Fecha: Viernes, 6 de marzo de 2009.
Lugar: Palacio Euskalduna (Bilbao).
Contexto: Segunda sesión del Festival Musika-Música 2009.
Programas e intérpretes: Concierto nº. 16: Eduardo Egüez (suites para laúd de Johann Sebastian Bach); concierto nº. 14: Ricercar Consort y solistas vocales - Philippe Pierlot (obras de Johann Christoph y Johann Sebastian Bach); concierto nº. 15: Pierre Hantaï (obras para clave de Johann Sebastian Bach).
El festival -más bien alocado maratón- Musika-Música, que se celebra anualmente en la capital vizcaína, es un auténtico espectáculo, se mire por donde se mire.
Este año el festival estaba dedicado por completo al genio de Eisenach y aglutinó una serie de conciertos, artistas, espectadores, venta de discos... (ya tendremos tiempo, en una entrada posterior, de hablar sobre estos y otros asuntos) bajo el llamativo nombre -y cartel- de Bach is Back!
Al igual que sucediera en 2006 -cuando el maratón estuvo destinado al barroco europeo- un servidor no quiso faltar a la cita y se presentó allí, para presenciar la nada desdeñable cifra de 14 conciertos, distribuidos entre el viernes por la tarde y el sábado y domingo completos.
En sucesivas entradas iré dando cuenta del resto de días, pero en el que hoy nos ocupa, le haré de los tres conciertos correspondientes al viernes por la tarde.
El primer concierto que presenciamos fue el que ofreció -en la rebautizada sala Weimar, para efectos prácticos- en laudista argentino Eduardo Egüez. Este nos ofreció un programa integrado por sendas suites para violoncello de Johann Sebastian Bach (1685-1750), en un arreglo para laúd barroco -algo bastante común entre los tañedores de cuerda pulsada, pues la calidad y belleza de estas suites las hacen especialmente apetecibles, además de contar con una buena disposición para la adaptación en este tipo de instrumentos-, en concreto, las suites BWV 1007 y 1009, en un arreglo efectuado por el mismo Egüez.
Las piezas son celebérrimas y poco o nada descubriremos a estas alturas de ellas, pero si es reseñable el magnífico arreglo de Egüez, totalmente fiel a la partitura original y demostrando la universalidad de Bach. Al observar el programa, uno se plantea si: habiendo, como hay, tan buena literatura específica de Bach para interpretarse con el laúd, resulta necesario realizar una adaptación de piezas para cello; pero al comenzar a escuchar lo que este hizo con su laúd, todas las dudas se disiparon. La total limpieza de líneas, el precioso sonido, el contrapunto espectacular... todo eso estaba allí, pero además estaba interpretado con la mayor de las precisiones, el más delicado de los gustos y la más evidente de las ilusiones. Egüez emocionó por su honestidad -el hecho de escuchar música pura, realizada por un sólo músico, ante un público espectante, es algo que nunca ha de perderse-, su ternura, su brillantez, su técnica, su disfrute... -todo ello a pesar de encontrarse enfermo y tomarse bastante tiempo para toser, masajearse su dolorido cuello...- Un espectáculo sensacional, puro.
Este concierto comenzó a las 18:30, pues bien, al terminar dicho concierto no había tiempo para entretenerse, pues a las 19:30 estaba programada el siguiente de la tarde.
En esta ocasión nos dirigimos a la sala Köthen, donde nos esperaba un concierto protagonizado por Katharine Fugue (soprano), Carlos Mena (alto), Julian Prégardien (tenor), Stephan MacLeod (bajo) y el Ricercar Consort, dirigidos por Philippe Pierlot.
El programa, bajo el epígrafe "Bach De Profundis", estuvo compuesto por dos cantatas de Bach, a saber: Aus der Tiefen rufe ich, Herr, zu dir BWV 131 y Christ lag in Todesbanden BWV 4, dos de las más celebérrimas cantatas del genio. Pero como aperitivo -si es que a algo tan absolutamente genial se le puede llamar tal- se ofreció el Lamento "Wie bist du denn, o Gott" de Johann Christoph Bach (1642-1703), una obra maravillosa firmada por un compositor totalmente fascinante, lamentablemente ensombrecido por la alargadísima sombra del genio familiar. Stephan MacLeod -una de las mejores voces que pasaron ese fin de semana por allí- nos ofreció una versión absolutamente magistral y totalmente conmovedora de este lamento, secundado por el preciosista violín barroco de François Fernandez, las viole da gamba y el continuo del Ricercar Consort -hay que señalar que han dedicado una reciente grabación a piezas de la Alemania del XVII, con MacLeod de protagonista, de donde he extraído la preciosa versión de lamento que porporciono más abajo-.
El programa, bajo el epígrafe "Bach De Profundis", estuvo compuesto por dos cantatas de Bach, a saber: Aus der Tiefen rufe ich, Herr, zu dir BWV 131 y Christ lag in Todesbanden BWV 4, dos de las más celebérrimas cantatas del genio. Pero como aperitivo -si es que a algo tan absolutamente genial se le puede llamar tal- se ofreció el Lamento "Wie bist du denn, o Gott" de Johann Christoph Bach (1642-1703), una obra maravillosa firmada por un compositor totalmente fascinante, lamentablemente ensombrecido por la alargadísima sombra del genio familiar. Stephan MacLeod -una de las mejores voces que pasaron ese fin de semana por allí- nos ofreció una versión absolutamente magistral y totalmente conmovedora de este lamento, secundado por el preciosista violín barroco de François Fernandez, las viole da gamba y el continuo del Ricercar Consort -hay que señalar que han dedicado una reciente grabación a piezas de la Alemania del XVII, con MacLeod de protagonista, de donde he extraído la preciosa versión de lamento que porporciono más abajo-.
Tras esta auténtica delicida, vino el plato fuerte -aunque estaba tan fascinado con lo que acababa de disfrutar, que no creía que nada pudiese superarlo-: las dos cantatas de Bach. Auténticas obras de arte, las sucesión de coros, arias, duetos, recitativos y corales era un no parar, una clase magistral de como crear, de como abordar la música en todas sus facetas de manera siempre excelsa. La versión del Ricercar, atendiendo a las teorías OVVP, estuvo muy equilibrada, nítida en las líneas y precisa en los contrapuntos. A pesar de no ser un servidor creyente y defensor de estas teorías, esta interpretación me sorprendió bastante, por su favorable resultado. Los solistas vocales rindieron a buen nivel, aunque hubo de todo. Fugue estuvo correcta, pero sin alardes y fue quien más pasó desapercibida. Mena, que "jugaba en casa", estuvo tan sólido como siempre, técnicamente impecable, potente en su sonido y de bello tiembre. El joven tenor -tan sólo 24 años-, Julien Prégardien -desconozco si es hijo del gran tenor Christoph Prégardien, aunque varios de sus datos vitales podrían sugerirlo- estuvo bastante bien: con un timbre muy bonito, bien colocado, algo escaso en su volumen, pero con exquisito gusto. El bajo suizo, Stephan MacLeod -quien con su sola intervención en el lamento podría haber cubierto su cupo por aquel día- estuvo, de nuevo, fascinante. Bien en los graves, pero muy bien la zona media-aguda, con ese timbre tan conmovedor y esa línea de canto tan elegante. Sin duda, junto a Mena, lo más destacable de la velada. El aparato instrumental, sostenido por los precisos Fernadez y Santos a los violines barrocos, cumplió a la perfección con su cometido, a excepción de algún descalabro del oboista barroco, que luego se repuso. Firmes y coloristas las partes altas y seguras y solventes las bajas, con un espléndido y variado bajo continuo.
Para terminar la primera jornada, acudimos al tercero de los conciertos de la tarde -a celebrar en la misma sala Köthen y con hora de comienzo a las 21 horas- y protagonizado por el excelente, aunque en exceso sobrado, Pierre Hantaï. Se nos ofrecieron los Pequeños preludios para Wilhelm Friedemann Bach BWV 924-932 y las Suite inglesa nº. 2, en la menor BWV 807. Todo en Hantaï es ampuloso, recargado, "divino"... Para empezar, su concierto se retrasó más de media hora -ante las continuas e iracundas quejas de los espectadores. Pero eso no es todo, sino que el francés tiene la costumbre de hacer esperar al público cuando todo está listo, es decir, desde que las luces se apagan, se ilumina el clave -modelo absolutamente precioso, por cierto- y todo está en silencio, pueden pasar cinco minutos hasta que tiene el detalle de "honrarnos con su presencia". Todo esto se termina pasando por alto cuando uno comienza a escucharle, aunque no verle, puesto que su comportamiento sigue siendo totalmente rebuscado. Estuvo muy, muy bien en la suite, aunque cometió algunos errores en los pequeños preludios -dobles notas, notas falsas- imperdonables para alguien de su categoría. No obstante, como digo, la interpretación de la suite rozó lo glorioso, con una digitación espectacular, muy seguro, mostrando un Bach muy elegante y detallista.
En definitiva, una jornada calificable de muy buena, con momentos absolutamente memorables (¡ese lamento!, varios momentos en Egüez y Hantaï) y que supuso un buen presagio para lo que habría de venir.
P.S. Si alguien desea mayor información acerca de los programas, platillas intrumentales... sólo ha de solicitarlo.
Johann Christoph Bach (1642-1703). Lamento "Wie bist du denn, o Gott".
Álbum: De Profundis.
Stephan MacLeod & Ricercar Consort - Philippe Pierlot.
Mirare 2008.
Johann Sebastian Bach (1685-1750). Sarabande, suite BWV 1007.
Álbum: Suites for Theorbo.
Pascal Monteilhet.
Virgin Classics (Virgin Veritas x2) 200-2005
2 comentarios:
Tras escuchar el "Wie bist du denn, o Gott" entiendo las alabanzas que dedicas a Johann Christoph Bach y a Stephan MacLeod. La obra y la interpretación son absolutamente maravillosas. Tomo nota.
Hola:
Pues me alegro enormemente, vaya.
Cuando descubrí esta obra, hace ya algún tiempo, quedé absolutamente fascinado por su belleza y hondura. Es un efecto que suele provocar en las personas, al igual que la sorpresa, pues cuando alguien lo escucha si saber que es, al decirle que se trata de una pieza de Bach -pero no de Johann Sebastian, sino de un antepasado suyo- suelen quedar totalmente impactados. Esta interpretación, por lo demás, es impresionantemente fascinante y evocadora.
Cuando descubrí la voz de este bajo suizo, hará algunos años -cuando adquirí la versión de la Selva Morale e Spirituale de Cantus Cölln, en la que MacLeod sólo participaba en el "Motteto a Voce sola in basso" Ab aeterno ordinata sum- me pareció increíble, por su lograda extensión, su precioso timbre, pero sobre todo por su expresividad y elegancia en el canto. Desde aquel momento comencé a hacerme con grabaciones suyas y cuando descubrí que había grabado este disco "De Profundis", dedicado, por otra parte, a un repertorio que adoro, no dudé en adquirirlo. Un disco excepcional, a todas luces y que comentaré en su día.
Gracias y hasta pronto.
Un saludo.
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