jueves, 21 de marzo de 2013

Críticas del "Pórtico de Zamora, 3.13" [Qvarta pars]

Catedral reinventada
Una feliz iniciativa del «Pórtico de Zamora» invita a redescubrir el templo zamorano

   Sábado, 23 horas. Conforme uno se va a acercando al emblemático edificio de la capital por la amplia y abierta plaza, va percibiendo la algarabía que los cientos de personas, que se encuentran a la espera de acceder al templo románico, emiten desde su posición ya dentro del enrejado que delimita la construcción con la plaza. El estruendoso sonido de la matraca nos saluda desde el atrio, haciendo el camino más intenso. Muchos esperan ansiosos la entrada.

   Al acceder al templo, la tenue luz que emana de los cirios y velas nos da la bienvenida. La penumbra y el silencio son solo interrumpidos por los pasos de los que acceden al interior. Una hermosa crucifixión sobrecoge por su tamaño y su tono azulado en el crucero. Es la muerte de Cristo, primero de los puntos que propone el festival en esta peculiar visita catedralicia. Allí, Jaime Calvo-Murillo espera en su podio para comenzar a tañer su violoncello. Las notas de una de una de las danzas que componen las suites para dicho instrumento por Johann Sebastian Bach comienzan a fluir. Las interpreta entregado, sereno, concentrado. La belleza de la música y el ambiente casi transporta a los visitantes a un estado de recogimiento absoluto.

   A nuestra espalda se perciben las notas de un curioso instrumento. Sí, es la tiorba de Jesús Fernández Baena, quien en su precioso marco, iluminado por cirios y con un precioso cuadro tras de sí, interpreta la enigmática y subyugante «Toccata arpeggiata» de Johannes Hieronymus Kapsberger. Cerca nos espera la Capilla de San Ildefonso, segundo de los puntos centrales de la visita -triunfo de Cristo sobre la muerte-. El ambiente creado por el delicado y hermoso timbre de la tiorba veneciana, su excelsa digitación y calidez interpretativa, consiguen crear un ambiente casi etéreo, inabarcable.

   En la lejanía se oyen unas voces. El claustro, tercero de los pilares fundamentales, alberga al conjunto Schola Antiqua y su director Juan Carlos Asensio, quienes nos ofrecen un «Tenebrae factae sunt», tan apropiado en estas fechas. El magnífico empaste, color vocal y conocimiento del repertorio, además de su vestimenta, parecen trasladarnos a pleno Medievo.

   Las bases están firmes. Ahora a cada cual solo le queda deambular con plena libertad por las naves, capillas, trascoro? disfrutando y eligiendo qué mirar, qué escuchar, qué disfrutar. Bach, Piccinini y más canto gregoriano esperan. Una manera distinta de conjugar música y arte, emoción y espiritualidad. Una experiencia multisensorial que marcará un antes y un después en la manera en que los visitantes se acercaron a la Catedral de Zamora. Un acierto absoluto para el «Pórtico», que, esperamos, sea el comienzo de muchos otros en este sentido. La luz se enciende, la música se apaga, el camino se hizo corto. Ahora, la memoria hará el resto. 

[Crítica aparecida en La Opinión de Zamora el 11-03-2013].

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