In Paradiso
Música sacra italiana del siglo XVII
01. Anon. Vana Bergamasca [02:38]
02. Tarquino Merula [1594-1665] Canzonetta Spirituale sopra alla nanna [08:23]
03. Domenico Mazzocchi [1592-1665] S’io mio parto [03:52]
04. Anon. Madre, non mi far monaca [03:32]
05. Claudio Monteverdi [1567-1643] Lamento della Maddalena [10:00]
06. Anon. Follia del mondo [02:02]
07. G.F. Sances [c.1600-1679] Stabat Mater [Pianto della Maddona] [11:18]
08. Anon. Spagnoletto dishonorato [02:24]
09. Domenico Mazzocchi [1592-1665] Amar a Dios por Dios [02:55]
10. Benedetto Ferrari [1603/4-1681] Cantata Spirituale [15:16]
10. Benedetto Ferrari [1603/4-1681] Cantata Spirituale [15:16]
Raquel Andueza, soprano & Jesús Fernández Baena, tiorba
Anima e Corpo [AeC002]
62'20''
Cuando un producto se hace con cariño, las consecuencias de ese trato amoroso y entragado son más que palpables. Un disco, que es un producto cultural complejo, necesita de ese cariño para convertirse en algo fascinante, como es el caso que aquí se nos presenta.
La llegada del sello de Raquel Andueza y Jesús Fernández Baena fue vista, por los seguidores de sus andanzas, como una bendición, pues podrían abordar en él los verdaderos proyectos salidos de sus entrañas, con todo lo beno que eso supone. Este es el "segundo bebé" -como señala la propia soprano pamplonica-, que tras el impresionante éxito de su Yo soy la locura, llegaba para traernos un repertorio con temática sacra y moralizante de la Italia del XVII -¡nada menos!-, uno de los repertorios cumbre en el ámbito vocal del Barroco. Había mucho que hacer aquí, pues el listón estaba realmente altísimo tras su primer disco, pero, van y lo vuelven a hacer.
Las obras contenidas aquí salen directamente del movimiento que durante todo el Barroco llevó por bandera la retórica como centro de la música, con esos docere, delectare, movere, argumentos finales de toda composición musical que se preciase. La Affektenlehre -Teoría de los Afectos- era la base de toda composición y esa se nota en todo el uso de herramientas compositivas de tipo retórico, tanto a nivel textual, como texto-musical -por medio de los figuralismos, esa suerte de expressio verborvm, que unía contenido con continente-. Aquí hay de todo eso, pero mucho más.
Uno de los pilares que sustenta un disco, en mi opinión, es el repertorio, en una doble vía: 1) la elección del mismo; y 2) su estructuración en el propio disco. Ambos puntos deben aunarse para lograr el equilibrio perfecto. Entre las piezas elegidas para conformar este disco encontramos algunas de las obras más importantes de todo el XVII, como son las piezas de Merula, Monteverdi, Sances y Ferrari, que conforman el eje central de la grabación. Por otro lado, el resto de piezas, de minutaje menor -aunque no desciende su calidad y belleza musical- suponen el contrapunto, casi a modo de interludios instrumentales en una ópera, para terminar conformando un todo repleto de coherencia y significado.
Los textos son realmente el sustento de estas piezas, y es que su belleza y hondura es tal, que no puede ser de otro modo. No cabe esperar menos que una música sublime para textos de tal calibre. Quedan a un lado las creencias religiosas de cada uno, pues se sea o no creyente, es imposible no emocionarse ante textos de una crudeza y emoción sacra tan brutales, pero también de un tratamiento humano tan descarnado y sincero.
Todas y cada una de las obras que aparecen son auténticas joyas, bien sea por su carácter más moralizante, o bien por su sacralidad más terrenal. La Vana Bergamasca invita a la reflexión, y al baile, con ese bajo de Bergamasca tan bello. La nana de Merula nos hace estremecer ante la crudeza de la escena: la Virgen, que como madre, llora ante el sufrimiento de su hijo, un carácter doloroso que es bien marcado en la tiorba, con el uso del basso dolente, tan característico del Barroco. En S'io mi parto, Mazzochi juego con el doble sentido del amor divino y profano, en un texto de total actualidad ante la marcha de un ser querido. El anónimo Madre, non far mi monaca nos trae de cabeza a lo mundano, las suplicas de una joven que no quiere ser metida a monja, un texto con cierto tono sarcástico y que musicalmente parece tener muchas influencias de la canción francesa Une jeune fillette. En el Lamento della Maddalena, "Il Divino Claudio" nos regala uno de los momentos más crudos del disco, en el que Madalena se lamenta ante la falta de su amor, Jesús, un texto realmente provocador, utilizado de manera inédita en este contrafactvm, con la misma música que utilizase en su Lamento d'Arianna. La Follia del mondo nos presenta una reflexión acerca de las vidas disolutas y las consecuencias que estas pueden traer, por medio de líneas muy sencillas y pegadizas, que dejan que el mensaje moralizante sea el verdadero centro de la pieza. El Stabat Mater de Sances es otro de los puntos culminantes del disco, pues por medio de un tetracordo cromático descendente y un texto que muestra todo el sentir de la madre dolorosa que presencia el sufrimiento de su hijo en la cruz, nos lega una de las piezas más subyugantes de todo el Seicento. El breve anónimo Spagnoletto dishonorato nos habla del sentido del honor y como, al final, el único camino para llegar a él debemos buscarlo en la vida cristiana, aunque musicalmente, su carácter movido nos aleje un tanto de esa atmósfera. Amar a Dios por Dios, de nuevo de Mazzochi, es la única pieza sin texto en italiano, y nos muestra de nuevo ese amor sincero por Dios de una manera casi física, no por todo lo que supone su figura, en un arrebatamiento de la experiencia religiosa. Finaliza el disco con el indescriptiblemente hermoso Queste pungenti spine, de Ferrari, cantata espiritual en cuatro partes, de carácter estrófico -que supone un auténtico catálogo del uso de figuras retóricas-, y que para el que firma es la pieza más desoladora y bella de cuantas encontramos en este precioso disco, basada en otro ostinato -tetracordo descendente mayor-, que nos muestra toda la crudeza del sufrimiento, pasión, amor, dolor... con una línea vocal tan absolutamente maravillosa y un acompañamiento del continuo tan delicado, que crean un dúo que consigue llegar a los más profundo del alma.
Y si esta música supone alguno de los momentos más arrebatadores de toda la historia de la música, necesita de una interpreatción que le haga justicia. Pues bien, creo que pocos artistas hay más capacitados hoy en día para honrarla como merece que esta pareja. Jesús Fernández Baena asume su papel de acompañamiento, pero su buen hacer en estas artes y su profundo conocimiento del continuo en este período, le hacen abordar dicho acompañamiento desde un punto de vista más cercano a la voz, casi llegando a tocarla en muchos momentos. Su pulsación es pulcra, su sonido bellísimo, delicado y elegante, además de tremendamente expresivo. En cuanto a Raquel Andueza, qué decir de Raquel... Uno no llega a la cima de lo que hace sin tener un talento desbordante, además de una capacidad de trabajo encomiable y una ilusión que traspasa fronteras. Su vocalidad es sencillamente especial: brillante, fresca, auténtica, cálida, expresiva, emocionante, honesta... además de que tiene, posiblemente, la mejor dicción de cuántas cantantes se dediquen al repertorio histórico en el mundo. Su limpidez a la hora de articular y esculpir el texto le hacen sencillamente la mejor opción a la hora de abordar ciertos repertorios.
Si desde luego un disco ha de ser la muestra de todo lo que uno lleva dentro, de su honestidad, sinceridad, arte, amoción, ilusión, trabajo, esfuerzo, dedicación, llantos, risas... este es un ejemplo de la mejor manera de hacerlo. La toma de sonido, presentación, textos... son por lo demás igual de excelso que el contenido musical, lo que redondea el producto, acercándolo casi a la perfección.
Sencillamente está todo en él, un total espejo en el que se ven reflejados, con todo lo maravilloso que eso es. Un disco que simplemente hay que tener, porque hace mejor al que lo escucha, al mundo que habitamos. En estos tiempos que corren, en el que apenas hay tiempo para vivir, que un disco consiga hacerte reflexionar, pare el tiempo a tu alrededor mientras lo escuchas o te haga deshacerte en lágrimas, es algo por lo que habrá que estarles eternamente agradecidos a ambos, pero también a todo su equipo. Yo, al menos, así lo haré.