Tomás Luis de Victoria (1548-1611): O vos omnes a 4.
The Tallis Scholars - Peter Phillips.
The Tallis Scholars - Peter Phillips.
Al igual que en la publicación de ayer destacábamos las lamentaciones dentro de su Officium Hebdomadae Sanctae, en la primera de hoy, día en el que celebramos la efeméride de manera completa, pues justo hoy se cumplen los 400 años desde que Victoria abandonara este mundo y su alma entregada a la música y a Dios se despegase de su cuerpo para siempre, dedicaré esta primera entrada a sus responsorios de tinieblas, que completan de manera numerosas junta a las otras esa magna colección sacra.
Los dieciocho responsorios de Victoria vienen a completar el ciclo de seis por cada día del Triduum Sacrum. El responsorio tiene una peculiaridad excepcional en sí misma, pues no procede nunca del canto gregoriano, sino que es una creación polifónica nueva como tal. Samuel Rubio los describe señalando las dos partes que lo integran: una llamada cuerpo del Responsorio, que lleva incorporado una frase breve -estribillo- que se repite; otra denominada verso, después del cual se repite el estribillo. Como señala el padre Rubio -y comenta Juan Luis de la Montaña-, entre el verso y el resto del Responsorio suelen apreciarse ciertas diferencias estilísticas. La más notable es que el cuerpo del Responsorio es de una polifonía muy sencilla, muy cercana a la homofonía. Por el contrario, el verso es de estructura polifónica de estilo imitativo.
La disposición de sus dieciocho responsorios supone casi un hito en la elaboración de tal diversidad vocal en el Renacimiento, pues Victoria utiliza un esquema de plantilla muy interesante y diverso. El primero y tercero de cada grupo de tres está compuesto a 4 partes, para cantvs, altvs, tenor y bassvs, mientras que el segundo solo a tres partes, para cantvs, altvs y tenor. El pasaje que utiliza voces reducidas o pasajes solistas utiliza las siguientes disposiciones dependiendo de su orden: así, el grupo de solistas suele responder en número de tres líneas, aunque el primero de ellos corresponde a un dúo. El primero de cada tres está indicado para cantvs, altvs y tenor, mientras que el tercero lo está para altvs, tenor y bassvs. En el segundo de ellos, el maestro añade una línea extra de soprano, lo que nos reporta una prescripción de cantvs I, cantvs II y altvs y en otras ocasiones cantvs I, cantvs II y tenor. Esta variedad esquemática y estructural confiere a esta música una paleta de colores brutal, casi inigualable en otra colección de piezas sacras del Renacimiento.
Los responsorios de Victoria son de una intensidad, de una carga dramática apabullante. El texto y la música van más unidos de la mano casi más que nunca, sin embargo, en muchas ocasiones la ayuda del texto es casi inexistente y sin embargo el maestro es capaz de crear algo maravilloso de la “nada”. Sorprende que la textura y la carga compositiva sea en muchos casos “sencilla”, es decir, con mucho desarrollo homofónico y apenas nada de contrapunto imitativo, y sin embargo, Victoria pueda mostrarnos y dibujarnos tantos estados de ánimos, tantas pasiones sobrevenidas en un espacio de tiempo tan corto y de una manera tan directa. Para Peter Phillips la clave de estos responsorios está en el texto y la relación de la música para con él, en la manera en que Victoria capta los acentos naturales y el discurso natural del texto, que desde luego tiene impacto per se. Para Phillips estas piezas son ejemplos de música vocal minimalista.
Las disonancias, el tactus sosegado, calmado y apacible, la tensión dramática y el colorido textural son algunas de sus grandes bondades. Es impresionante observar la intensidad y la tensión que Victoria puede conseguir en algunos de estos responsorios, de los cuales he seleccionado O vos omnes a 4, para Sabbato Sancto.
Los dieciocho responsorios de Victoria vienen a completar el ciclo de seis por cada día del Triduum Sacrum. El responsorio tiene una peculiaridad excepcional en sí misma, pues no procede nunca del canto gregoriano, sino que es una creación polifónica nueva como tal. Samuel Rubio los describe señalando las dos partes que lo integran: una llamada cuerpo del Responsorio, que lleva incorporado una frase breve -estribillo- que se repite; otra denominada verso, después del cual se repite el estribillo. Como señala el padre Rubio -y comenta Juan Luis de la Montaña-, entre el verso y el resto del Responsorio suelen apreciarse ciertas diferencias estilísticas. La más notable es que el cuerpo del Responsorio es de una polifonía muy sencilla, muy cercana a la homofonía. Por el contrario, el verso es de estructura polifónica de estilo imitativo.
La disposición de sus dieciocho responsorios supone casi un hito en la elaboración de tal diversidad vocal en el Renacimiento, pues Victoria utiliza un esquema de plantilla muy interesante y diverso. El primero y tercero de cada grupo de tres está compuesto a 4 partes, para cantvs, altvs, tenor y bassvs, mientras que el segundo solo a tres partes, para cantvs, altvs y tenor. El pasaje que utiliza voces reducidas o pasajes solistas utiliza las siguientes disposiciones dependiendo de su orden: así, el grupo de solistas suele responder en número de tres líneas, aunque el primero de ellos corresponde a un dúo. El primero de cada tres está indicado para cantvs, altvs y tenor, mientras que el tercero lo está para altvs, tenor y bassvs. En el segundo de ellos, el maestro añade una línea extra de soprano, lo que nos reporta una prescripción de cantvs I, cantvs II y altvs y en otras ocasiones cantvs I, cantvs II y tenor. Esta variedad esquemática y estructural confiere a esta música una paleta de colores brutal, casi inigualable en otra colección de piezas sacras del Renacimiento.
Los responsorios de Victoria son de una intensidad, de una carga dramática apabullante. El texto y la música van más unidos de la mano casi más que nunca, sin embargo, en muchas ocasiones la ayuda del texto es casi inexistente y sin embargo el maestro es capaz de crear algo maravilloso de la “nada”. Sorprende que la textura y la carga compositiva sea en muchos casos “sencilla”, es decir, con mucho desarrollo homofónico y apenas nada de contrapunto imitativo, y sin embargo, Victoria pueda mostrarnos y dibujarnos tantos estados de ánimos, tantas pasiones sobrevenidas en un espacio de tiempo tan corto y de una manera tan directa. Para Peter Phillips la clave de estos responsorios está en el texto y la relación de la música para con él, en la manera en que Victoria capta los acentos naturales y el discurso natural del texto, que desde luego tiene impacto per se. Para Phillips estas piezas son ejemplos de música vocal minimalista.
Las disonancias, el tactus sosegado, calmado y apacible, la tensión dramática y el colorido textural son algunas de sus grandes bondades. Es impresionante observar la intensidad y la tensión que Victoria puede conseguir en algunos de estos responsorios, de los cuales he seleccionado O vos omnes a 4, para Sabbato Sancto.
El texto de este responsorio es sencillamente hermoso:
O vos omnes, qui transitis per viam,
attendite, et videte
Si est dolor similis sicut dolor meus.
Attendite universi populi, et videte dolorem meum
Si est dolor similis sicut dolor meus.
(Lm. 1, 12)
************************** ************************** ***
Oh, vosotros todos, los que pasáis por el camino,
prestad atención y ved
si existe dolor semejante al mío.
Atended, pueblos del universo, y ved mi dolor.
Si existe dolor semejante al mío.
(Lm. 1, 12)
Como decíamos, de por sí causa impacto, pues es cierto que para aquel que siente algún dolor, sobre todo psicológico o espiritual, resulta harto complejo encontrar consuelo alguno y cualquier otro dolor ajeno le parece nimio comparado con su infausto pesar. La indagación más profunda se muestra de la manera más directa y cruda posible, pero a través del arte y un lenguaje realmente hermoso y sutil. Victoria destaca de manera especial los momentos en los que la palabra “dolor” aparece en escena, con unas líneas dolentes, subyugantes. Es impresionante observar como la línea de svperivs se alza en solitario para llamar la atención de aquel que escucha por medio de su attendite
Para la versión he estado dudando entre dos principalmente, la de The Sixteen y Harry Christophers, con un tempo más lento, muy sosegada, que se recrea más en la tensión armónica, y la de The Tallis Scholars y Peter Phillips, que es finalmente por la que me he decantado. Un tempo más ligero, pero muy adecuado a la intensidad dramática de este texto, con una belleza de sonido apabullante. Phillips no pasa por encima de los momentos más intensos, sino que se ocupa de ellos, aunque sin recrearse en exceso. Las partes solísticas son una factura extraordinaria. “Los Tallis” parecen decir: “sí, no hay dolor como el mío, pero no suframos más de la cuenta por ello”. Siento reiterar mis elecciones en este conjunto, pero me siguen pareciendo de una calidad y una expresividad -sigo sin comprender a aquellos que los llaman fríos- casi sin igual.
Dicha versión se encuentra disponible en este disco.
Se trata, en definitiva, de un Victoria muy profundo, puede que el más profundo de su producción, cargado de dolor, de espiritualidad, de vida, de pasiones, un Victoria que estaba ya cansado, pero cuya desaforada pasión por el noble y bello arte de la música le llevo a seguir creando, a legar para la historia momentos de este calibre. Un compositor que hoy, hace 400 años, dejara este mundo para encaminarse hacia aquel otro que llevaba anhelando toda su vida, a encontrase con aquel al que había dedicado su vida por medio de su arte, su pasión. Victoria ha sabido como muy pocos plasmar las pasiones espirituales pero también mundanas. Poder disfrutar, deleitarse y emocionarse con algo así, pasados ya nada menos que 400 años, es algo sobre lo que cabe reflexionar. ¿Cómo puede la música, el arte, permanecer tanto tiempo en nuestras vidas, pasando de generación en generación y haciendo que gente cuya vida no se asemeja, ni por asomo, a la de aquel siglo XVI, sigan emocionándose hasta un grado tan extremo con una música creada por aquel entonces? Creo que en esto hay algo muy grande que nunca llegaremos a comprender; así pues, disfrutemos, deleitémonos, compartámoslo y sobre todo, sigamos emocionándose como cada primera vez al escuchar su música.
Aquí la partitura.
O vos omnes, qui transitis per viam,
attendite, et videte
Si est dolor similis sicut dolor meus.
Attendite universi populi, et videte dolorem meum
Si est dolor similis sicut dolor meus.
(Lm. 1, 12)
**************************
Oh, vosotros todos, los que pasáis por el camino,
prestad atención y ved
si existe dolor semejante al mío.
Atended, pueblos del universo, y ved mi dolor.
Si existe dolor semejante al mío.
(Lm. 1, 12)
Como decíamos, de por sí causa impacto, pues es cierto que para aquel que siente algún dolor, sobre todo psicológico o espiritual, resulta harto complejo encontrar consuelo alguno y cualquier otro dolor ajeno le parece nimio comparado con su infausto pesar. La indagación más profunda se muestra de la manera más directa y cruda posible, pero a través del arte y un lenguaje realmente hermoso y sutil. Victoria destaca de manera especial los momentos en los que la palabra “dolor” aparece en escena, con unas líneas dolentes, subyugantes. Es impresionante observar como la línea de svperivs se alza en solitario para llamar la atención de aquel que escucha por medio de su attendite
Para la versión he estado dudando entre dos principalmente, la de The Sixteen y Harry Christophers, con un tempo más lento, muy sosegada, que se recrea más en la tensión armónica, y la de The Tallis Scholars y Peter Phillips, que es finalmente por la que me he decantado. Un tempo más ligero, pero muy adecuado a la intensidad dramática de este texto, con una belleza de sonido apabullante. Phillips no pasa por encima de los momentos más intensos, sino que se ocupa de ellos, aunque sin recrearse en exceso. Las partes solísticas son una factura extraordinaria. “Los Tallis” parecen decir: “sí, no hay dolor como el mío, pero no suframos más de la cuenta por ello”. Siento reiterar mis elecciones en este conjunto, pero me siguen pareciendo de una calidad y una expresividad -sigo sin comprender a aquellos que los llaman fríos- casi sin igual.
Dicha versión se encuentra disponible en este disco.
Se trata, en definitiva, de un Victoria muy profundo, puede que el más profundo de su producción, cargado de dolor, de espiritualidad, de vida, de pasiones, un Victoria que estaba ya cansado, pero cuya desaforada pasión por el noble y bello arte de la música le llevo a seguir creando, a legar para la historia momentos de este calibre. Un compositor que hoy, hace 400 años, dejara este mundo para encaminarse hacia aquel otro que llevaba anhelando toda su vida, a encontrase con aquel al que había dedicado su vida por medio de su arte, su pasión. Victoria ha sabido como muy pocos plasmar las pasiones espirituales pero también mundanas. Poder disfrutar, deleitarse y emocionarse con algo así, pasados ya nada menos que 400 años, es algo sobre lo que cabe reflexionar. ¿Cómo puede la música, el arte, permanecer tanto tiempo en nuestras vidas, pasando de generación en generación y haciendo que gente cuya vida no se asemeja, ni por asomo, a la de aquel siglo XVI, sigan emocionándose hasta un grado tan extremo con una música creada por aquel entonces? Creo que en esto hay algo muy grande que nunca llegaremos a comprender; así pues, disfrutemos, deleitémonos, compartámoslo y sobre todo, sigamos emocionándose como cada primera vez al escuchar su música.
Aquí la partitura.