En torno a Händel
The Academy of Ancient Music regalan a Zamora un memorable espectáculo
Con el elocuente e inequívoco título de «Handel & Friends» se
presentó The Academy of Ancient Music en la Iglesia de San Cipriano. El
conjunto británico, fundado en 1973 por Christopher Hogwood, es una de
las formaciones rutilantes dentro del panorama mundial de las orquestas
barrocas. Con una formación que se reducía casi a la mínima expresión,
el fabuloso conjunto inglés ofreció un espléndido concierto en el que la
figura de Georg Friedrich Händel -alemán de nacimiento, pero
considerado por muchos como inglés- fue el pilar que sustentó la
estrucutra del mismo, al menos por importancia en cuanto a su figura
compositiva.
Del «caro saxone» se interpretaron dos de sus sonatas
en trío, fantásticos ejemplos del tratamiento de la «sonata da camera»
en su producción, en las que pudimos disfrutar de unos adaptaciones
curiosas para dos violines, traverso, flauta de pico, oboe y bajo
continuo, aprovechando la intercambiabilidad y versatilidad del
instrumentario en la época. Las otras dos obras fueron sendas sonatas
para flauta de pico y oboe, en las que el lucimiento del instrumento
solista es marca de la casa en el estilo de teutón.
[La inmensa figura
de Händel fue
destacada por la calidad
de su trabajo, así como
por el latente influjo que
tuvo sobre algunos de sus
coetáneos].
de Händel fue
destacada por la calidad
de su trabajo, así como
por el latente influjo que
tuvo sobre algunos de sus
coetáneos].
El programa se
completó con piezas de compositores que de una u otra manera estuvieron
ligados a la figura del sajón, ora por el desarrollo de su carrea
londinense, ora por período romano. De esta forma, la presencia de
Arcangelo Corelli está más que justificada, pues ambos se encontramos en
la «ciudad eterna» durante un lapso temporal no muy extenso. De Corelli
se interpretaron dos de sus sonatas, pertenecientes a su Op. I -sonate
da chiesa»- y Op. II -sonata da camera». Francesco Geminiani tuvo un
importante desarrollo de su carrera en las islas británicas, de ahí el
contacto con nuestro protagonista. De este, se interpretó la segunda de
las sonatas de su Op. I, en un arreglo del mismo compositor para dos
violines. Charles Avison, maestro británico, también fue influído por la
inmensa sombra «händeliana». De él, dos sonatas de sus Op. I y VII, la
última de ellas realmente interesante, en la que el papel de la cuerda
se relega casi a un mero relleno armónico, dejando el concurso
protagonista al clave. La interpretación que nos brindó The Academy of
Ancient Music será largamente recordada. Si hubiera que describirla con
una sola palabra, esa sería fluidez; y es que cuando algo tan complejo
termina por resultar tan asombrosamente fácil, es que hay mucho talento y
trabajo detrás.
El papel de Rachel Brown -traverso barroco y
flauta de pico- y Frank de Bruine -oboe barroco- fue fabuloso, con una
elegancia y digitación fascinantes. Alastair Ross y Andrew Skidmore
realizaron una asombrosa labor en el continuo, sirviendo de constante
sustento a todo el cojunto; es destacable el poderoso sonido del cello
barroco de este último. Pavlo Beznosiuk y Bojan Cicic fueron quizá los
grandes protagonistas de la noche: su solvencia técnica, empaste,
preciosismo en la ornamentación, límpida afinación y tersura sonora,
hicieron de las obras para dos violines las grandes perlas.
Si Händel es uno de los grandes maestros, The Acadmy of Ancient Music no es lo menos en lo interpretativo. Feliz encuentro.
[Crítica de La Opinión de Zamora el 10-III-2013]
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