jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando prima el espectáculo...


Fecha: 6 de febrero de 2009.
Lugar: Auditorio Ciudad de León.
Contexto: Segundo concierto del Ciclo de Artes Escénicas y Músicas Históricas.
Programa: Encuentros de Músicas de Fuego y Ayre. La Ruta del Nuevo Mundo (1550-1750): Mestizaje y Diálogo Musical en la Antigua Iberia y en el Nuevo Mundo (obras Pedro Guerrero, Mateo Flecha, Santiago de Murzia, Bartomeu Cárceres, Luys Milán, Juan Pérez Bocanegra, Gaspar Sanz, Frei Felipe Madre de Deus, Juan Cabanilles, Francisco Correa de Rauxo, Juan Blas de Castro, Juan Arañés, Gaspar Fernandes, Antonio Valente, Juan García de Zéspedes y diversos anónimos).
Intérpretes: La Capella Reial de Catalunya & Hespérion XXI, con la participación del Tembembe Ensamble Continuo - Jordi Savall, dirección.


Nos visitaba en este segundo concierto del Ciclo, dedicado a impulsar la creación del CAEMHis, una de las vacas sagradas en esto de la música antigua, tanto a nivel nacional como mundial, el maestro Jordi Savall.
Por supuesto, cuando se trata de nombres tan archiconocidos -hasta por el más iletrado de los espectadores- el Auditorio estaba lleno a rebosar, con caras de feliz expectación -en la mayoría- y de temible curiosidad -en aquellos conocedores del hacer del maestro de Igualada y que nos temíamos lo que se nos venía encima-. Y lamento tener que decir aquí que mis expectativas se cumplieron, pues el espectáculo que pude presenciar fue bastante mediocre, en el que se le dio mayor importancia todo lo que podría ofrecer espectáculo y se dejó de lado a la música propia.
Entremos en detalle, pues.

Primeramente hay que señalar el poco decoro y delicadeza por parte del maestro Savall, teniendo en cuenta que el 85% de las piezas del programa ya habían sido interpretadas en un concierto programado un año antes que el que nos ocupa -cosa poco extraña, por otra parte, teniendo en cuenta que el señor Savall lleva repitiendo las mismas obras durante buena parte de su carrera-.
Se presentaba, pues, una oportunidad de ver más de lo mismo, pero encima con el que peligro de que la interpretación no superase la escucha anterior -como así fue-. Cuando parecía que la cosa no podía ir a peor, nos encontramos con el Savall había invitado a un conjunto de músicos mejicanos, con el fin de entremezclar culturas -su ya celebérrima Alianza de Civilizaciones- por medio de músicas de aquí y de allá. Es indudable el talento de cada uno de los músicos allí presentes -unos más que otros, obviamente- y el sensacional sentido del ritmo de estos mejicanos, pero uno se siente un poco engañado -a la par que atónito- cuando ve que a alguien que lleva tantos años abogando por la interpretación "correcta" de las músicas pretéritas le da por mezclar obras de Murzia, Sanz o Valente con anónimos jarochos y obras del acervo folclórico sudamericano, amén de utilizar instrumentos tales como un violín moderno, huapangueras, mosquitos, zapateados, guitarras de son y otros tantos en la interpretación de piezas del XVI y XVII, mezcándolos con guitarras barrocas, vihuelas de mano, arpas triples, viole da gamba y cornetos. Un despropósito, vaya...
Y una interpretación buena, pero sin más -lo que es decir muy poco, si hablamos de quien hablamos-, con un apartado vocal bueno, pero sin alardes, sobre todo en las voces masculinas y un aparato instrumental que fue lo mejor de la velada -me refiero a Hespèrion XXI no a los mejicanos-, pues como siempre, Savall se sabe rodear de gente realmente buena.









Estupefacto presenciaba como la platea y el anfiteatro se rendían en aplausos en cada intervención que sobre el escenario tenía lugar.
Pero la cosa todavía pudo superarse más y es que comenzaron los bailes y aunque siempre hubo una bailarina danzando en ciertas obras -un trabajo el suyo minimalista, bien hecho y con gusto-, tuvieron a bien estroprear dicho trabajo con la intervención de algunos de los músicos del conjunto, en momentos claramente permutables por, qué sé yo... ¿nada? -indescriptible el momento de La Iguana-.

Ante tal dantesco espectáculo uno tiene tiempo para reflexionar sobre lo que está presenciando. ¿Mi sensación?, importa más el espectáculo, el montar el show, el aderezar la música -no vaya a ser que el público se aburra-, en definitiva, no hay sitio en conciertos de este tipo para la música pura, aquella que no necesita de aditivos para llegar al espectador. ¿Merece la pena tal "mutilamiento" con tal de llenar una sala de conciertos? A tenor de de lo expresado por el público, sí, sí lo merece. En opinión de un servidor, jamás hay que anteponer nada a la música, a la creación "sagrada" de nuestros genios del pasado -aunque no sean estas obras de una hondura superlativa-.
Se me plantea otra duda acerca de los intérpretes que llevan varios años trabajando a su lado: ¿realmente disfrutan haciendo una y otra vez las mismas piezas? ¿Savall ha dejado de atraer por su trabajo y ahora es la fama lo que lleva a los músicos a trabajar junto a él? Tal y como está el asunto, es evidente que estos intérpretes tienen que ganarse la vida, pero resulta curioso como parece que hacen parada en Savall para llenar el bolsillo y luego acuden a otros grupos para satisfacer sus ansias musicales y artísticas.

En fin, uno está ya acostumbrado a estas savalliadas. Es cierto que se le está criticando duramente -yo el primero-, pero los motivos son más que obvios y no vale el criticar por criticar. Yo critico al Savall monetarista, a ese que lleva años explotando -tanto en concierto como en disco- las mismas obras, a ese que no tiene escrúpulo ninguno en "mendigar" todo tipo de subvenciones, aquel que no siempre cumple con lo que dice, ese que justifica lo injustificable, aquel que intenta colar su instrumento en cualquier obra, aunque no tenga motivo alguno, es decir, ese Savall que ha ido perdiendo esa ilusión por lo puro, lo verdadero y que se ha ido dejando llevar al camino fácil, cuando siempre tuvo que luchar para estar donde está. No obstante, defiendo al Savall que abrió puertas a golpe de tesón, aquel que se planteó una meta y la logró, ese que lucho por recuperar un instrumento de capital importancia en la historia universal, un Savall que no dudó en redescubrir repertorios perdidos, ese que tañía la viola como nadie -cuando estudiaba, claro-, ese que quisó abrir caminos cerrados, en definitiva, ese Savall que emocionaba por su maestría, su coherencia y autoexigencia.

Lamentablemente lo estamos perdiendo, pero esperemos que haya algo en ese camino que le haga replanterse la ruta.


Hoy no añadiré fragmentos musicales, sino que dejo aquí un enlace a un vídeo del Instituto Cervantes en el que Savall interpreta alguna de las piezas aparecidas en el programa comentado arriba -como no- y también incluye una entrevista previa a un concierto en Festival de Música Antigua de Utrecht de 2004.

1 comentario:

Sheila dijo...

Hace poco también tuve la mala suerte de escuchar un concierto pésimo de Jordi Savall con Hesperion de música Israelí. Su esposa Figueras apenas canto algunas obras por cierto no del gusto de la mayoria del púbico abandonando la sala a media pieza. Es obvio que el maestro Savall tiene conocimiento y coherencia musical dentro de su campo (musica occidental) pero, el hecho de mezclar música del folklor de otras culturas me parece de mal gusto y poco ético. Se atreve a invitar músicos que yo no se si el tenga el criterio para saber si son de calidad, poniendo en ridiculo las raices de nuestros paises.
Yo soy Mexicana, y conozco algo de folklor de mi tierra. Respeto muchisimo tales generos muy ajenos a la escuela de música clásica. Dentro de México hay muchas cuturas y cada una tiene su idioma y arte, en la actualidad, antropólogos se dedican a investigar los orìgenes de la musica prehispánica. La historia de la música Mexicana abarca cientos de años y diversas culturas que imagino Savall desconoce. Sudamerica comienza en el Caribe con frontera en Guatemala y Belize. A mi no me agrada que vengan de otros lados y sensacionalizen lo que se cree exótico de mi pais y exageren de manera deforme y ridicula las raices de nuestros paises.
Mejor que Savall se dedique a lo que sabe tocar.