, también en polifonía
Las voces masculinas que dirige Da Col no presentan un entramado de polifonistas flamencos.

De Passione. Odhecaton - Paolo Da Col. Cantus Records [C 9637], 2012. TT. 73’42. Obras de Jacob Obrecht, Loyset Compère, Josquin Desprez, Gaspar Van Weerbecke.


  Poco o nada se puede descubrir a estas alturas de la partitura en relación a la excelencia que los compositores franco-flamencos demostraron sobradamente durante los dos siglos que el Renacimiento permitió su desarrollo en la cultura musical Europea. Este disco es un nuevo y exquisito ejemplo de ello. Y no es posible comprender este desarrollo sin detenerse por un instante en la figura de Ottaviano Petrucci, el gran impresor musical del momento, que desarrolló el sistema de impresión de tipos móviles para la música, y cuyo libro Harmonice Musices Odhecaton fue el primer libro de música impreso en la historia, allá por 1501 –véase el homenaje que el conjunto que protagoniza este disco le rinde con su nombre. Dos años después, tras aquel libro que recogía únicamente chansons de compositores franco-flamencos, Petrucci publica Motetti De passione De cruce De sacramento De beata Vergine et huiusmodi –marcado posteriormente como Motetti B, puesto que ya existía previamente un primer grupo de motetes–, al que pertenecen las piezas que aquí han sido registradas –excepción hecha del último motete del gran Josquin, Miserere mei, Deus.

  En este álbum encontrarán un estilo alejado del contrapunto tan intrincado por el que destacaron estos compositores del norte, pues realmente se trabajan las piezas con un estilo polifónico cercano a lo homofónico, en el que el gusto por la escritura vertical y acordal es claramente apreciable. Estamos ante piezas en las que las cuatro voces discurren de una manera paralela, contribuyendo de este modo a la extraordinaria comprensión del texto cantado. Largo y tendido puede hablarse sobre la influencia nórdica o la italiana en este tipo de obras, pero realmente es un tema complejo, como fantásticamente queda explicado en las extraordinarias notas críticas escritas por el propio Paolo Da Col.

  Están representados aquí algunos de los máximos representantes de la escuela franco-flamenca, concretamente de la tercera generación, como son Josquin Desprez, Jacob Obrecht o Loyset Compère, excelsos ejemplos de eso que algunos denominaron Ars Perfecta. Destacan principalmente los ciclos de motetes de Josquin y Compère dedicados a la Pasión: O Domine Iesu Christe [Officium de Passione] y Qui velatus facie fuisti, del primero, e In nomine Iesu [Officium de Cruce], del último. Obras concebidas como una conjunción de breves motetes que componen un ciclo unitario relacionado con un tema concreto. Música tremendamente expresiva, realmente descriptiva en algunos momentos, culmen de lo que supuso esta manera de escribir polifonía en la historia de la música. Se completa el registro con motetes breves de Jacob Obrecht –deslumbrante su Parce Domine, cruda invocación de perdón– y Gaspar Van WeerbeckeTenebrae factae sunt, que relata de manera fascinante el momento exacto en el que Cristo deja el mundo terrenal colgado de la Cruz.

  Además, una pequeña muestra de música más cercana en el tiempo es introducida como absoluto contrapunto en el disco. Clara Murtas interpreta O triste fatale die, un canto de tradición sarda –sonoridad muy evocadora– en el que se la representa como una auténtica Mater dolorosa.
Concluye el disco con el impactante y sobradamente conocido Miserere mei, Deus, de Josquin, auténtico monumento musical, repleto de fervor y expresividad.

  Las once voces que componen Odhecaton nos presentan unas lecturas pulcras, con sonoridad contenida y una expresividad honda, alejada de cualquier tipo de vanos artificios. Todo en su fantástica interpretación está en clara consonancia con lo que las piezas supusieron en momento. No hay lugar para la pirotecnia. La Pasión y su visión renacentista en estado puro. Paolo Da Col sabe manejar con sobrada solvencia las voces, equilibrando bien las líneas y dando un sentido unitario al disco –algo más complejo de lo que podría parecer. Los italianos destacan por evitar un sonido brillante, sino  que lo carnal y terrenal se deja entrever en cada acorde, cada línea. Música elevada, pero bajada a la tierra. Olvídense de sonido británico, ni tan siquiera belga, pues aquí encontrarán una interesante mezcla de la pasión mediterránea combinada con la pulcritud nórdica.

  Quien busque un disco rebosante de complejidad, contrapunto, imitación, intrincados cruces de líneas o matemática pura, que no se detenga aquí. Ahora bien, para aquellos que persigan emoción, belleza, contención, pasión y fervor, este es su disco. No se arrepentirán, pues como siempre en los discos de Cantus, encontrarán una selección musical fascinante, unas interpretaciones fabulosas, una toma de sonido exquisita, un diseño cuidado y hermosísimo, y unas notas críticas de lujo. Poco más se  le puede pedir a un disco.

Publicado en Codalario el 12-XI-2013.

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