El violinista italiano y su conjunto graban por primera vez
estas sonatas inéditas, recientemente atribuidas al maestro de
Fusignano, en unas lecturas fascinantes y preclaras que suponen un
aporte trascendental a la fonografía existente del compositor italiano.
The ‘Assisi’ Sonatas. Música de Arcangelo Corelli. Ensemble Aurora | Enrico Gatti. Glossa Music, 1 CD [GCD 921209], 2014. T.T.: 74:43.
La música es fascinante. Cuando parece que ya está todo dicho de un
autor dado –además de uno de esos sobre los que se ha vertido mucho
trabajo– llega alguien y nos muestra que todavía cabe un poquito más.
Este es el caso del registro fonográfico que presentamos aquí, que tiene
como protagonista a Arcangelo Corelli [1653-1713], figura fundamental en el desarrollo de la sonata para violín –da Camera y da Chiesa–
y del concerto grosso, además de uno de los maestros más influyentes de
todo el Barroco europeo, imitado por muchos de los más grandes. De
Corelli se tenía claro desde hace varias décadas que su corpus
compositivo se componía únicamente de seis colecciones: cinco de ellas
dedicadas a sonatas para violín –la última para violín y continuo,
mientras que todas las anteriores para dos violines y continuo–,
centrando su Op. VI en el concerto grosso, publicando la colección más
importante e influyente en la historia de la música dentro de este
género. Además de estos seis opus se ha ido añadiendo algunas
piezas sueltas que se le han ido atribuyendo a lo largo de los años,
especialmente para violín y continuo, algunas sonate a quattro, e
incluso alguna obra para trompeta.
Por lo tanto, lo que supone esta aportación, ya no
solo al mercado discográfico, sino a la historia de la música es algo
que va más allá de un mero registro discográfico en el que se graban
algunas piezas de nueva atribución. Y es que estas «Assisi» Sonatas suponen un descubrimiento mayúsculo, pues hablamos de la incorporación del que sería su séptimo opus, compuesto por estas doce Sonate da Camera à violino e violoncello solo
hasta ahora desconocidas y por supuesto nunca antes grabadas en disco
compacto. Estas doce sonatas, llamada así por encontrarse custodiadas en
el Sacro Convento di San Francsico de Assisi, se han hallado en el
llamado Ms. Assisi 177, junto a una serie de obras, copias de
piezas conocidas de autores como Tomasso Albinoni, Giuseppe Torelli o el
propio Corelli –algunas sonatas de su Op. V–, así como algunas obras de
autor anónimo. El manuscrito parece haber sido descubierto en 1963 por
el musicólogo Mario Fabbri, aunque desde el comienzo estas sonatas
fueron catalogadas como espurias por Hans Joachim Marx, quedando fuera,
por tanto, de la edición crítica de la Opera Omnia de Corelli.
Sin embargo, y tras un exhaustivo estudio por parte de musicólogos e
intérpretes, se ha llegado a la conclusión de que sí se trata de piezas
con la mano de Corelli tras de sí. Piezas sin duda muy unidas a la
sonata de la escuela bolognesa del XVII, además de con grandes
similitudes en cuanto al uso de ciertos recursos, pero también en su
estructura, y con claras concordancias con algunas de las sonatas
posteriores de las que no se tiene duda de su autoría. Todo ello hace
que, tanto para Guido Olivieri –musicológo y autor de las magníficas notas críticas del registro– como para Enrico Gatti
–quien no solo las graba aquí, sino que ha sido el autor de la edición
crítica de las mismas–, se trata de una colección de sonatas con clara
autoría por parte del maestro de Fusignano.
Obras de duración muy breve, que suelen construirse en base a tres movimientos: un preludio inicial de carácter calmo y tempo lento, que es seguido por dos movimientos de danza con un tempo más ágil y un carácter más animoso, que suelen ser un Balletto/Alemanda para el primero, y una Corrente/Gavotta
para el último de ellos. Por su estructura, así como su lenguaje, y por
supuesto por la localización del manuscrito, se apunta a que se trata
de obras escritas durante su etapa en Bologna –las datan como anteriores
a 1675–, probablemente como ensayos previos a sus composiciones
posteriores –para Olivieri se aprecia cierta inexperiencia en la
escritura en el tratamiento de la sonata–. Si bien es cierto que no se
trata de piezas tan redondas como las de su Op. V, ni tan siquiera de su
primer opus, publicado en Roma en 1681, no lo es menos que se aprecian
algunos momentos gloriosos de esa escritura que tan grande le haría en
Italia y en gran parte de Europa. Algunos de sus movimientos lentos
iniciales son de una elocuencia y belleza fascinantes: escúchese el
Preludio: Adagio de la Sonata n.º 4 en Do mayor, el Preludio: Adagio de
la Sonata n.º 2 en La mayor, o el Preludio de la Sonata n.º 12 en La
mayor –fantástico el bajo caminante tan característico en la escritura
de Corelli–.
Se completa el disco con cuatro sonatas que forman parte del catálogo «corelliano», dentro del apéndice Anhang,
piezas que parecen proceder de su período romano, con una escritura más
refinada, experimentada y pulida, pero que precedida de la escucha de
las «Assisi» Sonatas da interesantes y claras muestras de la similitud
existente en el lenguaje compositivo entre todas ellas.
El trabajo realizado aquí por el violinista Enrico
Gatti, especialista en el violín barroco, y de manera particular en el
repertorio italiano de los siglos XVII y XVIII, es absolutamente
admirable, y en el caso que nos ocupa poco menos que devocional por su
parte. Gatti es uno de los intérpretes más solventes en el aspecto
técnico de cuantos se han dedicado en las últimas décadas al violín
barroco, pero se presenta como un intérprete muy dotado en el aspecto
expresivo, que cuida de manera muy profunda. Es, por lo demás, uno de
los intérpretes musicológicamente más rigurosos del panorama,
seleccionando siempre programas de gran interés y que aportan algo
siempre novedoso, mostrando siempre lecturas muy acertadas en la
elección de los tempi y en el carácter que aporta a cada pieza.
Por eso, el hecho de que se muestre tan seguro al atribuir la autoría
de estas piezas al gran Corelli, convierte a este registro en un
descubrimiento de unas magnitudes muy considerables.
Le acompañan en la empresa el violonchelo barroco de Gaetano Nasillo –otro de los intérpretes más capaces del planeta en su instrumento–, así como Anna Fontana en el clave. Todos interpretan con instrumentos puramente originales –violín Cornelis Kleymann, Amsterdam, c. 1660; violoncello Giuseppe Ungarini, Fabriano c.
1750; clavicembalo anónimo, Firenze, segunda mitad del XVII–, lo que
confiere a esta grabación otro punto más para auparla a un lugar de
privilegio. La lecturas resultan límpidas, realmente honestas, muy
apasionadas, pero manteniendo esa mirada con cierta distancia que aporta
sosiego. En definitiva, unas interpretaciones muy inteligentes, que
saben gestionar de manera sobresaliente los escollos y encumbrar piezas
quizá aún carentes de la genialidad del Corelli maduro, pero con trazas
de una calidad compositiva de enorme calado.
Un disco, que como es habitual en Glossa,
se completa con una edición de lujo, una gran toma de sonido –gran
balance entre las líneas, aunque quizá algo presentes algunos ruidos
externos que perturban un tanto la escucha– llevada a cabo por Raffaele Cacciola –quien también produce–, con la edición y masterización de Sigrid Lee, pasando por las manos finales de Carlos Céster y su asistente editorial, María Díaz,
para firmar un trabajo de lujo. Sin duda un trabajo que muestra un
nuevo Corelli, hasta ahora inédito, que sitúa a este álbum como un
imprescindible para los apasionados seguidores de su música, que el
mundo hay muchos. Creo que Gatti no pudo estar más acertado al dedicar
la presente grabación –aunque editado en 2014, la grabación es de
diciembre de 2013– con las siguientes palabras que me permito el lujo de
reproducir aquí para cerrar esta crítica, pues me parecen el homenaje
más sincero que un intérprete puede hacer:
Ad Arcangelo Corelli
Maestro di stile, grazia e dolcezza, nel 300º aniversario della sua morte.
Ratio nunc est, impetus ante fuit.
Maestro di stile, grazia e dolcezza, nel 300º aniversario della sua morte.
Ratio nunc est, impetus ante fuit.
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