jueves, 23 de enero de 2014

El arte de tañer... [crítica, para Codalario, del disco que Díaz Latorre y Estevan dedican a Gaspar Sanz en Cantus]

El arte de tañer los cinco órdenes
Díaz Latorre y Estevan realizan un brillante repaso por algunos de los mejores momentos de la obra para guitarra española de Gaspar Sanz. 

Sones de palacio y danças de rasgueado. Laberintos Ingeniosos. Cantus Records, 2013. T.T.: 65’16. Obras de Gaspar Sanz.


Instrucción de Música sobre la guitarra española y Método de sus primeros rudimentos, hasta tañerla con destreza, con dos laberintos ingeniosos, variedad de sones y dances de rasgueado y punteado, al estilo español, italiano, francès, y inglès, con un breve tratado para acompañar con perfección sobre la parte muy esencial para la guitarra, arpa y organo, resumido en doze reglas y exemplos los más principales de contrapunto y composición, dedicado al Serenissimo Señor, el Señor Ivan, compuesto por el Lecenciado Gaspar Sanz, aragones, natural de la Villa de Calanda, Bachiller en Teologia por la Insigne Vniversidad de Salamanca.

  Con este inmenso título, y en el año de 1674, presentaba Gaspar Sanz al mundo su libro de guitarra española, uno de los más influyentes e importantes de toda la historia del instrumento –y de los más personales, pues fue el mismo Sanz el encargado de publicar, preparando y grabando incluso las planchas que se utilizarían en la edición. Lo que se sabe acerca de su vida es prácticamente nada, y en muchas ocasiones casi contradictorio, por lo que su figura es en cierta manera enigmática. Ni siquiera se saben con seguridad las fechas vitales más importantes de cualquier ser humado, si bien se cree que pudo nacer en el año de 1640. Poco o nada de su formación se conoce, excepción hecha del viaje que realizó a Italia y que le llevó a conocer Roma y a ser alumno del gran Cristofaro Caresana, un viaje que sí se sabe realizó después de publicar este libro para su instrumento, no obstante, se aprecia en ella influencia de los Kapsberger o Corbetta, pues ya se sabe que él conocía de antemano los manuscritos de estos grande autores, así pues, la influencia que tuvo este viaje es su obra es otro enigma más que sumar a la ingente lista.

  La importancia de este libro es realmente sustancial, sobre todo porque en la edición de 1674, que contenía el primer libro –a su vez compuesto por dos tratados–, se encuentra una detallada información acerca de la manera en que tañer la guitarra con todo lujo de detalles, desde la preparación del instrumento, hasta su afinación y el manejo con las tablaturas. Además nos presenta sus dos laberintos ingeniosos, a través de los cuales, por medio de un sistema de columnas y filas, se crean una serie de casillas que admiten todas las posibilidades de acordes y sus inversiones, además de un detallado listado de las ornamentaciones más necesarias y comunes. Además adjunta una serie de láminas en las que encontramos una serie de grabados con todas las posibles posiciones de los dedos para crear todos los acordes. Y sobre todo, Sanz aporta una información indispensable para realizar las dos técnicas interpretativas fundamentales del instrumento: el punteado y el rasgueado. Todas estos datos serán ejemplificados a través de los numerosas piezas musicales que Sanz plantea, algunas de los cuáles podemos escuchar en esta grabación, y a las que añadiría otras más en la publicación del segundo y tercer libros –de 1675 y 1697 respectivamente.

  Del autor aragonés se interpretan aquí una serie de 19 piezas, organizadas por tonalidades, de la manera tan curiosa en la que eran clasificadas en su época: por la E, la C, la O, la D, la Cruz y la B. Hay aquí todo un catálogo del manejo de las danzas que en la música instrumental del XVII podían encontrarse en Europa y por supuesto en España. Así desfilan por este registro: xácaras, pasacalles, zarabandas, canarios, alemandas, jigas, pavanas, tarantelas, correntes o marionas. El dominio a la hora de caracterizar cada una de ellas es absolutamente demoledor por parte del autor zaragozano. Su dominio de la técnica interpretativa es superlativo, lo que le lleva a explorar las últimas posibilidades del instrumento. Esto convierte a la música de Sanz en auténtica piedra de toque para todo aquel que desee dedicarse al noble arte de tañer la guitarra española de cinco órdenes.

  Sin poder detenernos a detallar cada una de las piezas, sí que es necesario destacar que en Sanz se produce una interesante conjunción entre el estilo europeo –influencias de otros autores y mirada a ellos que se aprecia en el nombre de algunas piezas y su tratamiento musical– y el más puramente hispánico, apreciable en el tratamiento melódico y en el aspecto rítmico, con soluciones muy particulares que no encontraremos en el resto de la música europea.

  La interpretación en este álbum, de la música tan paradigmática y evocadora de Sanz, es de primer nivel, de principio a fin. No obstante, Xavier Díaz Latorre es actualmente uno de los mayores expertos en este tipo de repertorios. Su exquisitez en la pulsación, pero sobre todo su profundo conocimiento de la época, las normas interpretativas, los tratados y la música europea del momento, es lo que le hacen convertirse en un experto, cualificado como el que más para cometer la obra de Sanz de la manera más brillante posible, como es el caso. Es riguroso, pero a la vez imaginativo; delicado y refinado, pero a la par que contundente y «popularesco». Lo extraordinario en las versiones de Díaz Latorre es que son capaces de trasladarle a uno a las calles de cualquier ciudad española en pleno siglo XVII y visualizar en ellas a los tañedores de guitarra que dominaban tanto el lenguaje más culto, pero también el popular. Una mezcla que pocas veces llegará a producirse de una manera tan diáfana.

  Se suma al pulsista catalán la figura de Pedro Estevan, celebérrimo percusionista y compañero de aventuras –junto al propio Latorre– del sempiterno Jordi Savall. El aporte de Estevan es considerable, y decimos bien, aporte, porque en este tema de la percusión histórica es muy común encontrar intervenciones que restan más que suman, por lo que siempre es de agradecer comprobar que las cosas pueden hacerse bien. Es importante tener en cuenta que Estevan no interviene en todas las piezas del disco, sino en únicamente en aquellas en las que ambos consideran más adecuada su inclusión. El resultado es imaginativo, variado, aportando un colorido tímbrico y rítmico que sienta realmente bien a estas piezas, incluso para aquellos que no gustan de las percusiones excesivamente festivas en este tipo de lecturas –es mi caso, sin ir más lejos. 

  El maridaje entre ambos es casi de simbiosis. La relación es de años, y el talento de ambos se une en aras de un fin común, el de resaltar la figura de Gaspar Sanz, uno de nuestros grandes maestros del XVII, que merece ser puesto en el lugar que legítimamente se ganó con piezas tan exquisitas como las que pueden encontrarse en esta grabación. Como siempre cuando hablamos de Cantus, debemos sumarle a lo meramente musical un apartado estético y musicológico de primer orden, convirtiendo este disco en un objeto cultural completo. El diseño es hermoso, sobrio y elegante en su punto justo. Se remata con unas fantásticas notas críticas realizadas por el creador del sello, José Carlos Cabello, sobre texto del propio Díaz Latorre. Delicias de cinco órdenes…

Publicado en Codalario el 26-XII-2013.


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