viernes, 11 de diciembre de 2009

Ensayo: el arte del trabajo


Por amistad con Albert Recasens, director del conjunto de música antigua español La Grande Chapelle, así como encargado del sello discográfico y la agencia de representación Lauda Música, que lleva la representación en nuestro país de varios conjuntos, pude acceder, hace ya algún tiempo, a disfrutar del ensayo -previo a un concierto ofrecido en el Auditorio Ciudad de León- de uno de mis grupos predilectos: el conjunto belga Huelgas-Ensemble, que dirige Paul Van Nevel, como es bien sabido.
Como considero esta una experiencia muy interesante y que no todo el mundo tiene la oportunidad de presenciar, he decidido contárosla en este espacio.
Iba con un poco de respeto, pues es bien conocido el carácter, algo peculiar y agrio, de Paul Van Nevel, que ya ha suspendido ensayos o echado de estos a muchas personas que no son de su agrado; pero bueno, al final no hubo problema alguno. En dicho ensayo tan sólo nos encontrabámos, la manager del conjunto, la mano derecha de Van Nevel, Albert y yo mismo, con lo cual, ya os podéis imaginar la sensación que me produjo estar ahí en ese momento (sinceramente, me sentí un auténtico privilegiado).
Al contrario que otros muchos grupos, "el Huelgas" suele acudir a una ciudad en la que tenga que actuar unos cuatros días antes del concierto (otros muchos suelen acudir un día antes e incluso el mismo día), si no tienen fechas en días continuos, obviamente. El caso de León fue este, pues el grupo llevaba cuatro días en nuestra ciudad. Pero lo realmente sorprendente de este conjunto y más teniendo en cuenta su nivel interpretativo, es el número de sesiones de ensayos que realizan al día y que asciende, nada más y nada menos, que a siete por día. Sí, habéis leído bien, este conjunto ensaya siete veces cada día y en sesiones bastante amplias. El ensayo que yo tuve la oportunidad de presenciar duró una hora y media y según se me comentó, aún tenían otro pequeño ensayo de "repaso" antes del concierto, que comenzó a las 20:30 horas.

El ensayo consistía en la interpretación de ciertas partes de las misas que se iban a interpretar -el programa que se interpretó consistía en las tres misas que se han registrado en su último álbum para Harmonia Mundi, La Quinta essentia-, fragmentos de movimientos que Van Nevel iba indicando a sus cantantes. Tras la indicación del movimiento concreto (en tres idiomas, puesto que yo le observé hablar con sus músicos en inglés, francés y alemán), Van Nevel daba la afinación. El maestro belga no es de los que da toda la serie de notas del acorde correspondiente, ni siquiera da una nota en alto sobre la que cogerlas los demás, Van Nevel golpeaba su diapasón y lo colocaba en el atril para hacerlo sonar y de ahí, cada uno cogía su nota.
Van Nevel resulta treméndamente escrupuloso y si no le gustaba cualquier mínimo detalle, no tenía reparo alguno en volver a comenzar. Siempre tomaba la afinación tras finalizar cualquier fragmento, para asegurarse que todo había ido correcto.
Los cantantes, que se encontraban siempre en pie, se sentaban en las partes en las que no intervenían, para volver a levantarse de nuevo al intervenir. El silencio era total y absoluto, sin un instante para bromas -creo recordar que tan sólo hubo un momento, de unos diez segundos de duración, en el que se rieron-. Esta seriedad y obcecación por el trabajo puro y duro me soprendió mucho, pues uno siempre piensa que la gente tan preparada no necesita de tanto esfuerzo para conseguir esos resultados tan exquisitos que luego escuchamos. Durante toda la hora y media de ensayo tan sólo hubo un breve descanso de cinco minutos, entre una misa y otra, que los cantantes aprovecharon para moverse un poco, ¡pero no hablaba nadie! Y a los cinco minutos, sin necesidad de que nadie les dijera nada, los cantantes ya estaban colocados en su sitio, preparados de nuevo, al 100%.
Me soprendió gratamente comprobar el buen rollo que había entre los propios cantantes, a pesar de la terrible seriedad del ensayo y de estos con Van Nevel -a pesar de lo comentado de su genio-, que se notaba no en una relajación de los mimos, sino es una complicidad especial durante las interpretaciones. Van Nevel tuvo momentos de sonrisas para sus cantantes, consejos e indicaciones, constantes indicaciones, pero sin parar la música, sino sobre ella, anticipándose a las partes en las que podría haber problemas. Así, sus sssssshhhhhh!, cuando se pasaban con la intensidad en ciertas líneas o su recurrente Text!, en las partes en las que no gustaba de la pronunciación. Además, me encantó observar como, de vez en cuando, surgía alguna que otra sugerencia de sus cantantes, sugerencia que era tenida en cuenta, de una manera totalmente natural, por parte de Van Nevel.

El belga tiene un gesto bastante delicado, sutil en ciertos momentos y resulta bastante detallista, siempre muy pendiente de las entradas, prestar atención al texto, los fraseos y las dinámicas de acuerdo a estos, el sonido de la sala, el equilibrio entre líneas, cada voz de manera individualizada -no tiene reparos en "echar broncas" de manera personal a un cantante-, en definitiva, está en todo.
Me quedé impresionado del increíble ritmo de ensayo que llevaban, que ya me parecía tremendo antes de saber que hacían lo mismo siete veces al día.
Pero bueno, también alivia comprobar que no todo es tan perfecto e e inhumano como parece, puesto que estos profesionales también se equivocan, entran a destiempo y se bajan en ciasrtos momentos, aunque claro, esos fallos son subsanados al instante y nunca más se vuelven a repetir. La rapidez con la que arreglan los errores me fascinó y supongo que eso es lo que distingue a un buen grupo de otro excelente.
En fin, tras observar aquello, no pude menos que reflexionar sobre algunas cosas y preguntarme como es posible que alguien de esa calidad ensaye a aquel ritmo, con aquella seriedad, aquella concentración y aquella paciencia siete veces al día. Sobre la conveniencia o no de este ritmo de ensayo, se puede hablar largo y tendido. A mí me parece realmente excesivo y más para un conjunto de estas características (ahora bien, así suena como suena...). Creo que trabajar siete veces al día, durante un número elevado de días el mismo repertorio, es peligroso, pues puede restarle frescura a las interpretaciones y convertirlas en algo mecánico, si no se está muy concentrado. No obstante, es evidente que esto no le pasa a este conjunto, a tenor de lo visto, pero creo que es algo realmente a tener en cuenta. También se puede por terminar cansando, si uno no está comprometido al máximo con el proyecto y puede causar problemas internos -de hecho, algo de esto le sucede a Van Nevel con su grupo, con el que ha cambiado de plantilla en varias ocasiones, por este tipo de problemas, como se me comentó-.


En definitiva, una experiencia fascinante, que recomiendo encarecidamente a todo aquel que pueda acceder a ella, pues es en estos momentos donde uno tiene delante la verdadera esencia del conjunto -en una sesión de grabación también sucede- y que guardaré siempre en mi memoria, a la espera de que pueda repetirse, con este u otro conjunto.


Os dejo dos pistas del disco en cuestión sobre el que versó el ensayo y el concierto posterior, para disfrute de todos los seguidores de los belgas, que me consta son muchos.


Thomas Ashewell (c.1478-c.1513): Gloria, Missa Ave Maria a 6.
Álbum: La Quinta essentia.
Huelgas-Ensemble - Paul Van Nevel, dirección.
Harmonia Mundi 2007.



Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594: Kyrie, Missa Ut re mi fa sol la a 6.
Álbum: La Quinta essentia.
Huelgas-Ensemble - Paul Van Nevel, dirección.
Harmonia Mundi 2007.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

26 años de FIOCLE


Como sucede cada año, a finales de septiembre, el Festival Internacional de Órgano Catedral de León (FIOCLE) -que pasa por ser el festival de música más importante de la ciudad- abre sus puertas al ávido -y en muchas ocasiones no tanto- público leonés y de alrededores.

Este año se celebra la vigésimo sexta edición y tras una muy descafeinada celebración del 25 aniversario de su creación -con una programación bastante pobre, a excepción de algunas perlas-, debida, en buena medida, a los graves problemas económicos que este festival tiene para subsistir cada año -ocasionados por las consabidas dificultades que mantienen las arcas municipales y que han convertido a León en una de las capitales europeas más morosas en el terreno musical (este es otro tema sobre el que hablaremos largo y tendido en otras ocasiones)-, parece que este año sí que hay una programación sólida y con varios eventos de sumo interés. Como siempre, me centraré en los que desde mi perspectiva vital considero más importantes.


La presente edición comienza el viernes 18 de septiembre con un concierto -a celebrar en la Catedral y que empezará a las 21 horas- en el que el conjunto Il Suonar Parlante, que dirige el gran violagambista Vittorio Ghielmi nos ofrecerán un programa que conmemora el 300 aniversario de la desaparición de Giuseppe Torelli y en el que se interpretarán obras de Antonio Vivaldi, Georg Philipp Telemann y el propio Torelli. Se contará con la participación solística, además, del trompetista barroco Gabriele Cassone y la gran flautista de pico Dorothee Oberlinger.
El sábado 26 y también a las 21 horas y en la Catedral, el organista leonés Adolfo Gutiérrez Viejo continuará con la integral del corpus organístico de Johann Sebastian Bach que está llevando a cabo a lo largo de los años, con la interpretación de algunas piezas del Orgelbüchlein.
Al día siguiente -comienzo a las 20 horas y en el mismo lugar-, el Ishbilya Consort, conocido consort de violas español, junto a la particpación del organista Andrés Cea, nos ofrecen un programa titulado "Sebastián Raval y la música del Seicento italiano para órgano y concerto di viole".
Y pasando ya al mes de octubre, nos encontramos con que el celebérrimo conjunto español Schola Antiqua, que dirige Juan Carlos Asensio y contando con la participación de otro organista leonés, Roberto Fresco, nos ofrecen un programa con el estreno y recuperación de obras del Archivo Musical de la Catedral de León y con una reconstrucción de un Oficio de Vísperas del Común de Confesores con órgano, fabordón y canto llano alternatim (ss. XVI-XVII) para San Froilán, el patrono de la ciudad, en uno de los conciertos que promete grandes momentos. Al día siguiente, con comienzo a las 18 horas, tendrá un lugar la interpretación de dichas obras durante la propia celebración del oficio religioso en la S.I. Catedral.
Como no podía ser de otra manera, el órgano forma parte sustancial de este festival y son varios los conciertos de órgano que pueden escucharse, tanto en la Catedral leonesa, como en otras iglesias locales y en diversos municipios de la provincia. El repertorio va desde el barroco europeo y español, hasta nuestro siglo, con obras de vanguardia y estrenos mundiales, pasando también por el XIX.
Para finalizar el festival -el día 24 de octubre a las 21, aunque pasan también por las catedrales de Zamora, Palencia y Valladolid- y como viene siendo habitual desde hace años, el FIOCLE se alía con la obra social de Caja España para presentarnos una agrupación de renombre mundial. Por estos llamados "conciertos extraordinarios del día del ahorro" han pasado nombres tan importantes como The English Concert y Trevor Pinnock, The Orchestra of the Age of Enlightenment y Gustav Leonhardt, La Petite Bande y Sigiswald Kuijken, Cappella de'Turchini y Antonio Florio, Freiburguer Barockorchester y Marcus Creed, La Stagione Frankfurt y Michael Schneider, The Netherlands Bach Society y Jos Van Veldhoven y el Collegium Vocale Gent y Philippe Herreweghe, entre otros...
Pues bien, para este año se anuncia la presencia de uno de los grupos ingleses con mayor tradición en la interpretación de la música antigua: The New London Consort, que dirige Philip Pickett. Nos acercan un programa que conmemora el 350 aniversario del nacimiento del gran maestro británico Henry Purcell. Se interpretarán obras del propio Purcell y el Dixit Dominus RV 595 de Antonio Vivladi.

Una edición que promete grandes momentos de música y en lugares realmente increíbles que conjugan de manera armónica música y arte.
Para obtener toda la información acerca del FIOCLE y el programa completo, aquí se puede visitar su web.

lunes, 29 de junio de 2009

El tirón de la música antigua


Uno, ante la avalancha de agoreros que dicen que la música antigua fue una moda pasajera y que ante el paso de la novedad ya está entrando en su declive y ante aquellos que dictan la sentencia de extinción para el disco, tal y como lo conocemos hoy día, se siente treméndamente feliz en días como hoy.
Y eso se debe a que, haciendo la visita diaria obligada a la página de Diverdi, se encuentra con lo siguiente: nueve de los diez discos que figuran entre los más vendidos corresponden al campo de la música antigua.
Hay algunas grabaciones que podamos tildar de más superventas, pero la variedad de la selección y el número tan elevado de ellas, resultan una feliz noticia.
En dicha lista encontramos -encabezando las ventas- el último disco de La Venexiana dedicado a los Scherzi Musicali monteverdianos. El número dos es para el nuevo disco de El Concierto Español (Emilio Moreno), registro dedicado a la tonadilla del XVIII. En tercer lugar ese popurrí de músicas de ministriles que Savall acaba de reeditar. El cuarto puesto es para I Barocchisti (Diego Fasolis) y Duilio Galfetti, en un registro de conciertos para violín -reciente aparición en la Vivaldi Edition-. Para el quinto lugar está reservado el disco de Vísperas en la Corte Imperial de Viena, con Arsys Bourgogne y L'Arpeggiata -un disco con obras de Fux y Sances entre otros-. Para encontrar el Dahpnis & Chloé de Boismortier, con Le Concert Spirituel (Hervé Niquet), tenemos que acudir al sexto lugar -en una reciente reedición de este álbum-. Tras este, en el séptimo puesto, tenemos una antología de obras del renacimiento -con autores como Ockeghem, Desprez, Isaac, De la Rue- que gira alrededor de deploraciones y lamentos, interpretados por el conjunto británico The Clerks' Group (Edward Wickham). El octavo puesto, ocupado por una obra de Rimsky-Korsakov, es el único no presente con música anterior al XVIII. Para el noveno puesto nos queda el último disco del traversista Alexis Kossenko, acompañado por los polacos Arte dei Suonatori, en el segundo álbum que dedican a los conciertos para traverso de Carl Philipp Emanuel Bach. Y para el último puesto ha quedado la última grabación de los rompedores Graindelavoix (Björn Schmelzer), con un repertorio dedicado al culto de Maria Magdalena a comienzos del siglo XVI.

Sin duda, produce mucha satisfacción observar como todavía parece haber gente en este país que aprecia lo bueno -aunque raro- y consume dichos productos. Que sea por muchos años...

miércoles, 10 de junio de 2009

Dos versiones para un genio contemporáneo


Para aquellos que se dedican -en mayor o menor medida- a la música coral contemporánea, pronunciar el nombre de Eric Whitacre supone mucho, muchísimo. Estadounidense y aún treintañero, su fama entre los coralistas de todo el mundo y aquellos amantes de la música coral contemporánea -sin tener que interpretarla forzosamente, que también son muchos- es brutal, como demuestran fehacientemente el número de visitas recibidas y descargas obtenidas en su página oficial, myspace, perfil en Facebook, blog personal y las innumerables entradas que en los buscadores aparecen, nos demuestra que es un autor global, que además ha sabido utilizar de la manera más positiva posible las nuevas tecnologías al servicio de la creación artística.

Formado en la University of Nevada y The Juilliard School -en estas última bajo el acogimiento de John Corigliano y David Diamond-, este joven es mundialmente reconocido por su obras corales, aunque ha escrito y arreglado obras para diversas formaciones, tales como conjunto de metales, conjuntos de cuerda, bandas de música, orquesta e incluso una ópera electrónica titulada Paradise Lost: Shadows and Wings, en la que, sobre el poema épico de John Milton, hace una recreación por medio de la música electrónica, ambiental, trance y techno.
No obstante, su fama se ha ido forjando por medio de sus obras corales, auténticas joyas del género, en las que se muestra heredero de los grandes polifonistas del renacimiento, los grandes coralistas del romanticismo y los mejor de cada escuela contemporánea. Whitacre se ha hecho famoso a través de un estilo muy reconocible -algunos lo comparan con el del también genial Morten Lauridsen, aunque con técnicas algo más novedosas-, estilo que ha forjado a base de la utilización de acordes de séptima y novena -con o sin suspensiones de segunda y cuarta-, series armónicas, inversiones de acordes, series de progresiones... una serie larga de técnicas que han derivado, incluso, en lo que se ha denominado como "acordes Whitacre", conjugado con un sensacional uso del ritmo, mediante el uso de patrones infrecuentes y su gusto por su mezcla y alteración. Melodías muy bellas, armonías subyugantes y los sobrecogedores armónicos que consigue crear, acaban por formar un ambiente de sosiego y calma realmente apabuyante -todo ello resumiéndolo muchísimo, como es obvio-.

Pues bien, el fin de esta entrada de hoy es, aparte de para mencionar la figura y extraordinaria calidad de este compositor, no es otro que el de realizar una comparativa entre dos álbumes que dedican, de manera monográfica, su contenido a la obra de este maestro.
El primero de ellos, aparecido en 2002 y publicado bajo el sello estadounidense Arsis Audio, lleva por título The Complete A Cappella Works 1991-2001 y está protagonizado por Brigham Young University Singers, bajo la dirección de Ronald Staheli.
El segundo en "discordia" es el disco titulado Cloudburst and other choral works, un álbum aparecido en el sello inglés Hyperion en 2006 y que está protagonizado por Polyphony y la dirección de Stephen Layton.
Ambos discos tienen la tremenda cualidad de estar dedicados por entero a la obra coral del maestro y aunque tienen un número muy alto de obras coincidentes, el primero contiene una obra y el segundo tres obras que no contiene el otro disco. Hay que destacar que sendos discos están realmente bien interpretados y el canto de ambos conjuntos es sobresaliente, pero las bondades de uno de ellos hacen que el otro quede ensombrecido.

Aquí dejo mi análisis comparativo y al final de la entrada una muestra de tres piezas, en sendas versiones -primero la de los BYU y luego Polyphony-: Sleep (una de sus piezas más conocidas e interpretadas. Maravillosa), Cloudburst (una obras muy singular, colorista y estremecedora) y When David heard (su auténtica obra maestra y un monumento coral de todos los tiempos):

En definitiva, Polyphony se erige como la opción más apropiada -de manera aplastante-, al igual que sucede con otras tantos compositores contemporáneos. En sus filas, varios de los cantantes ingleses más reputados en la interpretación de polifonía renacentista -ver esos nombres es asociarlos, de manera automática, a los grandes grupos de ese repertorio- y que junto a su calidad vocal y el buen hacer del maestro Layton en esas lides, les convierten en el mejor coro del mundo en la interpretación de los Whitacre, Lauridsen, Pärt, Tavener, MacMillan, Jackson -su último compositor interpretado y grabado-, Rutter... en opinión de un servidor y con el resultado que su discografía nos ofrece.
P.S. Otro de los motivos favorables a la versión de Polyphony, aunque no figure en la comparativa, es la toma de sonido del disco -algo siempre necesario en un disco de música culta, pero aún más, si cabe, en un disco en el que un coro se enfrenta a toda la grabación, con su sonoridad bastante limitada en ocasiones, aunque sea limitada a voluntad-, bastante mediocre en el caso de Arsis y notable en Hyperion.



Eric Whitacre (1970). Sleep
Álbum: The Complete A Cappella Works 1991-2001
Brigham Young University Singers - Ronald Staheli

Arsis Audio 2002


Eric Whitacre (1970). Sleep
Álbum:
Cloudburst and other choral works
Polyphony - Stephen Layton
Hyperion 2006



Eric Whitacre (1970). Cloudburst
Álbum: The Complete A Cappella Works 1991-2001
Brigham Young University Singers - Ronald Staheli
Arsis Audio 2002



Eric Whitacre (1970). Cloudburst
Álbum: Cloudburst and other choral works
Polyphony - Stephen Layton
Hyperion 2006



Eric Whitacre (1970). When David heard
Álbum: The Complete A Cappella Works 1991-2001
Brigham Young University Singers - Ronald Staheli
Arsis Audio 2002



Eric Whitacre (1970). When David heard
Álbum: Cloudburst and other choral works
Polyphony - Stephen Layton
Hyperion 2006

viernes, 29 de mayo de 2009

"El Huelgas" vuelve a casa (Secunda Pars)

Bien, pues ante lo anunciado en una anterior entrada de este doblebarra -del pasado 15 de mayo, para ser exactos-, vengo aquí de nuevo para terminar de cerrar la información acerca de aquella caja conmemorativa, que de la vuelta del conjunto a la que ha sido su casa durante largo tiempo, se había comentado. Se que son varios los lectores ansiosos por conocer el contenido -como se me ha hecho saber- así pues, vamos con ello.

El título bajo el que será ofrecido será el siguiente -a muchos le sonará por llevar el mismo título que aquel maravilloso disco dedicado a Agricola, a excepción del epígrafe que le sigue-: A Secret Labyrinth. A Celebration of Music from the Middle Ages to Renaissance.

Esta será la minimalista -aunque bella- portada programada para esta caja y cuyo contenido ya ha sido desvelado -muy, muy suculento-. Será el siguiente:

CD 1: Codex Las Huelgas - Music from 13th Century Spain
CD 2: Febus Avant! - Music at the Court of Gaston Febus (1331-1391)
CD 3: Music from the Court of King Janus at Nicosia (1374-1432)
CD 4: Utopia Triumphans
CD 5: Alexander Agricola (1446-1506) - A Secret Labyrinth
CD 6: Mattheus Pipelare (c.1450-1515) - Missa "L'homme armé" - Chansons - Motets
CD 7: Antoine Brumel (c.1460-c.1520) - Missa "Et ecce terrae motus"
CD 8: Mateo Flecha el Viejo (1481-1553) - Las Ensaladas

CD 9: Constanzo Festa (c.1490-1545) - Magnificat - Mass parts - Motets - Madrigals
CD 10: Nicolas Gombert (c.1500-c.1557) - Music from the Court of Charles V

CD 11: Pierre de Manchicourt (c.1511-1564) - Missa "Veni Sancte Spiritus" - Motets - Chansons

CD 12: Orlando di Lasso (1532-1594) - Lagrime di San Pietro

CD 13: Jacobus Gallus (1550-1591) - Opus musicum - Missa super "Sancta Maria"

CD 14: Canções, Vilancicos e Motetes Portugueses - Séculos XVI-XVII
CD 15: Joào Lourenço Rebelo (1610-1661) - Lamentations for Maundy Thursday - Vesper Psalms

Como cabía esperar, ha habido pocas sorpresas y el "marketing" se ha impuesto. Estos son discos cuyas ventas, en su momento, fueron potentes, pues las novedades del repertorio elegido y la fama del conjunto -en aquellos años dorados- hicieron que el conjunto estuviera muy en boga y siempre en la mente de los aficionados a dichos repertorios.
Entre los elegidos nos encontramos con varias joyas y bastante variedad: esos discos de música portuguesa -que tanta fama obtuvieron y que muchos consideran, hoy en día, como referenciales en dichos repertorios-, los magníficos discos dedicados a Agricola, Brumel, Gombert, esas magníficas "Lagrime" de Lassus, las ensaladas de Flecha -aunque con una estética algo rancia, para los oídos de hoy-, el "Utopia" -dedicado a magnas obras a 40, 36, 24... voces-, su referencial versión del Códice de las Huelgas y otros muchos que rescataron repertorios perdidos y que suponen un auténtico regalo para los fanáticos de estas épocas y de este sensacional conjunto.
Se echan de menos, no obstante, algunos grandes registros, como aquel dedicado a misas sobre L'homme armé, su versión de La Pellegrina o aquel dedicado a Matheus de Perusio.

En cualquier caso, un magnífico cofre, que será un espléndido regalo, tanto para uno mismo, como para alguien al que tengamos en alta estima.

jueves, 21 de mayo de 2009

Cuando prima el espectáculo...


Fecha: 6 de febrero de 2009.
Lugar: Auditorio Ciudad de León.
Contexto: Segundo concierto del Ciclo de Artes Escénicas y Músicas Históricas.
Programa: Encuentros de Músicas de Fuego y Ayre. La Ruta del Nuevo Mundo (1550-1750): Mestizaje y Diálogo Musical en la Antigua Iberia y en el Nuevo Mundo (obras Pedro Guerrero, Mateo Flecha, Santiago de Murzia, Bartomeu Cárceres, Luys Milán, Juan Pérez Bocanegra, Gaspar Sanz, Frei Felipe Madre de Deus, Juan Cabanilles, Francisco Correa de Rauxo, Juan Blas de Castro, Juan Arañés, Gaspar Fernandes, Antonio Valente, Juan García de Zéspedes y diversos anónimos).
Intérpretes: La Capella Reial de Catalunya & Hespérion XXI, con la participación del Tembembe Ensamble Continuo - Jordi Savall, dirección.


Nos visitaba en este segundo concierto del Ciclo, dedicado a impulsar la creación del CAEMHis, una de las vacas sagradas en esto de la música antigua, tanto a nivel nacional como mundial, el maestro Jordi Savall.
Por supuesto, cuando se trata de nombres tan archiconocidos -hasta por el más iletrado de los espectadores- el Auditorio estaba lleno a rebosar, con caras de feliz expectación -en la mayoría- y de temible curiosidad -en aquellos conocedores del hacer del maestro de Igualada y que nos temíamos lo que se nos venía encima-. Y lamento tener que decir aquí que mis expectativas se cumplieron, pues el espectáculo que pude presenciar fue bastante mediocre, en el que se le dio mayor importancia todo lo que podría ofrecer espectáculo y se dejó de lado a la música propia.
Entremos en detalle, pues.

Primeramente hay que señalar el poco decoro y delicadeza por parte del maestro Savall, teniendo en cuenta que el 85% de las piezas del programa ya habían sido interpretadas en un concierto programado un año antes que el que nos ocupa -cosa poco extraña, por otra parte, teniendo en cuenta que el señor Savall lleva repitiendo las mismas obras durante buena parte de su carrera-.
Se presentaba, pues, una oportunidad de ver más de lo mismo, pero encima con el que peligro de que la interpretación no superase la escucha anterior -como así fue-. Cuando parecía que la cosa no podía ir a peor, nos encontramos con el Savall había invitado a un conjunto de músicos mejicanos, con el fin de entremezclar culturas -su ya celebérrima Alianza de Civilizaciones- por medio de músicas de aquí y de allá. Es indudable el talento de cada uno de los músicos allí presentes -unos más que otros, obviamente- y el sensacional sentido del ritmo de estos mejicanos, pero uno se siente un poco engañado -a la par que atónito- cuando ve que a alguien que lleva tantos años abogando por la interpretación "correcta" de las músicas pretéritas le da por mezclar obras de Murzia, Sanz o Valente con anónimos jarochos y obras del acervo folclórico sudamericano, amén de utilizar instrumentos tales como un violín moderno, huapangueras, mosquitos, zapateados, guitarras de son y otros tantos en la interpretación de piezas del XVI y XVII, mezcándolos con guitarras barrocas, vihuelas de mano, arpas triples, viole da gamba y cornetos. Un despropósito, vaya...
Y una interpretación buena, pero sin más -lo que es decir muy poco, si hablamos de quien hablamos-, con un apartado vocal bueno, pero sin alardes, sobre todo en las voces masculinas y un aparato instrumental que fue lo mejor de la velada -me refiero a Hespèrion XXI no a los mejicanos-, pues como siempre, Savall se sabe rodear de gente realmente buena.









Estupefacto presenciaba como la platea y el anfiteatro se rendían en aplausos en cada intervención que sobre el escenario tenía lugar.
Pero la cosa todavía pudo superarse más y es que comenzaron los bailes y aunque siempre hubo una bailarina danzando en ciertas obras -un trabajo el suyo minimalista, bien hecho y con gusto-, tuvieron a bien estroprear dicho trabajo con la intervención de algunos de los músicos del conjunto, en momentos claramente permutables por, qué sé yo... ¿nada? -indescriptible el momento de La Iguana-.

Ante tal dantesco espectáculo uno tiene tiempo para reflexionar sobre lo que está presenciando. ¿Mi sensación?, importa más el espectáculo, el montar el show, el aderezar la música -no vaya a ser que el público se aburra-, en definitiva, no hay sitio en conciertos de este tipo para la música pura, aquella que no necesita de aditivos para llegar al espectador. ¿Merece la pena tal "mutilamiento" con tal de llenar una sala de conciertos? A tenor de de lo expresado por el público, sí, sí lo merece. En opinión de un servidor, jamás hay que anteponer nada a la música, a la creación "sagrada" de nuestros genios del pasado -aunque no sean estas obras de una hondura superlativa-.
Se me plantea otra duda acerca de los intérpretes que llevan varios años trabajando a su lado: ¿realmente disfrutan haciendo una y otra vez las mismas piezas? ¿Savall ha dejado de atraer por su trabajo y ahora es la fama lo que lleva a los músicos a trabajar junto a él? Tal y como está el asunto, es evidente que estos intérpretes tienen que ganarse la vida, pero resulta curioso como parece que hacen parada en Savall para llenar el bolsillo y luego acuden a otros grupos para satisfacer sus ansias musicales y artísticas.

En fin, uno está ya acostumbrado a estas savalliadas. Es cierto que se le está criticando duramente -yo el primero-, pero los motivos son más que obvios y no vale el criticar por criticar. Yo critico al Savall monetarista, a ese que lleva años explotando -tanto en concierto como en disco- las mismas obras, a ese que no tiene escrúpulo ninguno en "mendigar" todo tipo de subvenciones, aquel que no siempre cumple con lo que dice, ese que justifica lo injustificable, aquel que intenta colar su instrumento en cualquier obra, aunque no tenga motivo alguno, es decir, ese Savall que ha ido perdiendo esa ilusión por lo puro, lo verdadero y que se ha ido dejando llevar al camino fácil, cuando siempre tuvo que luchar para estar donde está. No obstante, defiendo al Savall que abrió puertas a golpe de tesón, aquel que se planteó una meta y la logró, ese que lucho por recuperar un instrumento de capital importancia en la historia universal, un Savall que no dudó en redescubrir repertorios perdidos, ese que tañía la viola como nadie -cuando estudiaba, claro-, ese que quisó abrir caminos cerrados, en definitiva, ese Savall que emocionaba por su maestría, su coherencia y autoexigencia.

Lamentablemente lo estamos perdiendo, pero esperemos que haya algo en ese camino que le haga replanterse la ruta.


Hoy no añadiré fragmentos musicales, sino que dejo aquí un enlace a un vídeo del Instituto Cervantes en el que Savall interpreta alguna de las piezas aparecidas en el programa comentado arriba -como no- y también incluye una entrevista previa a un concierto en Festival de Música Antigua de Utrecht de 2004.

viernes, 15 de mayo de 2009

"El Huelgas" vuelve a casa


Muchos éramos los que nos preguntábamos que pasaba con el Huelgas-Ensemble -conjunto belga, formado en 1971 por el gran Paul Van Nevel-, puesto que su actividad discográfica -no así concertística, que sigue al alza- había sufrido un parón importante -raro en un conjunto que acostumbra a grabar varios proyectos por año- desde su última grabación -aquella maravillosa La Quinta essentia-. Pues bien, cuando -justamente mañana, día 16 de mayo, hace un año exacto- tuve la oportunidad de presenciar un concierto de dicho conjunto, precisamente con ese programa de La Quinta essentia, junto al ensayo general del mismo y pude hablar con la mano derecha de Van Nevel, al cual, entre varias cuestiones, le pregunté por el próximo proyecto del grupo. Él me lo comentó y ahí quedó la cosa.

Pero hace unos días me han llegado unas noticias -bastante fiables, creo- de que aquel proyecto que me habían comentado sí se ha grabado y se va a editar, pero la sorpresa del asunto radica en que no se editará en Harmonia Mundi -su casa discográfica desde unos 12 años- sino que volverán a la que fue su casa durante la mayor parte de su carrera: Sony Classical. El proyecto exacto llevará el título de La poésie chromatique de Michelangelo Rossi y saldrá al mercado en septiembre de este año -programa que fue presentado el 10 de julio de 2008, dentro del marco del Festival de Saintes-. A este respecto, recuerdo haber comentado, en aquella charla, lo tardío del repertorio para este conjunto, acostumbrado a moverse en torno a los siglos XIV, XV y XVI.

No obstante, esta no es la única buena noticia que nos traen los amigos de Sony, sino que se anuncia una edición especial recopilatoria, en 15 CD's, de algunas de las grabaciones más representativas que los belgas grabaran para Sony, en su mítica serie Vivarte y que estará disponible en agosto, como celebración del regreso del conjunto al sello.
Teniendo en cuenta la vastísima producción que para este sello grabó "el Huelgas" -dentro de la amplísima discografía del grupo- y que la mayoría de ellos hoy se encuentran descatalogados, la noticia supone un auténtico milagro para los fanáticos seguidores del conjunto, entre los que me encuentro.
Desde luego, ya tienen un comprador seguro.




Jean Richafort (c.1480-c.1547). Introitus, Requiem a 6 [in memoriam Josquin]
Álbum: Requiem (in memoriam Josquin Desprez)
Huelgas-Ensemble - Paul Van Nevel, dirección
Harmonia Mundi 2002





Alexander Agricola (c.1446-1506). Kyrie, Missa Je ne demande
Álbum: A Secret Labyrinth
Huelgas-Ensemble - Paul Van Nevel, dirección
Sony Classical (Vivarte) 1999

lunes, 4 de mayo de 2009

El maravilloso mundo de los premios discográficos


Cuando uno se encuentra ante la crítica de algún disco -por razones obvias y ajenas al lector- siempre le asaltan las dudas. Preguntas del tipo: ¿esta crítica será fiable? ¿El crítico será amigo de tal o cuál conjunto? ¿La revista que publica la crítica es afín a determinados sellos? ¿Habrán recibido algo ha cambio para publicar tan satisfactoria crítica? ¿Cómo es posible que haya leído una crítica totalmente opuesta a esta en otra publicación especializada?
No se hace necesario destacar que nos encontramos ante un asunto espinoso y complejo, siempre díficil de debatir -más aún si intentamos llegar a un acuerdo-, puesto que la crítica discográfica siempre tiene un carácter totalmente subjetivo, cuestión que la hace fácilmente "maleable".

¿Cómo saber si fiarse de una u otra publicación especializada cuándo nos encontramos con tantas y tan prestigiosas? La respuesta resulta obvia: paciencia y empirismo, es decir, sopesar cual resulta más acertada en la mayoría de los casos en relación a los gustos de cada cual. ¿La pega?, termina por resultar algo cansado y muy costoso, sobre todo esto último.

Son cientos los premios, baremos, guías... que "viven" de la crítica discográfica y a los que se da una primordial importancia en los propios sellos -no resulta raro encontrarse con esos logotipos de premios jalonando los plásticos exteriores de los compactos-. De todos conocidas son las publicaciones y los premios que ofrecen los Midem, Gramophone, Diapason, BBC Music Magazine... Un caso archiconocido en nuestro país es el de Goldberg Magazine, -cuya web esta desactivada ante la anunciada suspensión temporal de la edición, por motivos económicos- de la cual se han comentado y filtrado algunos asuntos acerca de su sección de crítica y la manera en que estos concedían sus "cinco estrellas".

Pero hoy no traigo aquí ninguna de esas publicaciones ni galardones, sino que me referiré a la publicación holandesa, especializada en música antigua, Prelude Klassieke Muziek, cuyos galardones Prelude Classical Music Awards se llevan entregando desde 2001. Según sus editores, estos premios surgieron como una isla en medio del inmenso océano al que habían sumido a Holanda los grandes sellos y las distribuidoras asociadas en la NVPI y que ya repartían sus propios galardones, los Edison Classical Music Awards, como se explica en esta breve nota. Hay que tener en cuenta, pues, que estos premios no corresponden a todo el mercado discográfico, pues eliminan de un tirón las grandes multinacionales, con lo que el resto de sellos tienen muchas más oportunidades, eliminados ya los gigantes. De todas manera, también es necesario indicar que, aunque no trabaje con esas grandes empresas, Prelude también es distribuidora, y sólo premia a los discos de los ellos que aparecen en sus página, por lo que podemos colegir que estos están jugando a lo mismo que las grandes, pero encima en una división "menor" -el fantasma del interés propio vuelve a parecer-.
Resulta muy positivo que alguien de cabida a aquellos sellos que, por pequeños, no tienen un espacio con el resto de las grandes empresas del disco, aunque habría que preguntarse si realmente podemos considerar a sellos como Alpha, Mirare, Zig-Zag Territoires, Ricercar, Bis o Glossa... sellos pequeños -si los comparamos con las grandes sí, ¿pero no estamos, en cierta manera, pecando de complacientes con estos sellos?-. Del mismo modo cabe preguntarse: ¿no resultan estos galardones algo desvirtuados si estamos eliminando de la competeción a las multinacionales, o lo que es lo mismo, a las empresas que albergan a muchos de los mejores conjuntos? Supongo que para alguien que consigue un premio de estas características -más aún si está empezando su carrera- supone un gran orgullo, pero también habrá de ser consciente que no está compitiendo contra los mejores de la "primera división".

Dicho lo cual, paso a dejar aquí la lista de galardonados y mi pequeño análisis de estos Prelude Classical Music Awards 2009.

Lo cierto es que son bastantes sus categorías y muy bien definidas -siempre es de agradecer- y este compendio que han organizado, con un extracto de cada uno de los discos, también resulta muy interesante.
Creo que una de las primeras reacciones ante estos premios es la de felicitar -y felicitarse, por el mero hecho de ser español- a los conjuntos nacionales, pues España se convierte en el país con mayor número de premiados en esta edición. Tanto los sellos -Glossa, Enchiriadis, Alqhai & Alqhai y Arsis (que en el 2008 consiguió el premio a sello del año)- como los intérpretes -La Colombina, Forma Antiqva, María Espada, Carlos Mena, Nuria Rial y Accademia del Piacere- han obtenido galardón, en menor o mayor medida.
Resulta muy extraño, aunque ya hayamos explicado las causas, no encontrase con alguno de los discos de Stile Antico o The Tallis Scholars en la parte de Renacimiento y otros muchos otros en el resto de categorías, pero sobre ello habrá que analizar los resultados.
El conjunto Graindelavoix supone uno de las grandes innovaciones en la música antigua de los últimos tres años, con esa sonoridad tan "particular" y personal. En este disco están más "comedidos", pero su calidad y la interpretación de un repertorio muy poco frecuentado, hacen de este disco algo excelente.
El conjunto alemán Stimmwerck supone una auténtico revelación en lo personal, pues a tenor de lo escuchado, estamos ante un conjunto de grandes cualidades -parecen trabajar en la línea de conjuntos como Diabolus in Musica-.
El disco de la colombina, para el sello K617 supone un auténtico placer para los oídos, amén de ofrecernos un Victoria "nuevo", aunque como ya he señalado, hubo mejores discos de polifonía renacentista que este el pasado año.
El disco de la Accademia del Piacere ha supuesto una auténtica revolución en el panorama español, tanto por la propuesta como por lo bueno de la interpretación -superior en lo instrumental a lo vocal- y se convierte en un disco muy interesante y magnífico como regalo.
El hecho de que se premien nuevos proyectos interesantes siempre resulta muy positivo, como en el caso del último disco del conjunto japonés Anthonello, dedicado de manera íntegra a la figura del flautista Jacob Van Eyck.
Pierlot y sus huestes no se van con las manos vacías y se llevan el premio en barroco sacro, merced a su último disco, su visión OVPP (one voice per part) de las cantatas bachianas BWV 181, 132 y 4, en el que a pesar de optar por esas teorías minimalistas, consiguen un magnífico resultado -en buena medida debido al magnífico plantel vocal-.
Los jovencísimos hermanos asturianos de Forma Antiqva y la deslumbrante María Espada llevan triunfando varios meses con su propuesta de cantatas scarlatianas -un disco admirable y muy sorprendente- y son, junto al disco de Alqhai y los suyos, los grandes protagonistas del panorama musical "antiguo" en nuestro país.
Nuria Rial, tan maravillosa como de costumbre, se rodea muy bien de este conjunto austriaco para traernos un precioso disco con música sacra de varios maestros italianos y centroeuropeos. Un disco raro y con poco tirón en España, pero de gran calidad y bellísima música.
Vivaldi siempre vuelve y está vez viene de la mano de Spinosi y su Ensemble Matheus, así como un cast solístico absolutamente envidiable, para firmar una versión de La Fida Ninfa -probablemente su mejor ópera- de absoluta referencia.
He oído cosas muy interesante de ese Purcell greco-ruso, por lo que el resultado debe ser evidentemente bueno -el precioso lamento, sin ser Kermes santo de mi devoción, resulta bastante emocionante-.
Me complace observar que sellos de la calidad sonora y estética de Ramée también son premiados.
La magnífica versión del opus 6 handeliano, por parte de los polacos, no podía quedarse sin premio, más teniendo en cuenta que la versión de Antonini corresponde ya al 2009 -de lo contrario, esta hubiera sido la versión elegida, aunque L'Oiseau Lyre corresponde a Decca...- y me satisface observar que un conjunto como el que dirige Beznosiuk también ha sido galardonado, pues se trata de una orquesta que borda ese repetorio tardobarroco -como ya nos han demostrado con sus magníficos Avison-.

El prestigioso "artista del año" le ha sido concedido al "pulsista" Eduardo Egüez, merced a sus trabajos dedicados a Weiss y Bach.
"Conjunto del año" , así ha sido nombrado el grupo Gli Incogniti, que dirige la francesa Amandine Beyer y cuyo disco dedicado a un Vivaldi archiconocido a la par que inédito les ha llevado a conseguirlo.
Del mismo modo, el "sello del año" ha sido concedido, de manera compartida, a los sellos británicos Obsidian -magníficos los trabajos de David Skinner con Alamire- e Hyphen Press Music -totalmente desconocido para mí-.
El disco del año se lo ha llevado el cellista barroco Bruno Cocset, que en el disco tañe un modelo de viola alla bastarda, el cual ha sido copiado del instrumento aparecido en la imágen de portada. Un disco que presenta un Bach de siempre, pero mirado con otros ojos y la desbordante musicalidad que el francés derrocha.
En cuanto al disco debut del año, me alegra observar que han sido capaces de valorar el magnífico trabajo que Scherzi Musicali hacen con esta obra de Caccini.
Para terminar, el premio más obvio, evidente y esperado de todos, correspondiente al DVD del año, pues teniendo en cuenta los desastrosos montajes a los que nos encontramos sometidos por la dictadura del director de escena, encontrarse con productos tan bien hechos (como esta producción lullista) resulta -aunque insuficiente- muy gratificante.

En definitiva, otra lista más, de la que uno puede fiarse o no y de la que nunca conoceremos los entresijos, pero que al menos premia a intérpretes jóvenes que dedican su vida a este apasionado aunque difícil mundo.

martes, 21 de abril de 2009

Barroco y disfrute por doquier. Historia de un fin de semana junto a Bach (Prima Pars)


Fecha: Viernes, 6 de marzo de 2009.
Lugar: Palacio Euskalduna (Bilbao).
Contexto: Segunda sesión del Festival Musika-Música 2009.
Programas e intérpretes: Concierto nº. 16: Eduardo Egüez (suites para laúd de Johann Sebastian Bach); concierto nº. 14: Ricercar Consort y solistas vocales - Philippe Pierlot (obras de Johann Christoph y Johann Sebastian Bach); concierto nº. 15: Pierre Hantaï (obras para clave de Johann Sebastian Bach).


El festival -más bien alocado maratón- Musika-Música, que se celebra anualmente en la capital vizcaína, es un auténtico espectáculo, se mire por donde se mire.
Este año el festival estaba dedicado por completo al genio de Eisenach y aglutinó una serie de conciertos, artistas, espectadores, venta de discos... (ya tendremos tiempo, en una entrada posterior, de hablar sobre estos y otros asuntos) bajo el llamativo nombre -y cartel- de Bach is Back!
Al igual que sucediera en 2006 -cuando el maratón estuvo destinado al barroco europeo- un servidor no quiso faltar a la cita y se presentó allí, para presenciar la nada desdeñable cifra de 14 conciertos, distribuidos entre el viernes por la tarde y el sábado y domingo completos.
En sucesivas entradas iré dando cuenta del resto de días, pero en el que hoy nos ocupa, le haré de los tres conciertos correspondientes al viernes por la tarde.

El primer concierto que presenciamos fue el que ofreció -en la rebautizada sala Weimar, para efectos prácticos- en laudista argentino Eduardo Egüez. Este nos ofreció un programa integrado por sendas suites para violoncello de Johann Sebastian Bach (1685-1750), en un arreglo para laúd barroco -algo bastante común entre los tañedores de cuerda pulsada, pues la calidad y belleza de estas suites las hacen especialmente apetecibles, además de contar con una buena disposición para la adaptación en este tipo de instrumentos-, en concreto, las suites BWV 1007 y 1009, en un arreglo efectuado por el mismo Egüez.
Las piezas son celebérrimas y poco o nada descubriremos a estas alturas de ellas, pero si es reseñable el magnífico arreglo de Egüez, totalmente fiel a la partitura original y demostrando la universalidad de Bach. Al observar el programa, uno se plantea si: habiendo, como hay, tan buena literatura específica de Bach para interpretarse con el laúd, resulta necesario realizar una adaptación de piezas para cello; pero al comenzar a escuchar lo que este hizo con su laúd, todas las dudas se disiparon. La total limpieza de líneas, el precioso sonido, el contrapunto espectacular... todo eso estaba allí, pero además estaba interpretado con la mayor de las precisiones, el más delicado de los gustos y la más evidente de las ilusiones. Egüez emocionó por su honestidad -el hecho de escuchar música pura, realizada por un sólo músico, ante un público espectante, es algo que nunca ha de perderse-, su ternura, su brillantez, su técnica, su disfrute... -todo ello a pesar de encontrarse enfermo y tomarse bastante tiempo para toser, masajearse su dolorido cuello...- Un espectáculo sensacional, puro.

Este concierto comenzó a las 18:30, pues bien, al terminar dicho concierto no había tiempo para entretenerse, pues a las 19:30 estaba programada el siguiente de la tarde.
En esta ocasión nos dirigimos a la sala Köthen, donde nos esperaba un concierto protagonizado por Katharine Fugue (soprano), Carlos Mena (alto), Julian Prégardien (tenor), Stephan MacLeod (bajo) y el Ricercar Consort, dirigidos por Philippe Pierlot.
El programa, bajo el epígrafe "Bach De Profundis", estuvo compuesto por dos cantatas de Bach, a saber: Aus der Tiefen rufe ich, Herr, zu dir BWV 131 y Christ lag in Todesbanden BWV 4, dos de las más celebérrimas cantatas del genio. Pero como aperitivo -si es que a algo tan absolutamente genial se le puede llamar tal- se ofreció el Lamento "Wie bist du denn, o Gott" de Johann Christoph Bach (1642-1703), una obra maravillosa firmada por un compositor totalmente fascinante, lamentablemente ensombrecido por la alargadísima sombra del genio familiar. Stephan MacLeod -una de las mejores voces que pasaron ese fin de semana por allí- nos ofreció una versión absolutamente magistral y totalmente conmovedora de este lamento, secundado por el preciosista violín barroco de François Fernandez, las viole da gamba y el continuo del Ricercar Consort -hay que señalar que han dedicado una reciente grabación a piezas de la Alemania del XVII, con MacLeod de protagonista, de donde he extraído la preciosa versión de lamento que porporciono más abajo-.
Tras esta auténtica delicida, vino el plato fuerte -aunque estaba tan fascinado con lo que acababa de disfrutar, que no creía que nada pudiese superarlo-: las dos cantatas de Bach. Auténticas obras de arte, las sucesión de coros, arias, duetos, recitativos y corales era un no parar, una clase magistral de como crear, de como abordar la música en todas sus facetas de manera siempre excelsa. La versión del Ricercar, atendiendo a las teorías OVVP, estuvo muy equilibrada, nítida en las líneas y precisa en los contrapuntos. A pesar de no ser un servidor creyente y defensor de estas teorías, esta interpretación me sorprendió bastante, por su favorable resultado. Los solistas vocales rindieron a buen nivel, aunque hubo de todo. Fugue estuvo correcta, pero sin alardes y fue quien más pasó desapercibida. Mena, que "jugaba en casa", estuvo tan sólido como siempre, técnicamente impecable, potente en su sonido y de bello tiembre. El joven tenor -tan sólo 24 años-, Julien Prégardien -desconozco si es hijo del gran tenor Christoph Prégardien, aunque varios de sus datos vitales podrían sugerirlo- estuvo bastante bien: con un timbre muy bonito, bien colocado, algo escaso en su volumen, pero con exquisito gusto. El bajo suizo, Stephan MacLeod -quien con su sola intervención en el lamento podría haber cubierto su cupo por aquel día- estuvo, de nuevo, fascinante. Bien en los graves, pero muy bien la zona media-aguda, con ese timbre tan conmovedor y esa línea de canto tan elegante. Sin duda, junto a Mena, lo más destacable de la velada. El aparato instrumental, sostenido por los precisos Fernadez y Santos a los violines barrocos, cumplió a la perfección con su cometido, a excepción de algún descalabro del oboista barroco, que luego se repuso. Firmes y coloristas las partes altas y seguras y solventes las bajas, con un espléndido y variado bajo continuo.

Para terminar la primera jornada, acudimos al tercero de los conciertos de la tarde -a celebrar en la misma sala Köthen y con hora de comienzo a las 21 horas- y protagonizado por el excelente, aunque en exceso sobrado, Pierre Hantaï. Se nos ofrecieron los Pequeños preludios para Wilhelm Friedemann Bach BWV 924-932 y las Suite inglesa nº. 2, en la menor BWV 807. Todo en Hantaï es ampuloso, recargado, "divino"... Para empezar, su concierto se retrasó más de media hora -ante las continuas e iracundas quejas de los espectadores. Pero eso no es todo, sino que el francés tiene la costumbre de hacer esperar al público cuando todo está listo, es decir, desde que las luces se apagan, se ilumina el clave -modelo absolutamente precioso, por cierto- y todo está en silencio, pueden pasar cinco minutos hasta que tiene el detalle de "honrarnos con su presencia". Todo esto se termina pasando por alto cuando uno comienza a escucharle, aunque no verle, puesto que su comportamiento sigue siendo totalmente rebuscado. Estuvo muy, muy bien en la suite, aunque cometió algunos errores en los pequeños preludios -dobles notas, notas falsas- imperdonables para alguien de su categoría. No obstante, como digo, la interpretación de la suite rozó lo glorioso, con una digitación espectacular, muy seguro, mostrando un Bach muy elegante y detallista.

En definitiva, una jornada calificable de muy buena, con momentos absolutamente memorables (¡ese lamento!, varios momentos en Egüez y Hantaï) y que supuso un buen presagio para lo que habría de venir.

P.S. Si alguien desea mayor información acerca de los programas, platillas intrumentales... sólo ha de solicitarlo.



Johann Christoph Bach (1642-1703). Lamento "Wie bist du denn, o Gott".
Álbum: De Profundis.
Stephan MacLeod & Ricercar Consort - Philippe Pierlot.
Mirare 2008.



Johann Sebastian Bach (1685-1750). Sarabande, suite BWV 1007.
Álbum: Suites for Theorbo.
Pascal Monteilhet.
Virgin Classics (Virgin Veritas x2) 200-2005

viernes, 3 de abril de 2009

Decepcionante debut, futuro incierto


Fecha: 4 de febrero de 2009
Lugar: Auditorio Ciudad de León
Contexto: Primer concierto del Ciclo de Artes Escénicas y Músicas Históricas
Programa: "La música estremada y del mundanal ruido". Polifonía sacra y profana española del s. XVI (obras de Cristóbal de Morales, Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero, Juan Vázquez, Juan del Encina y Mateo Flecha "el Viejo")
Intérpretes: Coro Antiphonarium - Jose Luis Basso, dirección



Con tal rimbombante y rebuscado título se presentó -en una sede alternativa a la oficial, que será el Teatro Emperador de la capital leonesa - el primer Ciclo de Artes Escénicas y Músicas Históricas, creado por el INAEM para estrenar la reciente creación -aunque tardará en ver la luz de manera "física"- del Centro Nacional de las Artes Escénicas y Músicas Históricas (CAEMHis), esa especie de centro dedicado al estudio, recuperación e interpretación de toda música española, iberoamericana, europea, y relacionada con España en general anterior al siglo XVIII.
Basta decir que lo que se sabe acerca de este proyecto es más bien poco, aparte de que tiene prevista su inauguración para el 2011 y que próximamente saldrán a concurso público las plazas de los encargados de las diversas facetas del proyecto, como la del director del centro así como las de los directores del coro y la orquesta barroca que se crearán como formaciones residentes.
Como hasta el momento no se produjo tal concurso, este recién creado Coro Antiphonarium -que recibe el nombre de un códice, depositado en la Catedral de León, que contiene un número muy elevado de piezas musicales dedicadas al rito mozárabe- no es otra cosa que una especie de apaño que el encargado en funciones de este ciclo, el director de escena Gustavo Tambascio (aunque esto no queda tampoco muy claro), ha ido dando forma para cumplir con este primer compromiso del estreno mundial de esta nueva agrupación. Y uno se pregunta, ¿de veras merece la pena presentar a nivel mundial una chapuza semejante?
El coro está formado por algunas de las voces supuestamente más cualificadas en este tipo de repertorio en cuanto al ámbito español se refiere. A muchos le sonarán varios de los nombres que aparecen en plantilla por su participación en conjuntos españoles dedicados a la interpretación histórica -aunque de dudosa excelencia- y hay también presencia leonesa -por aquello de no dejar de lado los dichosos regionalismos-. Pues bien, con tal panorama y las prisas con las que me consta que se ha desarrollado el proyecto, el resultado no podía ser diferente al que fue, más aún si tenemos en cuenta que el director invitado para tal estreno resultó ser el "reputadísimo experto" en polifonía renacentista Jose Luis Basso, del que apenas encontraremos referencias en cuanto a la interpretación histórica se refiere.

Para empezar, es necesario señalar que el programa fue una especie de popurrí o grandes éxitos -si es que esto puede ser posible- del repertorio renacentista español. Obras siempre de gran calidad pero de escaso interés por lo trillado de las mismas. Y uno se vuelve a preguntar, dada la vocación de este centro, si no hubiese sido más deseable la interpretación de obras de mayor calado y relevancia musicológica. La primera parte estuvo compuesta por música sacra y se abrió con música de Cristóbal de Morales (1500-1553), del que se interpretó su Missa Aspice Domine a 4 -en su edición de 1544-. Se trata de una misa parodia, inspirada en el motete homónimo del maestro Nicolas Gombert (c.1495-c.1560), misa compuesta por todos los movimientos del ordinario y de la que no se puede decir que sea una obra especialmente inspirada, si bien la pobre interpretación, de la que luego hablaremos, le hizo un flaco favor. Sin embargo, cabe destacar el precioso Agnus Dei a 5 (CAATB). La primera parte terminó mediante tres obras de Tomás Luis de Victoria (1548-1611): el celebérrimo motete -de temática navideña- O magnum mysterium, el también archiconocido responsorio O vos omnes a 4 (CCAT) y el (este sí algo más "inédito") motete Ego sum panis vivus. A pesar de que estas piezas están treméndamente manidas, siguen siendo obras con un gran poder de atracción y de fácil disfrute.
La segunda parte estuvo protagonizada por grandes clásicos de los que interpreta cualquiera de los coros que pueblan nuestra geografía: una mezcolanza de villanescas de Francisco Guerrero (1528-1599) y villancicos de Juan Vásques (c.1500-c.1560) y Juan del Encina (1468-1529/30), además de la ensalada "El Fuego" de Mateo Flecha "el Viejo". Obras bellas, de carácter, incisivas, costumbristas y hasta con un punto cómico, bien provistas estructuralmente, pero que no terminan de calar como lo hicieran las obras de la primer parte.














La interpretación de esta caricatura coral que se vio apremiada por las exigencias temporales fue como cabía esperar: sosa, lineal, carente de estilo, exagerada y al igual que sucedió con las obras de la segunda parte, un poco cómica... Contando con la poco o nada histórica cifra de cinco voces por parte (y no porque no se puedan hacer cosas muy bien con un número "elevado" de voces, como ya dejamos claro en la reseña del concierto de Tenebrae, sino porque sencillmente no se hicieron ni mínimamente bien) -mucho más si tenemos en cuenta lo "adecuado" para las interpretaciones de los villancicos, canciones, villanescas... de la España del XVI- Pero es que, además, se encargaron de darle a todo el mismo sabor extraño, todo sonaba prácticamente igual, desde la misa de Morales a la ensalada de Flecha, aunque se encargaron bien de darle un toque aberrántemente irrisorio a la piezas profanas -error muy generalizado, por desgracia- dotándolas de ese carácter descuidado y humorístico, como carentes de profundidad compositiva. A todo esto hay que sumar el desmedido gusto proporcionado por la percusión, a pesar de los vanos intentos, desgraciamente, de la percusionista Izaskun Cruz -esta, junto al organista David Oyarzábal, que realizó una labores más que decentes en el continuo, se salvaron de la quema- a la que se encargaron de martirizar, colocándole de compañeros de viaje a distintos integrantes del coro, que agitaban y agitaban, sin cesar, los instrumentos que se les habían asignado, destrozando buena parte de las obras. Una afinación bastante reprochable en muchos momentos -el hecho de estar medio tono bajos en relación al órgano positivo dice muy poco a su favor- y una calidad vocal no demasiado acusada, hicieron de la interpretación algo meramente mediocre -en momentos hasta mala- decepcionante y para el olvido.
La dirección de Basso, que como ya he dicho, no tiene prácticamente ninguna experiencia en este campo, a excepción de algo relacionado con un coro en Florencia, me parece, que no me ha quedado muy claro y que él mismo no debe considerar importante, a tenor de la ausencia de este dato en el currículum aparecido en el programa de mano, fue absolutamente incomprensible -yo, que en ciertos momentos tuve muy buena visión de sus gestos, no entendía absolutamente nada de lo que marcaba y no le encontraba relación alguna con la música-; lo cual me lleva a pensar dos cosas: 1. Los cantantes tenían las mismas sensaciones que yo; 2. No tenían ningún interés en seguirle, ante lo desastroso de su dirección. Creo que el resultado final fue una conjunción de ambos puntos.

En definitiva, uno se plantea si es necesario crear algo de tan ínfima calidad, teniendo en cuenta como está el panorama en relación a este campo -con conjuntos como The Tallis Scholars, Huelgas-Ensemble, los ya mentados Tenebrae, Stile Antico, por nombrar sólo unos pocos de los cientos existentes- incluso en nuestro país -con conjuntos de calidad como La Colombina, La Capella Reial de Catalunya, cuando no hacen cosas raras, La Grande Chapelle o La Trulla de Bozes, incluso los medio españoles La Hispanoflamenca-. Si vamos a hacer algo, hagámoslo bien, porque luego suceden cosas inexplicables y a uno le entra el desasosiego cuando le dicen que en su ciudad van a hacer algo tan necesario e ilusionante como es este centro; pero es que ya estamos escarmentados...



Cristóbal de Morales (1500-1553). Circumdederunt me gemitum mortis. Officium Defunctorum
Álbum: Officum Defunctorum & Missa pro defunctis
La Capella Reial de Catalunya & Hespèrion XX - Jordi Savall

Astrée 1992


Juan del Encina (1468-1529/30). Mi libertad en sosiego
Álbum: Cancionero de Palacio (Chansons de la Renaissance)
Ensemble Gilles Binchois - Dominque Vellard, dirección
Virgin Classics (Veritas x2) 1999-2005

miércoles, 1 de abril de 2009

Y la luz se filtró entre las tinieblas...


Fecha: 28 de marzo de 2009.
Lugar:
Iglesia de San Cipriano, Zamora.
Contexto:
Sexto concierto del Festival Pórtico de Zamora 2009.
Programa: Obras para la pasión de Giovanni Pierluigi da Palestrina, Thomas Tallis, Alonso Lobo y Tomás Luis de Victoria.
Intérpretes: Tenebrae Choir - Nigel Short, dirección.

No se me ocurre mejor manera de empezar mi andadura en este nuevo, compartido e ilusionante proyecto, que intentando plasmar de la manera más sincera y directa lo que pudimos presenciar en la preciosa y románica Iglesia de San Cipriano, de la capital zamorana, el pasado sábado. Vamos con ello, pues…

La Semana Santa: ese tiempo de recogimiento que en ciertos lugares del mundo es utilizado como instrumento de culto por creyentes, falsos devotos, religiosos y fiesteros… y que en tiempos pretéritos se tuvo la buena costumbre de musicalizar los textos utilizados en las liturgias para tal fin, por algunos de los grandes maestros de occidente, dando lugar a aquello que hoy denominados lecciones de tinieblas, lamentaciones del profeta Jeremías, Offcium Tenebrarum
Este es el caso de las obras que ahora nos ocupan: un programa que centró su atención en las musicalizaciones realizadas por algunos de los absolutos maestros del renacimiento europeo. La primera parte estuvo compuesta por el Stabat Mater (otro de los textos, compuesto este por Jacopone da Todi, utilizados para reflexionar en la época de pasión) de Giovanni Pierluigi da Palestrina (c.1525-1594). Siendo como es el maestro romano, paradigma del estilo polifónico más académico, riguroso y sobrio, no cabía esperar fuegos de artificio vocales, ni ornamentales, en la partitura del italiano, pero aún así, toda una obra maestra fue creada por esta mente prodigiosa y plasmada por su pluma. Compuesta a 8 voces, en doble coro a 4 (Cantus, Altus, Tenor, Bassus / Cantus, Altus, Tenor, Bassus), crea una atmósfera absolutamente policoral, asignando cada entrada entre ambos coros como si de ecos se tratara. Palestrina desarrolla aquí una magnífica técnica de fabordones y nos deja en la memoria unos sutiles compases ternarios con mesurados ritmos sincopados. La profundidad dramática de la obra se ve descargada, en algunos momentos, por secciones destinadas a un número de voces algo más reducido, creando una atmósfera trágica -como bien merece el texto- y tratada de una manera ora delicada, ora contundente. En aquel momento, uno comenzaba a vislumbrar que lo que estaba presenciando tenía visos de convertirse en algo excepcional. A la magnífica obra palestriniana le siguieron las dos lamentaciones conocidas que firmara, en su día (c.1560), el británico Thomas Tallis (c.1505-1585) -ambas para Jueves Santo-. Aunque en el programa de mano no se especificaba cual de las lamentaciones iba a ser interpretada, sí se señalaba la interpretación de una de ellas en el libreto general del festival, aunque tampoco se aclaraba cual de ellas, sin embargo, finalmente fueron interpretadas ambas lamentaciones (cuya denominación actual suele diferenciarse con un mero I y II). Sendas piezas forman parte del corpus más interpretado del inglés y resulta muy comprensible si tenemos en cuenta que Tallis despliega toda su maestría en dos auténticas maravillas polifónicas. En ellas encontramos auténticos prodigios en muchos aspectos: los cromatismos que utiliza, las increíbles disonancias empleadas -la que se haya en la primera de ellas, justo antes del verso final Jerusalem, convertere ad Dominum Deum tuum, es un auténtico despliegue de genio armónico-, modulaciones tremendamente expresivas, uso de la homofonía en los puntos que requieren una mejor comprensión y en los que el texto se vuelve especialmente importante, una serie de imitaciones entre las diversas voces definitivamente modélicas y un magistral uso de los melismas que emplea en la musicalización de las letras hebreas del alephato, que dan paso a cada uno de los diferentes versos. Este fue uno de los momentos más sobrecogedores de toda la velada, junto con el que vendría a continuación, que no fue otro que la interpretación de otras lamentaciones, esta vez creadas por el talento sevillano de Alonso Lobo (1555-1617). Mucho se ha hablado y con mucha razón, sobre el siglo de oro español y la capital importancia que el tridente Victoria-Morales-Guerrero tuvo para el desarrollo musical en nuestro país. Ello está muy bien y es más que evidente, pero ese siglo de oro no sólo lo construyeron esas tres mentes, sino que talentos como el de Alonso Lobo ayudaron, en mucho, a que esa capitalidad musical se refrendara y afortunadamente está empezando a ser reivindicado como merece. Estas lamentaciones son auténticas obras de arte de la creación humana. Se interpretó aquí una de sus lamentaciones, concretamente la escrita para Sábado Santo, en la que Lobo despliega toda su capacidad expresiva para ofrecernos una pieza -de extraordinario y amplio minutaje- en la que los larguísimos melismas sostenidos utilizados sobre el alephato son su elemento más reconocible y que nos sirven de reposo y contemplación para afrontar los versos de líneas arqueadas que flanquean la pieza. Junto con las piezas de Thomas Tallis, conformaron el momento más mágico y sobrecogedor de todo el espectáculo.

Parte correspondiente al cantus, perteneciente al motete O magnum mysterium, de Victoria.
Extraído del libro de Motecta de 1572 y obtenida en http://tomasluisdevictoria.org/

Tras el adecuado descanso, muy necesario para poder asimilar todo lo que allí se había ofrecido -tras una primera parte que tuvo la nada desdeñable duración de una hora y diez minutos-, se nos ofreció una segunda mitad compuesta, única y exclusivamente por responsorios del gran Tomás Luis de Victoria (1548-1611). Se ofrecieron seis de ellos, a saber: Amicus Meus, Iudas Mercator Pessimus, Unus ex discipulus meis, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi, correspondientes a la que sea, probablemente, la colección de música sacra que corona el Olimpo del arte musical en el Renacimiento: el Officium Hebdomadae Sanctae -compuesto y publicado en Roma en 1585-. Para centrar más la información, es conveniente señalar que estos responsorios corresponden a la Feria quinta; In Coena Domini; Ad Matutinam; In Secondo Nocturno (los tres primeros) y Feria quinta; In Coena Domini; Ad Matutinam; In Tertio Nocturno (los tres restantes), todos ellos compuestos para cuatro voces. No es necesario explicar, a estas alturas de la partitura, que el maestro abulense es un verdadero genio en el arte de narrar escenas por medio de la notación y el nivel de dramatismo que consigue en estas obras, con el denominador común del sentimiento de abandono y traición por parte de los que rodean a Cristo, es absolutamente modélico, como así demuestran algunos de los ingenios utlizados por el maestro: recursos rítmicos -como la aceleración- para indicar prisa en los captores, acordes lentos y ritmos ralentizados para dar muestra de la sepultura del Señor, la variante que introduce en algunos versículos al utilizar sólo tres voces, e incluso solamente dos –en el caso del Amicus meus-, como medio para indicar si los participantes en la escena son muchos o pocos, jóvenes o viejos; recursos armónicos como el modo menor para escenificar la oscuridad o el no concluir un acorde en la tónica para representar la suspensión, cuando así lo indica el texto; hasta alterando el uso de las tesituras (del modelo básico del cantus, altus, tenor, bassus, al de dos cantus, altus, tenor), mostrando de esta manera, que era un absoluto dominador de eso que se ha llamado afectos musicales. Hay que señalar, también, el uso de los cantos de lecciones entre cada uno de los responsorios, interpretadas en canto llano, que fueron encargados a distintos miembros del conjunto vocal, tanto voces masculinas, como femeninas.
Como propina, ante los continuos y desatados aplausos y ovaciones que les brindó el público, tuvieron a bien obsequiarnos con una obra de Pau Casals, que no fue otra que su celebérrimo O vos omnes, que si bien resultó demasiado anacrónica, es una obra absolutamente bella, sobre todo en esa cadencia imperfecta con que finaliza y que cambia mucho la idea previa que uno puede tener de este músico catalán -al menos para mí fue una auténtica sopresa, cuando la descubrí hace cosa de tres años-.

Y si la velada se convirtió en algo absolutamente subyugante se debe, en gran medida, a la descomunal y cuasi perfecta interpretación que, de tan maravillosas obras, tuvieron a bien regalarnos el conjunto británico Tenebrae Choir -de sugerente y apropiado nombre para la ocasión, como puede comprobarse-, que dirige el ex cantante Nigel Short. Este coro de cámara inglés, creado hace unos pocos años, ha basado su actividad tanto en la música antigua, como en las creaciones contemporáneas, algunas de las cuales han sido creadas ex profeso para ellos. Suelen actuar creando una atmósfera singular, mediante la utilización de candelabros, ataviados con túnicas y acomodándose y jugando con la acústica de cada lugar, aprovechando el espacio para crear estereofonías, sonido ambiente, rodeando por completo al oyente, que disfruta de una sensación única. Para nuestro concierto sólo utilizaron parte de su performance habitual: la iluminación por medio de tenebrarios, preciosos, por cierto y que habían sido creados por la Escuela de Arte de Zamora, dejando a un lado la parte estereofónica -poco adecuada para ciertos repertorios- y utilizando una vestimenta negra "al uso". El resultado de la iluminación es siempre un punto fuerte y un garante de éxito, sino fuera porque el iluminador del festival se encargó de iluminar con una horrenda luz anaranjada los tres ábsides que tenían a sus espaldas, dándole a todo un aspecto horriblemente kitsch, rompiendo, de esta manera, cualquier posible ambiente espectacular que hubiera podido crearse. A pesar de todo y como la música es, ante todo, música y ha de estar ajena a cualquier tipo de aditivos, pudimos disfrutar de una interpretación absolutamente memorable. Compuesto por 17 voces, cuatro por parte, a excepción de la soprano, con cinco, nos ofrecieron unas versiones muy íntimas y delicadas, aunque de vez en cuando dejaban caer algún que otro fuerte realmente contundente -demasiado, quizá, en algunos momentos-, no obstante, la ternura y limpieza con que interpretaron la mayoría de los pasajes hizo que me olvidase de aquel detalle. El coro sonó absolutamente empastado, tanto, que en la obra de Palestrina, a doble coro, cada uno de los coros sonaba absolutamente igual al otro, lo que hacía prácticamente imposible distinguirlos, sino fuera por el espacio amplio que los separaba. Pero el empaste no fue su única virtud: una afinación impresionante, expresividad fantástica, una dicción más que buena -más tratándose de ingleses cantando en latín-, un equilibrio magnífico, a pesar de que en algunos momentos de la primera parte eché de menos algo más de bajo -como casi siempre, pues los coros ingleses centran más su atención en las partes altas del conjunto-, un color precioso en todas y cada una de las cuerdas, una brillantez exquisita en las sopranos -con ese color casi de voz blanca tan característico- un sonido colocadísimo en la cabeza y abierto en los tenores, una cuerda de altos -compuesta por una contralto y tres contratenores- muy delicada y siempre presente, lo cual no resulta tan habitual como fuera deseable y unos bajos contundentes y firmes, marcando siempre el carácter armónico de cada pieza. En definitiva, un verdadero corazo, con auténtico british sound, que poco o nada que envidiar tiene -si siguen sonando como este día- a los grandes de estos repertorios. Cabe destacar la gran solvencia con que fueron resueltos los fragmentos en los que Short tuvo a bien utilizar una sóla voz por parte para recalcar algunos momentos de la partitura, así como las magníficas intervenciones que tuvieron lugar, de manera individual, en cada uno de los cantos interresponsoriales en canto llano. Ya había presenciado un concierto de este conjunto, hace tres años y recuerdo que en aquella ocasión me quedé con un magnífico sabor, pero había que tener en cuenta que en aquella ocasión contaban entre sus filas con varias voces muy, pero que muy experimentadas en estos asuntos, verdaderos pesos pesados en Inglaterra y en esta ocasión se han presentado con un conjunto totalmente renovado, con la juventud por bandera –era realmente impresionante observar la media de edad de los integrantes- y que consiguieron sonar como uno sólo, auténticamente unidos. A pesar de ser partidario de interpretaciones más reducidas en el número de componentes -el uso de dos voces por parte es el que considero más adecuado para estas lides- he de admitir que el resultado obtenido por estas 17 voces fue absolutamente impresionante y tan sorprendente, que pasados tres días desde aquel momento, aún estoy intentado reponerme y dar crédito a lo que presencié.

La dirección de Nigel Short, como cabía esperar, fue absolutamente magnífica: una técnica bastante depurada, con un estilo elegante, bastante detallista, en cuanto a entradas se refiere, marcando bien las ideas que quería transmitir… todo lo bueno que cabe esperar de alguien que conoce bien tanto el repertorio renacentista (por su trabajos con The Tallis Scholars o The King’s Singers), como contemporáneo (sobre todo con estos últimos). Me quedo con dos detalles de su dirección: 1.- La pequeña licencia, quizá no muy histórica, eso sí, que se tomó al marcar ciertos ritardandos y tenuti para disfrutar y recalcar las diversas y extraordinarias disonancias que había en algunas piezas, sobre todo en la primera parte; 2.- La manera que tuvo de contener al público al finalizar cada obra, para dar esos segundos que la música necesita para dar su última palabra y esfumarse, evitando así esos molestos aplausos que el público tiende a emitir antes de que la música haya desaparecido.

En definitiva, un concierto absolutamente memorable, en el que disfruté como hacía tiempo que no disfrutaba, pues aunque hubo quien vio en estas obras algo absolutamente soporífero y sufrió para aguantar del principio al fin -si bien es cierto que para este tipo de conciertos hay que estar algo curtido en estas lides-, la absoluta belleza, armonía y sinceridad que hallé en aquellas obras y la total sublimación a la que fueron elevdadas por aquellos jóvenes cantantes, como en muy pocas ocasiones he podido escuchar, hicieron que hubiera momentos auténticamente mágicos, emocionantes y dignos de recordar hasta que uno abandone este mundo, volviendo a perderse entre las tinieblas y dejando aquella luz que una vez le iluminó, filtrándose entre estas como si de agua entre los dedos se tratase.




Tomás Luis de Victoria. Responsorio: Una hora.
Álbum: Officium Hebdomadae Sanctae.
La Colombina - Josep Cabré, dirección.
Glossa 2005



Thomas Tallis. Lamentation I.
Álbum: Latin Church Music.
Taverner Consort & Choir - Andrew Parrott, dirección.
Virgin Veritas x2 1999-2003